Translate

domingo, 20 de julio de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 6

Capítulo 6

Se fueron a sentar en una mesa y los habitantes del Bosque Encantado le ofrecieron vino y comida.
- Gracias de verdad… - dijo por enésima vez Gabrielle ante las muestras de cariño de aquella gente.
Xena se relajó al ver como su hijo jugaba con los dos niños que había allí presentes. Pero no le quitaba un ojo, así como Asteria y Ainia, quienes estaban pendientes de su reina  del pequeño príncipe.
- Bueno… ¿A quién venís a buscar…? – dijo James más tranquilo sentado enfrente de Xena.
Las 4 mujeres se miraron.
- Contadnos por qué estáis aquí, Xena… - dijo Mulán.
Xena suspiro y miro a Gabrielle, quien asintió y le dio la mano a su mujer. Xena miro a aquellas personas que estaban sentadas delante de ellas. Por alguna razón, aquellas personas inspiraban confianza. Suspiro y empezó a contar.
- Una noche hubo un revuelo en la aldea donde vivimos. Los Centauros y las Amazonas se unieron para defender nuestras respectivas tierras. Gabrielle y yo partimos a defenderlas también. Dejamos a Eve al cuidado de la aldea, como Princesa Amazona que es. Cuando se terminó, volvimos victoriosas, pero cuando llegamos, las Amazonas de la aldea nos dijeron que unos soldados habían entrado en la aldea, en silencio en plena noche y habían secuestrado a Eve… - Xena paro y cerró los ojos. Le dolía. Eve era su sangre. Gabrielle apoyo a su pareja con un apretón de manos. – Rápidamente comenzamos su búsqueda…. Y no la encontramos…
- Así que, fuimos a un Oráculo que Xena conocía y nos dijo que teníamos que buscar ayuda… - acabó Gabrielle.
- ¿Qué tipo de ayuda…? – pregunto Mulán.
- Dijo que teníamos que viajar lejos, muy lejos. – empezó Xena. – Más allá de las tierras que conocíamos. En busca de una mujer, valiente, luchadora,  nacida del más puro Amor Verdadero. Una mujer que destruyo una maldición que una Bruja Malvada echó sobre toda una nación. Apodada La Salvadora…. – dijo mirando a Mulán.
– También nos dijo que esa mujer iría acompañada de su Amor Verdadero, - siguió Gabrielle. - que era una Bruja de gran poder y que la magia de ambas lograría rescatar a nuestra hija…
Los presentes se quedaron callados y las miradas de Snow y James se pararon en Regina y Emma.
Emma tomo la palabra.
- ¿Dijo como se llamaban esas mujeres…?
- No… Solo dijo que ambas eran de sangre real… - dijo Gabrielle mirando a Emma.
La rubia miro a Regina, y la morena devolvió la mirada a su novia. Eran ellas.
Emma suspiro. Otra vez que tendría que ayudar a salvar a alguien. Se levantó sin decir nada y noto como todos los ojos estaban en ella.
- Ahora vuelvo… - dijo saliendo a tomar el aire.
- Cariño… - dijo Mary Margaret levantándose.
- Snow… - dijo Regina. – Déjala…. Voy yo… - y se fue detrás de ella.

¿Por qué tenía que ser siempre ella? ¿No había hecho ya suficiente? Siempre era ella. Ella la que quitaría la maldición. Ella la que podría derrotar a cualquiera. Estaba cansada. Cansada de ser siempre la Salvadora.
Ella quería vivir. Vivir en paz, ahora que había encontrado una familia, un hogar donde poder quedarse definitivamente…
- ¿Te escondes…? – dijo Regina detrás de ella.
Emma no se volvió.
- Ojala pudiera… - dijo en un suspiró. – Estoy segura que me encontrarías pronto…
Regina se sentó al lado de ella y le cogió la mano.
- No quiero ir… - dijo la rubia mirando a Regina. – No ahora que estamos bien. Que estamos en paz… Que nos vamos a casar…
Regina miro a Emma. Se le partía el alma al ver los ojos tristes de su novia.
- Iré contigo… - dijo Regina mirándola. – Iremos juntas, la salvaremos y cuando lleguemos nos casamos… - dijo Regina con una sonrisa.
Emma miro a la morena y sonrió ante sus palabras. La amaba por eso. Por saber que palabras utilizar. Por apoyarla.
Se inclinó y capturo los labios de la morena con los suyos en un beso lento y suave.
- No sé si aceptar todavía… - dijo después de besarla. – Y queda saber dónde la tienen. Y quien la secuestro…
- Y el por qué… - dijo Regina con una sonrisa.

