Emma comenzó a
leer:
- “La noche de difuntos me despertó a no sé
qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las
mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir de nuevo;
¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y
al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla,
como en efecto lo hice. Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he
escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los
cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche. Sea de ello
lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas…” - Emma leía el relato
mientras que las mujeres escuchaban con atención la historia que contaba la
rubia. Sus caras lo decían todo, sorpresa, algo de miedo, preocupación, interés
e incluso sorpresa. Poco a poco, Emma iba acabando con el relato. De vez en
cuando, alzaba la mirada para ver las caras de las mujeres que la escuchaban,
poniéndole una sonrisa en los labios. – “…Dicen
que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de
difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de
morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura
que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria
enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un
estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a
una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos
y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba
de Alonso…” – Emma cerro el libro miro a su improvisado público. - Bueno,
¿Qué os ha parecido?
Las mujeres se
miraron unas a otras.
- Vaya… - dijo
Chilapa mirando a su hermana Amazona.
- Si… - dijo
Eponin.
- Me encanta esta
historia, Emma… - dijo Gabrielle sonriendo.
- Si, hay de todo…
- dijo Xena. – A parte de una gran guerrera eres tan buena bardo como
Gabrielle. – dijo con una sonrisa.
- Gracias. – dijo
la rubia.
- Creo que va a
ser mi historia preferida… - dijo Regina sonriendo a la rubia. Lo cual hizo que
se sonrojara más.
Después de estar
un rato más hablando, las mujeres regresaron al pueblo donde las estaba
esperando Mulán, ya que Emma tenía una cita con la guerrera asiática para
practicar con la catana.
Después, Emma
junto con Xena, Gabrielle se fueron a entrenar con Mulán a la playa.
- Muy bien Emma… -
dijo Mulán con una sonrisa mientras se ponía otra vez en posición de defensa. –
vamos, otra vez…
Emma suspiro.
- Venga Mulán… -
dijo sentándose en la arena. – Descansemos un poco…
- No Emma… Vamos…
- dijo Mulán levantando a Emma del suelo.
- Ok… - dijo
mientras se levantaba. – Pero después un descanso, ¿vale?
- Trato… - dijo
Mulán con una sonrisa y poniéndose en posición de ataque. – En posición…
- Vamos, Emma… -
lo estás haciendo muy bien… - la animo Gabrielle.
Emma se puso en
posición y ataco a la guerrera china. Pero Mulán, con un movimiento, paro la
estocada.
- Concéntrate
Emma… - dijo Mulán atacando a la rubia por encima de la cabeza.
- Lo intento… -
dijo la rubia.
Paro la estocada
de Mulán con cierto esfuerzo y ataco haciendo una finta por la derecha, la cual
pillo algo desprevenida a la asiática que contuvo con cierto esfuerzo.
Tras hacer esta
última finta, Emma se tambaleo y la vista se le nublo, pero sacudió la cabeza
al mismo tiempo que se agachaba, evitando que Mulán le cortara la cabeza.
Emma se levantó y
al girar para mirar a Mulán se derrumbó….
Oyó que tanto Xena
como Gabrielle y Mulán la llamaban, pero Emma había perdido el conocimiento…
Y empezó a soñar….
“Estaba dentro de una tienda de campaña y
enfrente una mujer mayor, vestida con pieles y llena de tatuajes. Era una
hechicera.
Se miró a sí misma. Llevaba unas ropas
extrañas, una armadura plateada cubierta por una túnica color del oro pálido. También
llevaba unos brazaletes plateados y una espada colgada al cinto.
Miraba la escena en primera persona. Como
si fuera ella la protagonista, pero en otro tiempo… Muy muy lejano…
Miraba con expectación y emoción a la
hechicera. Esperaba que le dijera una pregunta que Emma ya le había realizado.
La mujer agitó en las manos unas Runas
antiguas y las soltó delante de las dos.
- Halbheera… Que ves… - dijo con premura en
la voz la rubia.
La hechicera miraba las runas atentamente y
tardo en responder.
- Ten paciencia, niña… - dijo mientras
pasaba las manos por encima de las Runas. – El poder de Odín están en las
Runas… Nunca mienten… Pero no les metas prisa…
- No me hagas esperar mucho, Halbheera…
La hechicera sonrió a la rubia y miro las
Runas con más atención.
