Había pasado una
semana del extraño sueño que había tenido Emma sobre Brunilda, pero aun así, no
habían averiguado porque Emma, repentinamente, había tenido esa visión.
Habían, incluso,
acudido a Rumpelstiltskin, pero sin muchos resultados. Solo que Emma, era la
antepasada de Brunilda y clara heredera a vengar, si era el caso, la muerte de
la Valkiria, y si lo deseaba, a reclamar el trono de Islandia…
Con esta
revelación, Emma había bromeado en comprarse una libreta para apuntarse los
títulos y los nombres que iba poseyendo. Cosa que a Regina y a los demás hizo
gracia.
Al saberse la
noticia de que Emma era la futura Reina de Islandia y al saber en todos los
títulos que poseía, los habitantes del pequeño pueblo de StoryBrooke, se
comportaban con más solemnidad ante ella, ya que poseía más poder, por así
decirlo, que sus padres y Regina juntos.
Esta situación
hacia que Emma se sintiera ciertamente incomoda, ya que cada vez que iba a
donde la Abuelita, por ejemplo, los clientes se callaran y se dieran la vuelta
para mirarla.
Esta situación,
por el contrario, le encantaba a Regina. Le recordaba cuando era la Reina en el
Bosque Encantado y le hacía sentir poderosa.
Aquella mañana era
diferente. Cuando Regina se despertó, estaba sola en la cama. Se levantó y puso
la bata que había en una silla y salió de la habitación en busca de Emma.
Cuando bajaba las
escaleras, una música con unas risas salía de la cocina. Bajo despacio las
escaleras, y cuando llego al final, se encontró con Xena y Gabrielle, que
miraban sonrientes la escena que se desarrollaba en la cocina.
Regina se acercó
donde estaban las dos mujeres.
- Buenos días… -
dijo Regina acercándose.
- Buenos días… -
dijeron Xena y Gabrielle.
Xena y Gabrielle
se habían quedado a dormir en la mansión ya que Henry había invitado a Paris a
ver con él una película de dibujos, y al hacerse tarde ya, habían decidido que
se quedaban allí a pasar la noche.
- ¿Qué ocurre
aquí? – dijo Regina señalando la cocina.
- Emma le prometió
a los niños que les prepararía sus famosos huevos revueltos y sus tortitas –
dijo Gabrielle sonriendo. – Y mientras, les da un concierto… - dijo sonriendo.
Regina miro
atentamente a su novia que en ese momento usaba la cuchara de madera como
micrófono mientras se movía y hacia reír a los dos niños.
Justo en aquel
momento estaba cantando la canción “Caminando”
de Amaia Montero.
Regina
sonrió al verla. Y luego decía que se le daban mal los niños.
-
Tía Emma… - dijo Paris mirando a la rubia. – Canta otra vez la primera que
cantaste…
-
Eso ma… - dijo Henry apoyando a Paris.
-
Ok, chico… - dijo Emma mientras cogía su iPod y buscaba una canción. - ¿Esta
chico? – dijo mientras sonaban los primeros acordes de “Spellbound” de Lacuna Coil.
-
Si…. – dijeron sonriendo los dos niños.
Emma
sonrió y se puso en plan roquera para complacer al niño. Espero un poco y
comenzó a cantar, utilizando la cuchara de madera que tenía en la mano a modo
de micrófono.
Cuando
se terminó la canción, los dos niños aplaudieron a la rubia con una sonrisa en
los labios.
En
ese momento, las mujeres que los habían estado observando en silencio, entraron
en la cocina también aplaudiendo a la rubia, que se sonrojo al notar al
inesperado público que entraba por la puerta de la cocina.
-
Gran concierto, señorita Swan… - dijo Regina mientras entraba en la cocina. -
Espero que no haya quemado nada de mi cocina…
-
Tranquila señora alcaldesa… - dijo Emma mientras se acercaba a la morena y la
besaba en los labios. – Los chicos me han ayudado…
-
Tranquila mamá… - dijo Henry mientras comía sus cereales. - Paris y yo la hemos
vigilado…
París
asintió con una sonrisa mientras comía sus cereales.