Mientras en el salón.
- ¿Dije algo que la enfado? – dijo Gabrielle nerviosa.
- Tranquila… - dijo Snow mirándola con una sonrisa. – Esas mujeres a las que os referís, esas de las que habláis, son ellas. Mi hija y Regina…. – suspiro mirando por donde se habían ido las dos mujeres. – Han pasado por mucho. Y creían que ya le tocaba vivir su final feliz juntas…
- Lo sentimos… - dijo Xena.
Snow la miro con una sonrisa.
- Tranquilas… - dijo sonriendo. – Ella solo necesita tiempo… Es como su padre. – dijo mirando a su esposo con una sonrisa. – Es un poco cabezota…
Las Amazonas rieron ante el comentario de Snow.
Al poco tiempo, Regina y Emma llegaron cogidas de la mano. Las Amazonas, Snow, James y Mulán las miraban.
- ¿Estas bien…? – dijo Snow mientras Emma se sentaba y atraía a Regina hasta su regazo para que se sentara en él.
- Si… - dijo en un suspiro.
- Emma… - empezó Gabrielle. – Lo siento de verdad…
- No… - dijo Emma mirándola. – No importa… Solo me lo tengo que pensar, ¿vale?
Gabrielle asintió con una sonrisa.
- Os lo dije… - dijo Ainia detrás de ellas levantándose. – Hemos perdido un tiempo precioso… Ahora mismo podríamos estar ya cerca de donde Eve esta…
- Ainia… - dijo Gabrielle.
Emma y el resto se tensaron ante esas palabras.
- No Gabrielle… - dijo Ainia. – Eres mi Reina y lo respeto. Pero dije que era una tontería. Sabemos que algún Señor de la Guerra en venganza a Xena la haya secuestrado… - dijo mirando a Xena.
- Ainia… Eso no lo sabemos… - dijo Asteria poniéndose delante de ella. – Si estuviéramos seguras de que fuera eso, el Oráculo nos lo habría dicho…. Pero no nos lo dijo. Dijo que la tenían en el Norte…. Y al norte estamos nosotras…
- Me da igual lo que haya dicho el Oráculo de Xena, Asteria… - dijo enfrentándose a la Amazona. – Xena no es mi Reina. Ella no es nada mío. Gabrielle si y daría mi vida por ella y por Eve… Eve es una Amazona, la criamos nosotras. Es nuestra princesa Amazona…. Nosotras la entrenamos. – dijo mientras miraba con furia a Asteria.
- Es hija de Xena… - defendió Asteria. – Y aunque no lo reconozca, Xena también es una Amazona, Ainia… Y además es la pareja de Nuestra Reina… Y tienes que respetarla igual que a Gabrielle… - dijo con furia.
Emma se había levantado, igual que todos los allí presentes e intentaban separarlas.
- Asteria, Ainia… - dijo Gabrielle duramente. – Ya basta… Sé que no te ha gustado la decisión de venir, Ainia, pero pedí dos voluntarias y recuerdo perfectamente que tú te ofreciste. Asique estamos aquí, porque Eve es tan hija de Xena como lo es mía, y a Xena la respetas… - dijo con furia mirando a la Amazona. - Ella también es tu Reina...
Ainia miro a Gabrielle a los ojos, pero se calló ante las palabras de la rubia.
- Lo siento, mi Reina…. – dijo en un suspiro.
Gabrielle asintió a la morena y le acaricio el brazo.
- Ella dijo solo que lo pensaría… - dijo en un susurro la rubia. – Todavía existe esperanza…
Las Amazonas asistieron.
- Sé que no es el momento para preguntar esto, pero… - dijo Emma mirando a las Amazonas. - ¿Por qué necesitáis a Regina?
Las mujeres miraron a la rubia y Gabrielle con un suspiro empezó a hablar.
- Dice que podrá hacer un conjuro para saber dónde estará nuestra hija… - dijo mirando a Emma.
Emma miro a Regina y la morena a la rubia.
- Lo are… Pero no hoy… - dijo Regina sin apartar la mano de Emma. – Es tarde, y los niños tienen que descansar…
Las 4 mujeres asintieron.
- Muy bien… - dijo Xena tomando la palabra. – Gabrielle, coge a Paris… - Gabrielle sonrió y asintió. – Acamparemos en el límite del bosque…
Regina miro a Emma y rápidamente la rubia supo lo que estaba pensando la morena. No podía permitir que un niño tan pequeño durmiera al aire libre.
- Esperad… - dijo Emma antes de que se marcharan. – En nuestra casa tenemos habitaciones de invitados de sobra… Venid con nosotras…
Las Amazonas se miraron.
- Emma, no importa…. – dijo Gabrielle con una sonrisa. – Estamos acostumbradas a dormir a la intemperie…
- Yo insisto… - dijo Regina. – Un niño de su edad no puede dormir fuera…
Las Amazonas miraron a las dos mujeres a la cara y Xena y Gabrielle se miraron. Tenía razón. A pesar de que ya habían dormido así muchas veces, no era conveniente.
- Xena, Gabrielle… - dijo Mulán. – Daria mi vida por ellas… Son de confianza…
Ante aquellas palabras, Xena asintió.
- Muy bien… - dijo con una sonrisa. – Aceptamos….
Y las 6 mujeres y los dos niños se fueron hacia el 108 mifflin Street.