- Las Runas dicen que lloverá fuego del
cielo muy pronto…
- Dime más…
- Y que la luz de ese fuego revelara tu
destino…
La rubia miro a la hechicera con extrañeza.
- ¿Tan lejos de casa…? ¿Qué destino podría
tener yo aquí…?
Halbheera miro más atentamente las Runas.
- Después del fuego vendrá una persona… Una
persona tan fuerte como tú… - dijo la hechicera mientras contemplaba las Runas.
Emma la miro sorprendida. – Su fuerza igualara la tuya, incluso te superará en
la batalla…
- Eso es imposible, Halbheera… Soy una
Valkiria… Nadie ha hecho eso antes… - dijo Emma mirando a la hechicera y a las
Runas.
- Ni nadie lo ara después… - finalizo
Halbheera.
La rubia miro las Runas y luego al cuervo
que estaba en silencio a su lado. Se levantó con decisión y salió de la tienda
de campaña puesta encima del barco. Uno de sus guerreros se le acerco con un
manto de pieles y se las puso sobre los hombros.
- Anclaremos pronto esta noche… - dijo al
hombre que le había traído el manto. Se acercó al borde del barco y se asomó.
Allí, en la orilla vio a una guerrera
vestida de cuero y pelo negro. Estaba esperando mientras que el caballo tomaba
agua a la orilla del rio.
Por un momento, los ojos de Emma y los
azules de la guerrera se cruzaron. Y todo lo que existía a su alrededor desapareció.
Emma se irguió encima del barco mientras
este pasaba al lado de la guerrera, pero ninguna de las dos aparto la mirada
una de la otra, hasta que el barco desapareció.
Desembarcaron y pusieron las tiendas en
tierra firme. La noche se avecinaba larga.
Emma, Halbheera, algunas de sus
doncellas y varios de sus guardias se
encontraban sentados cerca del fuego fuera de la tienda.
Emma sintió el aleteo de las alas del
cuervo, miro hacia arriba y vio al cuervo que se posaba cerca de su hombro.
Sonrió y acaricio con ternura al animal.
Al levantar la vista, Emma miro de reojo al
cielo y descubrió que esa noche, las estrellas se habían alienado de una forma
extraña.
- Mira ese tenue sendero de luz, mi reina…
- dijo Halbheera.
Emma sonrió.
- Es el camino hacia el Valhalla,
Halbheera…
- Algún día volverás allí, mi reina…
Emma sonrió.
- Pero ahora debo cumplir aquí mi destino…
- Lo aras bien, niña… - sonrió la
hechicera.
De repente, un gran cometa surco los
cielos. Emma se puso de pie sin apartar los ojos del cielo. Avanzó por el
campamento intentando ver hacia donde iba a parar. Ese era la lluvia de fuego
que predijeron las Runas. Con una sonrisa, Emma miró como caía hacia la tierra.
Con ojos brillantes, Emma sonrió donde el
fuego cayó y mientras corría hacia su caballo, susurró:
- Mi destino…
Se montó en el caballo de un salto e
indicándole que corriera, el animal junto con el jinete, se precipito donde el
meteoro cayó.
Cuando llego al lugar, descabalgo y se
precipito al cráter creado por el meteoro y vio en mitad de él unas extrañas
piedras, de un material extraño. Lo examino con cuidado. Se trataba del mismo
material con el que estaba hacha su armadura de Valkiria.
De repente, sintió que algo se movía en las
sombras, a su espalda, se giró desenvainando la espada y se enfrentó a la
persona que la atacaba.
Al quedar cara a cara, Emma vio que se
trataba de la mujer morena de ojos azules que había visto en la orilla del rio.
Se defendió de otra estocada que le propino
la morena. Debía admitir, que la morena era fuerte. Pero Emma no se quedó
atrás. Se defendió atacando arriba y abajo. De lado y del otro. Hubo un momento
en el que la morena le quito la espada, Emma no se quedó atrás y cogió un palo,
quitándole la espada a la morena de ojos azules. Esta, cogió otro y empezaron
otra vez la danza de la lucha.
Emma, con una serie de combinación entre
estocadas rápidas y fintas, derribo a la morena, pero esta rápidamente se
levantó, atacando a Emma rápidamente.