-
No soy tan mala en la cocina… - dijo Emma mientras preparaba el desayuno a las
3 mujeres que acababan de entrar. - Aquí están mis famosos huevos revueltos y
mis tortitas…
-
Gracias Emma… - Dijo Gabrielle con una sonrisa sentándose al lado de su hijo,
quien le sonrió y le dio un beso en la mejilla. – Hola amor… - dijo la rubia
besando a su hijo.
-
Mamá… - dijo Paris abrazando a Xena también.
-
Hola cariño… - dijo sonriéndole la guerrera y sentándose al lado de la bardo.
Las
mujeres se sentaron a desayunar entre risas y bromas por parte de todos.
-
Por cierto… - dijo Emma. – Esta noche es la fiesta de Halloween. – dijo mirando
a Xena y Gabrielle. - Tenéis que venir e invitar a quien queráis…
Gabrielle
la miro a la cara.
-
¿Podemos? – dijo mirando a Regina.
-
Claro… ¿Por qué no? – dijo la morena. – Va a ser una gran fiesta. Henry y Paris
se llevan fenomenal. Se divertirán… - dijo Regina con una sonrisa.
-
¿Tu que dices, Xena…? – dijo Gabrielle mirando a la guerrera.
-
¿Nos tenemos que disfrazar? – dijo Xena mirando a Emma.
-
Claro… Es un concurso de disfraces. – dijo Emma después de tomar el ultimo
bocado de tortitas.
Xena
miro a Gabrielle. No podía negarle nada a su bardo cuando le ponía aquella
mirada.
-
Creo que ya sé que ponerme… - dijo Xena mirando pícaramente a Gabrielle, quien
se sonrojo visiblemente ganándose las risas de los demás integrantes de la
cocina.
Después
de desayunar, quedaron en que se verían en la fiesta, ya que Xena quería ir a
dar una vuelta por el bosque.
Mientras,
Regina fue a su despacho de la casa a revisar unos papeles y así adelantar
trabajo para tener más tiempo cuando se acabara el fin de semana. Emma, por el
contrario, se fue a dar una vuelta a comisaria, para ver si estaba todo bien,
mientras que Henry subía a hacer los deberes del instituto.
Cuando
Emma volvió a la mansión, esta estaba muy silenciosa. Se dirigió al despacho de
Regina para ver si allí se encontraba la morena.
Si
llamar a la puerta, la abrió y con todo el sigilo que pudo, entro.
Allí
estaba Regina, detrás de aquella mesa tan grande y espaciosa. Estaba
concentrada en unos papeles y parecía ajena a todo lo que le rodeaba. Poco a
poco, Emma se acercó a la mesa y la rodeo, situándose detrás de la morena a la
cual observo con una sonrisa.
-
Sé que estas detrás de mí, Emma… - dijo Regina sin levantar la vista de los
papeles que revisaba.
Emma
sonrió.
-
Me gusta verte así de concentrada… - dijo Emma acercándose por detrás e
inclinándose para darle un beso en la cabeza. – Luces realmente sexy… - dijo en
tono provocativo.
Regina
sonrió de lado y, por un momento, cerró los ojos ante el tono de la rubia.
-
¿A si? – dijo dejando los papeles y poniéndose cómoda en la silla.
-
Aja… - dijo Emma rodeando la silla para ponerse delante de la morena. – Me pone
mucho verte así…
-
Así como… - dijo Regina haciéndose la indiferente.
-
A estilo jefa… - dijo Emma sonriendo.
-
Si no recuerdo mal señorita Swan… - dijo Regina alzando la cabeza con una media
sonrisa y apoyando los brazos en la silla. – Yo soy su jefa…
-
Mmmm y no veas como me pone eso… - dijo la rubia inclinándose y besando a la
morena.
El
beso fue lento al principio, pero poco a poco fue subiendo de tono. En ningún
momento rompieron el beso. Emma se sentó a horcajadas encima de Regina,
mientras que la morena acariciaba los muslos de la rubia.