- ¿Tú crees que aceptara, Xena…? – dijo Gabrielle mientras se quitaba la ropa bajo la atenta mirada de Xena, que ya estaba echada en la cama, desnuda y esperaba a que la rubia la acompañara.
- Si… - dijo sin vacilar. – La he observado toda la noche. Y se ha puesto en nuestra situación… Va a aceptar… - dijo mientras le hacía un sitio en la cama a Gabrielle, quien se abrazó a la morena con un suspiro.
- Me caen bien… - dijo mientras acariciaba distraídamente la piel de la morena con una sonrisa. – Me recuerdan a nosotras…
Alzo la mirada para ver la cara de Xena.
- ¿A si? – dijo la Guerrera con una sonrisa.
- Aja… - dijo mientras acariciaba el cuello de Xena.
Xena la miro con una sonrisa, y sin darle tiempo a decir nada a Gabrielle, se puso encima de la rubia y la beso con pasión.

En la otra habitación, las dos Amazonas estaban mirando el techo echadas sobre la cama.
- Te pasaste Ainia… - dijo Asteria. – Xena es nuestra amiga… Y es la pareja de Gabrielle, nuestra Reina…
Ainia suspiro. Asteria tenía razón. Miro hacia la Amazona rubia que estaba a su lado, y que la estaba mirando a los ojos.
- Lo se… - dijo Ainia con un suspiro sin apartar la mirada. – Me deje llevar por la desesperación… Quiero encontrar a Eve
Asteria sonrió. Ella se sentía igual. Querían a esa muchacha como a una hermana. Era la princesa, su princesa Amazona. Suspiro y alargo la mano hacia la Amazona morena con una sonrisa.
- La encontraremos…. – dijo con seguridad. – Emma aceptara, y entonces iremos a buscarla…
Las dos Amazonas sonrieron.
- Recemos a los dioses que sea así… - dijo Ainia con una sonrisa.
- Por cierto Ainia… - dijo Asteria con una sonrisa. – Tendrás que pedirle disculpas a Xena… - sonrió. – Menos mal que solo te miro mal y que estaba Gabrielle, sino, te hubiera pateado el culo… - dijo sonriendo a Ainia mientras miraba la cara de pocos amigos que tenía la Amazona

En la habitación de los niños, estaba en silencio. Ambos estaban echados en la cama de Henry.