Poco después, era Emma la que se encontraba
con la espalda apoya en el suelo y la morena inmovilizándola sobre ella,
quitándole a Emma la capucha de la capa que llevaba puesta.
Se levantaron enseguida y se miraron a los
ojos por unos instantes.
- Tu… Eras la mujer que iba en el barco… -
dijo la morena.
- Y tú la mujer de la orilla… - Emma miro
atentamente a la morena y se dio cuenta que era una guerrera, como ella, por la
armadura que llevaba. – Eres una guerrera… Quizás puedas decirme que es eso… -
por supuesto ella lo sabía. Pero quería probar a la mujer guerrera.
- Una especie de material extraño… Nunca
había visto nada parecido… - dijo examinándolo al lado de la rubia.
Emma la miro con una sonrisa.
- Imagina el arma que se podría forjar con
eso… - dijo mirando otra vez al metal.
- ¿Has venido hasta aquí por este metal? –
dijo la mujer morena mirando a la rubia.
- No… - dijo en un susurro. – Por ti… -
dijo mirando a la morena a los ojos.
- Ya… - dijo riendo la morena. En eso, un
aleteo la distrajo y miro al cuervo que se posó en una rama cerca de donde
estaban ellas.
- Olvídate del pájaro, guerrera… - dijo
mirando a la morena mientras se acercaba hacia ella. – Dime una cosa… ¿Crees en
el destino?
- No, ¿Por qué? – dijo la mujer de ojos
azules mirando embelesada a la rubia, que se había acercado más a ella.
- Porque ambas recibimos una señal que nos
a traído hasta aquí…
- Era lo bastante grande como para verla en
todo el reino…
- Aquí solo estamos tú y yo… - dijo Emma
acercándose un poco más. – Hoy… Las Runas han prometido llevarme hasta una
persona cuya fuerza sería tan grande como la mía… - dijo con media sonrisa. – Y
tú me has vencido…
- Solo te derribe… - dijo mirándola a los
ojos.
- Soy una Valkiria… Nadie había hecho eso
jamás… Hasta ahora… - Sonrió - Creo que estábamos predestinados a encontrarnos…
- y diciendo esto, se acercó más a la morena y se besaron.
Al principio fue un beso tímido por parte
de las dos, pero poco a poco paso a ser
más demandante.
Poco a poco, se fueron abandonando a ese
beso que se hizo más profundo, llegando a despojarse de sus ropas y abandonándose
al placer del cuerpo desnudo de la otra mujer.
El fuego del meteoro y aquel extraño
material, fueron testigos de las caricias y besos que esas dos mujeres se daban
con pasión.
Tras hacer el amor varias veces, la rubia
se encontraba en los fuertes brazos de la morena, mirándose a los ojos.
- ¿Por qué no te quedas aquí conmigo? –
dijo la morena mirando a los ojos a la rubia.
- Oh Xena… - dijo acariciándole la cara. –
Me encantaría. Pero al igual que tú, tengo obligaciones que cumplir… Aunque te
esperare… - dijo sonriendo.
Xena sonrió.
- Pero… ¿Dónde podré encontrarte…?
Emma sonrió y le dio un pequeño beso en el
cuello.
- En Islandia…
- Es posible que haya más de una Brunilda
en Islandia… - dijo sonriendo.
Ahora fue el turno de Emma de reír.
- Solo hay una que sea Reina…
- ¿Eres la Reina de Islandia? – dijo
frunciendo el ceño.
- Si…
- Vaya… - dijo Xena mirando al cielo
estrellado.
- ¿Cambia eso las cosas? – dijo la rubia
con algo de pena.
- No… -dijo inmediatamente mirándola a los
ojos. – No… Tranquila…
- Bien… - sonrió la rubia. – Por que pase
lo que pase te amaré siempre… - dijo Emma/Brunilda sonriendo.
Xena alzo la mano y acaricio la mejilla de
la Reina.
- Te prometo que iré a buscarte… - dijo en
un susurro.
Emma sonrió y se acercó a los labios de la guerrera,
besándolos con pasión. Pasión que fue recompensada por la morena.
A la mañana siguiente, Emma se despertó
antes que la morena, se vistió y fue hacia el cráter y cogió una de las dos
piedras que allí había. Hecho una mirada hacia donde estaba acostada la
guerrera, sonrió y se fue montada en su caballo.”
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