-
¿Intenta seducir a su jefa, señorita Swan? – dijo Regina mientras sus manos
iban poco a poco hacia arriba por los muslos de Emma.
Emma
sonrió de lado y se acercó hasta rozar sus labios con los de Regina.
-
Solo pretendo que mi prometida me haga un poco de caso… - dijo Emma rozando sus
labios con los de la morena mientras hablaba.
Regina
cerró los ojos y se dejó besar por la rubia. A Regina le encantaba llevar el
mando en la cama, pero cuando Emma lo llevaba también era excitante.
Regina
subió lentamente las manos por los muslos de la rubia sin dejar de besarla.
Emma suspiro al sentir las manos de su mujer como la acariciaban en una danza
que la torturaba lentamente. Sin darle tiempo a decir oh hacer nada, Regina,
con un chasquido de los dedos, dejo desnuda a Emma que en ese momento estaba
sentada encima de la morena.
Emma,
al sentir que estaba desnuda, se separó de Regina y la miró a los ojos.
-
Eso es jugar sucio…- dijo entrecerrando los ojos.
Regina
sonrió y alzo una ceja mientras que sus manos subían lo más despacio que podía
sus manos hasta el centro de la rubia. Torturándola en el proceso.
Emma
no paraba de gemir ante la tortura que le producía las caricias de Regina.
-
Nunca dije que jugaría limpio, señorita Swan… - dijo Regina con una sonrisa de
lado y acariciando más los muslos de la rubia. – Ahora… - dijo mientras
agarraba firmemente de las caderas a Emma. – Yo soy la que mando. Soy tu jefa.
Tú ama… Y como tal… - decía mientras no dejaba de acariciarla en las caderas. –
Deseo que me complazcas.
Emma
se estremeció ante esas palabras. Cerró los ojos y se dejó llevar por esas
caricias. Se levantó y se puso delante de la morena, que no apartaba los ojos
de la rubia. Emma empezó a bailar sensualmente delante de Regina, quería
seducirla, que Regina la reclamara para ella. Empezó a acariciarse el cuerpo
desnudo sin aparar los ojos de la morena, que la miraban con unos ojos
oscurecidos de pasión.
Emma
no aguantó mas y llevo una mano hasta su centro, donde poco a poco lo acaricio
mientras que la otra mano acariciaba uno de sus pechos. Emma cerró los ojos
ante el placer que ella misma se estaba proporcionando y de sus labios salió un
gemido de placer.
Mientras,
Regina no apartaba la mirada de las acciones que hacia la rubia. Miro la mano
que bajaba por su cuerpo, perdiéndose entre las piernas de la rubia y entre
abrió los labios, mojándoselos con una lengua que deseaba estar donde estaba
ahora mismo los dedos de la rubia. Pero no cayó en el juego de la rubia.
Aguantó y subió la mirada al oír el gemido que se le escapó a la rubia de los
labios. Regina se acomodó en su silla con una sonrisa.
Emma
seguía proporcionándose placer ante la morena, moviendo sensualmente las caderas
al ritmo de una danza que solo era escuchada por la rubia.
Regina,
en un movimiento rápido, decidió poner fin a eso. Se levantó y con una furia
que recordaba a sus tiempos de Evil Queen, puso a Emma sobre la mesa del
despacho, haciendo desaparecer con un movimiento de manos los papeles allí
concentrados.
Emma
al ver con que ímpetu la trataba la morena, dejo escapar otro gemido, lo que provocó
que Regina la mirara con una mirada oscurecida de placer.
-
¿Intenta seducirme, señorita Swan…? – dijo la morena con la voz ronca.
Emma
trago saliva.
-
¿Lo he hecho? – dijo inocentemente con una media sonrisa en los labios mientras
contemplaba a la morena desde la mesa.