En la última habitación de la mansión de la alcaldesa y de la Sheriff, Emma estaba tumbada en la bañera con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás.
Estaba esperando a que Regina volviera de hacer su ronda por la casa, para cerrar puertas y ventanas y renovar los hechizos de protección que siempre ponían ella o Emma a la casa.
Estaba pensando en lo que había pasado aquella noche, en como aquellas desconocidas habían entrado en su fiesta de investidura y le habían pedido su ayuda para salvar la vida de su hija.
Estiro el cuello hacia atrás y abrió ligeramente la boca.
Regina acabo de hacer su ronda por la casa y de hacer los hechizos protectores que siempre hacían. Se encamino a su habitación y renovó el hechizo de insonorización de la habitación.
Se dirigió al baño, donde supuso encontraría a Emma, y allí estaba. Echada en la bañera, llena de espuma. Sonrió. Se desvistió tranquilamente sin apartar la vista de su prometida.
Se acercó despacio a la bañera, desnuda y aprovechó que Emma estiraba el cuello para posar allí sus labios rojos, haciendo que Emma suspirara.
- Mmmm…. – dijo Emma al sentir los labios de Regina en su cuello. Abrió los ojos y a largo las manos para hacer que Regina se metiera también en la bañera. – Mejor si estás aquí conmigo… - dijo mientras ayudaba a que Regina se sentara sobre sus piernas.
- Definitivamente si, querida… - dijo Regina poniéndose cómoda en los brazos de la rubia. – Mmmm… - dijo cerrando los ojos.
- Muchas gracias por todo, nena… - dijo Emma abrazándola más a ella y besándole el cuello.
- De nada querida… - dijo la morena sonriendo. – Muchas gracias por esto… - dijo sonriendo levantando la mano donde tenía el anillo puesto.
- ¿Te gusto…? – dijo mirando también la mano.
- Si… Es hermoso, ya te lo dije… - sonrió Regina mirando el anillo. - ¿Por qué me lo preguntas tanto? – dijo dándose la vuelta para mirarla.
- Te mereces todo lo mejor, Regina… - dijo la rubia con cara triste mirándola a los ojos. – Sé que tu primer matrimonio no fue algo que planeaste, que te casaste a la fuerza con mi abuelo. – comenzó la rubia apartando la mirada de esos ojos que tanto la hechizaban. – Y sé que con Daniel no pudiste casarte… - suspiro Emma mientras jugaba con la espuma. – Por eso quiero que conmigo sea perfecto para ti. Que sea la boda que siempre soñaste. Quiero que… - empezó Emma pero la boca de Regina la callo.
Regina miraba a la rubia a la cara. Cada palabra que decía. Y no pudo más que ir esbozando una sonrisa poco a poco a cada palabra que pronunciaba Emma. Hasta que ya no pudo más y la beso. Beso aquellos labios para que se callara. Para que dejara de decir entre líneas que ella no era buena para Regina.
Se separó un poco de la boca de Emma y la miro a los ojos.
- Nunca, escúchame bien, - dijo mirándola seriamente a esos ojos verdes azulados de la rubia.- nunca Emma, serás lo menos importante de mi vida. Tú y Henry sois las personas que más amo en mi vida y por las cuales daría mi vida. Eres mi Final Feliz, mi Amor Verdadero, Emma… Y siempre has sido tú… Y siempre serás tu… - dijo acariciando la mejilla de la rubia.
Emma, ante aquellas palabras de la morena, se inclinó con desesperación y le dio un beso con fuerza, apretando con sus manos la cadera de la morena hacia ella.
Regina gimió ante el beso de la rubia y pasó los brazos por el cuello de Emma, atrayéndola hacia ella la cabeza para que el beso fuera más profundo.

miércoles, 16 de julio de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 5

Capítulo 5

Estaban en plena fiesta, luego de que Regina le entregara la espada, Emma la empezó a admirar más detenidamente.
- Parece que le haces más caso a mis regalos que a mí esta noche… - dijo Regina acercándose a su prometida.
Emma alzo los ojos y sonrió a la morena.
- Me encanta, de verdad… - dijo poniéndola otra vez en la vaina y acercándose a Regina. – Mi Reina… - dijo atrapándola por la cintura e inclinándose a besarla.
Regina sonrió y correspondió al beso de la rubia, que poco a poco, iba subiendo de tono.
Emma atrajo más a la morena a su cuerpo, estrechándola contra ella, mientras que acariciaba la espalda de  la Evil Queen. Regina suspiro al notar las impacientes manos de la rubia en su espalda y como estas la acariciaban con impaciencia y como bajaban para agarrarla del culo, cosa que hizo que Regina jadeara de la impresión y abrió los ojos, separándose de los labios de Emma para mirarla con sorpresa.
- ¡Emma…! – dijo en un jadeo Regina.
Emma sonrió en el cuello de la morena.
- ¡Que…! – dijo en su cuello con una sonrisa. Le encantaba saber que era capad de dejar sin aliento a la mismísima Reina Malvada.
- Estamos en público… Por dios Emma… - dijo intentando separarse de ella sin éxito. -. Dejemos esto para cuando estemos en privado… - dijo en un gemido mientras sentía los labios de Emma en su cuello.
- Entonces…. – dijo Emma besándola en los labios. – Sera mejor que nos fuéramos a otro sitio, mas privado… - dijo con una sonrisa. Y al momento, aparecieron en el despacho de Regina en la alcaldía, en medio de un humo azulado. Porque, al estar juntas, las magias de ambas, cuando la hacían juntas era de tonos azulados. - ¿Qué te parece tu despacho del ayuntamiento? – dijo con una media sonrisa. – Me encanta hacerte el amor aquí… - dijo besándola con pasión mientras la apoyaba contra la mesa de la morena.
Regina no lo pudo resistir y solo lanzo un gemido entre los labios de Emma, mientras la rubia, desesperada con un movimiento de la mano, hizo desaparecer las ropas de ambas, dejándolas en ropa interior.
Emma se quedó mirando el cuerpo perfecto de Regina. Siempre le pasaba igual. Se quedaba embobada admirándolo. Subió una mano que tenía en la cintura de la morena, despacio, acariciando cada centímetro de piel, hasta la nuca, mientras que su mano izquierda agarraba con firmeza, la cintura de Regina.
Regina, mientras, también se perdía entre la visión que tenía delante. Acaricio el cuello de Emma, agarro fuertemente su nuca, se miraron a los ojos, y como si se sincronizaran, ambas se lanzaron a los labios de la otra con desesperación.
Emma hizo sentar a Regina sobre su mesa, acaricio la entrepierna de la morena sobre el tanga rojo fuego que tenía. La Evil Queen jadeo entre los besos de Emma. La rubia sonrió entre sus labios. Le encantaba esa sensación de dominación sobre la Reina Malvada.
Sin tiempo para dejarla respirar, Emma aparto la molesta prenda y de golpe, penetro a la morena con dos dedos. Los cuales, se movieron rápidamente arrancando de la morena jadeo tras jadeo, uno más fuerte que el otro, uno más desesperado que el otro…
Regina, jadeaba en los labios de la rubia. Apretara la nuca de la rubia, atrayéndola hacia ella, mientras los labios de Emma chupaban el cuello de la morena y sus dedos la mataban. Agarro a Emma del pelo, haciendo que se separara del cuello y que la mirara. Cuando sus miradas se encontraron, Regina gimió en un gran orgasmo, el cual Emma sonrió de lado y besándola, la hizo callar para no llamar la atención.
Emma saco los dedos de dentro de la morena y, sin apartar los ojos de Regina, se metió los dedos en la boca, saboreando el sabor de la morena. Al ver esto, Regina gimió de placer con los ojos llenos de lujuria y sin mediar palabra, empotro a Emma contra el sofá de al lado de la mesa y tumbo allí a Emma, sentándose encima de la rubia y quitándole con desesperación las prendas que le estorbaban.
La penetro con urgencia, queriéndole demostrar a la rubia lo excitaba que se sentía. Emma gimió ante la invasión, cerró los ojos y se arqueo de excitación.
Regina se inclinó y la beso con pasión, mientras que con la otra mano, acariciaba los pechos excitados de la rubia, la cual gemía en la boca de la morena.
Poco tiempo después, en el despacho se oyó los gemidos producidos por el orgasmo de la rubia.
Emma miro con una sonrisa a Regina, atrayéndola hacia ella para besarla con pasión.
- Te amo, mi Reina… - dijo entre sus labios.
Regina sonrió.
- Te amo, mi Caballero Blanco… - dijo Regina con una sonrisa.
Se quedaron unos minutos allí, una en, los brazos de la otra, acariciándose, compartiendo palabras de amor y besos y sonrisas.
- Será mejor volver… - dijo Regina levantándose.
Emma se lo impidió, atrayéndola otra vez sobre ella.
- Te amo Regina… - dijo entre sus labios.
Regina sonrió.
- Te amo Emma… - dijo devolviéndole el beso.
Se levantaron y se vistieron. Dejaron otra vez todo en su sitio y se bajaron a la fiesta, justo cuando las puertas del salón se abrían, dejando a todo el mundo en silencio mirando hacia la entrada para ver a las personas que allí estaban.
Las cuatro encapuchadas estaban en posición de defensa, no esperaban que hubiera tanta gente allí reunidas. Miraban a cada uno a la cara, esperando un ataque inminente.