-
Casi, casi… - dijo Regina mientras acariciaba con un dedo la parte interna de
los muslos de Emma. – Querías que te suplicara, ¿no es cierto? – dijo mientras
que su dedo iba lentamente hacia arriba. Emma gimió a modo de respuesta. – Eso
está muy mal, señorita Swan… Una Reina jamás suplica… - dijo mientras pasaba de
largo del centro de la rubia, ganándose una mirada de reproche por parte de
Emma. Regina sonrió. – Si quieres que te toque… Tendrás que suplicar ante tu
Reina… - dijo mientras, tras un humo morado, se transformó en la Evil Queen.
Emma
gimió ante el tono de dominación de la morena y ante la visión.
-
Por favor… - dijo Emma sin poder aguantar más. – Mi Reina, por favor…
Regina
sonrió de lado y sin previo aviso, metió dos dedos en el coño de la rubia, la
cual gimió de placer ante las envestidas que Regina le proporcionaba con los
dos dedos.
Emma
se agarró a la mesa y cerró los ojos de puro placer. Le encantaba que Regina tomara
el control. Regina, mientras tanto, sacaba y metía lo más deprisa que podía los
dedos en Emma, le encantaba llevar el control, ver disfrutar a su princesa.
Emma no lo soporto más y tras un escalofrió que le recorrió toda la espalda, se
corrió gritando el nombre de la Reina.
Después
de descansar un poco, Emma se incorporó en la mesa y miro a Regina, que se
había sentado otra vez en la silla de su despacho, observando a la rubia como
se recuperaba.
-
¿Te ha gustado? – dijo Regina con una sonrisa.
-
Oh si…. – dijo Emma con una sonrisa que le ocupaba toda la cara. – Ahora es mi
turno de devolverte todo el placer que me has dado, mi Reina,… - dijo mientras
se arrodillaba delante de la morena.
Con
un movimiento de mano, desvistió a Regina y Emma se hundió entre las piernas de
Regina, mientras que la morena ahogaba un gemido de sorpresa al verse invadida
por la boca de la rubia.
Poco
después, ambas mujeres están acostadas en la cama, desnudas entre las sabanas
de seda de color rojo sangre.
Regina
estaba abrazada a Emma, quien se encuentra boca arriba mientras abraza a la
morena con una sonrisa.
-
Nena… Cada día estoy más enamorada de ti… - dijo Emma mientras acariciaba la
espalda desnuda de la morena.
Regina
sonrió contra el cuello de la rubia y la abrazo más.
-
Yo también de ti… - dijo Regina sonriendo y alzando la cabeza para mirarla. –
Te amo, mi princesa… - dijo Regina mientras se alzaba para darle un beso a la
rubia.
-
Mmmm y yo ti, mi Reina… - dijo devolviéndole el beso. – Un momento… - dijo Emma
separándose de Regina y mirándola a los ojos con pánico…
-
Que pasa… - pregunto alarmada Regina, alzándose también.
-
Henry… Nos ha oído… - dijo Emma con los ojos abiertos.
Regina
se hecho a reír.
-
Tranquila, amor… - dijo dándole un tierno beso a Emma en los labios y
acariciando su mejilla. – Puse un hechizo de insonorización en el despacho… Y
además, se fue con Robin, Roland, David y Daniel a pescar…
Emma
suspiro aliviada. No le hacía gracia que su hijo la oyera hacer el amor con su
madre.
-
Creo que me cae un poco mejor Robin… - dijo Emma. – Pero solo un poco… - dijo
al ver la ceja levantada de Regina ante esa afirmación. – Todavía no se me ha
olvidado que te beso… Y le besaste a él… - dijo entrecerrando los ojos.
Regina
sonrió.
-
¿Celosa, señorita Swan…? – dijo mientras acariciaba el pezón de la rubia.
-
No me gusta que toquen lo que es mío. Lo que me pertenece… - dijo Emma
apretando más a ella a Regina. – Porque tu mi Reina… - la apretó más a ella. -
Tu eres mía… Para siempre… - dijo Emma mientras la besaba en los labios con
urgencia, haciendo sacar a Regina un profundo gemido.
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