Los habitantes de StoryBrooke miraban a las recién llegadas con algo de curiosidad y miedo.
Regina y Emma, que llegaban en ese momento, miraron con curiosidad a las recién llegadas. Se situaron al lado de Snow y James, que habían adoptado posición de defensa.
Las 4 encapuchadas empezaron a adentrarse en aquella sala, poco a poco, sin dejar de estar alerta ante algún posible ataque de aquellas personas. Se dirigen hacia las personas que estaban delante de los tronos. Despacio. Y siempre protegiendo al niño, que caminaba con ojos curiosos al lado de Asteria.
Mientras, Emma se situó ligeramente enfrente de Regina, al lado de su padre, que había puesto delante de Snow. Regina miro hacia un lado, buscando a su hijo y al hijo de Snow, y suspiro al ver como Ruby y la abuelita, los protegían detrás de ellas.
Ruby sintió la mirada de Regina, se giró levemente a mirarla y asintió, diciendo que los protegería con su vida. Regina le devolvió el asentimiento de cabeza con una leve sonrisa y miro hacia las desconocidas que se acercaban. Pudo vislumbrar entre ellas, los pies de un niño  ligeramente se relajó.
Las encapuchadas todavía no se habían quitado las capuchas que le cubrían la cara, dejando visibles las ropas que traían.
Eran extrañas y primitivas, como la armadura de la primera.
Al estar enfrente de aquellas personas, Xena y las Amazonas se pararon.
Emma y James se tensaron un poco más. No sabían cómo actuar. ¿Eran amigos o enemigos?
Emma se adelantó un poco, poniéndose enfrente de la que parecía la jefa de las 4. James intentó detenerla, igual que Regina y Snow, pero la rubia no les hizo caso.
- ¿Quiénes sois…? - dijo con voz calmada y serena y con una mano en la espada, por si tenía que cogerla. – ¿Qué queréis…?
Las 4 encapuchadas miraron a la rubia. Entonces, la primera, la que llevaba esa armadura se descubrió la cabeza, dejando ver un rostro hermoso de ojos azules y aspecto fiero. Con unos cabellos morenos largos.
La mujer de al lado tenía el pelo corto rubio, de ojos verdes y vestimenta de Amazona.
Las otras dos mujeres de atrás, tenían vestimentas de Amazona y una el pelo rubio largo, atado en una coleta, y  de ojos claros. La otra, era morena, de ojos oscuros. Y ambas de aspecto fiero. Cuidaban al niño, que tenía el pelo rubio y los ojos de un color azul cielo.
Miraron a Emma y a las personas que estaban a su espalda con atención.
- Me llamo… - empezó Xena pero una voz a su izquierda la interrumpió.
- ¿Xena, Gabrielle…? – dijo Mulán adelantándose a todo el mundo y llegando hacia donde estaban las guerreras.
Las aludidas miraron a su izquierda, para ver quién era las que las había llamado. Al darse cuenta de quién era, una sonrisa se abrió paso en sus caras.
- ¿Mulán…? – dijeron a la vez.
Mulán sonrió y se acercó a ellas y olas abrazó con una sonrisa.
- Pero… ¿Qué hacéis aquí, tan lejos de casa? – dijo la asiática separándose de ellas dos.
Xena y Gabrielle se miraron con una sonrisa triste.
- Nuestra hija ha sido secuestrada… - dijo Xena mirando a Mulán a los ojos.
- ¿Qué…? – dijo incrédula Mulán. – Pero… ¿Quién ha secuestrado a Eve?
- No lo sabemos… - dijo Gabrielle con una sonrisa triste y dándole la mano a Xena, quien se la apretó con cariño. - Hemos venido en busca de ayuda…
- Claro…. – dijo rápidamente la asiática. – Os ayudare…
Xena y Gabrielle se miraron.
- Serás bienvenida Mulán… Pero venimos en busca de otra persona… - dijo Xena mirando a Mulán. – No te ofendas…
Mulán la miro con curiosidad.
- Ejem… - dijo una voz detrás de Mulán, esta se dio la vuelta y vio a Emma, Regina y los demás que los miraban sin comprender. - ¿Mulán…? – dijo Emma.
Mulán se dio la vuelta.
- Oh lo siento Emma… - dijo Mulán a Emma, Regina, james y Snow. – Ellas son Xena, conocida como la Princesa Guerrera, y Gabrielle, Reina de las Amazonas y pareja de Xena. – dijo señalándolas. – Y ellos son, el Príncipe James Charming y la Princesa Snow White Charming, príncipes del Reino Blanco. Ella es Regina Mills, oh la Evil Queen, reina del Reino Oscuro. Y ella, - dijo señalando a Emma. – Es la Princesa Emma Swan, princesa del Reino Blanco eh hija de James y Snow, y prometida de Regina. También tiene otros títulos como La Salvadora, la Princesa Cisne y, hoy le acaban de otorgar el título de Sir Emma Swan, el Caballero Blanco.
Los aludidos asintieron a las personas mientras Mulán hacia las presentaciones.
Al nombrar a Emma, Gabrielle y Xena cruzaron una mirada y una sonrisa de esperanza, gesto que no pasó desapercibido para Regina, que enseguida frunció el ceño.
- Ellas son Asteria y Ainia. – dijo Gabrielle señalando a las dos Amazonas que se encontraban detrás de ellas abrazando al niño. – Dos de mis mejores Amazonas…  Y el, - dijo señalando al niño con una sonrisa. – Es Paris, nuestro hijo…
El pequeño, al oír su nombre, se acercó a su madre y se abrazó a ella.
- Mamá…. – dijo sonriendo a Gabrielle, que lo cogió con una sonrisa ante la atenta mirada de los habitantes del Bosque Encantado.
Regina y Snow sonrieron ante la espontaneidad del niño.
- Sed bienvenidas… Poneos cómodas. – dijo James con una sonrisa. – Cualquier amigo de Mulán es amigo nuestro también…
Las mujeres sonrieron ante las palabras del príncipe y se relajaron.

sábado, 12 de julio de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 4

Capítulo 4

Todo el mundo rompió en aplausos y vítores hacia la rubia, que sonreía sin parar ante lo que acababa de suceder.
Sus padres y Regina estaban sonrientes y felices. Henry, al acabar la ceremonia, se levantó de donde estaba sentado, y con su pequeño tío en la mano, se acercó a Emma y la felicitó.
- ¡Felicidades mamá! – dijo abrazando a su madre rubia.
Emma estrechó a su hijo entre sus brazos con una sonrisa. Sintió que alguien le daba unos pequeños golpes en la pierna. Al bajar la mirada, vio que era su pequeño hermano.
- Hey, enano. – dijo Emma mientras dejaba de abrazar a Henry y se agachaba a coger en brazos a su hermano.
- ¡Eicidades Ema! -  dijo Daniel sonriendo mientras lo cogía.
- Gracias pequeño. – dijo Emma dándole un beso en la mejilla.
Mientras era felicitada por su hijo y por su hermano, Regina y sus padres, se acercaron a felicitarla.
- Emma, cariño…. Felicidades… - dijo su madre abrazándola.
- Emma… - dijo su padre abrazándola después de que Snow la soltaba. – Felicidades, cariño….
Emma abrazo a sus padres bajo la atenta mirada de Regina y de todos los habitantes. Cuando se separó, Regina se acercó a Emma con una sonrisa en los labios.
Emma la miro a los ojos. Deseaba besarla. Estrecharla entre sus brazos y no soltarla jamás. Se fue acercando hacia su reina con una sonrisa en los labios y, cuando estuvo en frente de ella, inclino brevemente la cabeza.
- Mi Reina… - dijo la rubia sonriente.
Regina sonrió.
- Sir Swan… -dijo en tono formal.
Emma no lo soporto más y cogió por la cintura a la morena y la beso con pasión. Regina se sorprendió ante el ímpetu de la rubia, pero a los pocos segundos, ya le respondía al beso apasionado que le daba Emma.
Cuando se separaron sonriendo, vieron que todos los que estaban cerca estaban sonriendo mirándolas. Emma miro a Regina y de improviso se dio la vuelta hacia sus padres y hacia todos los allí presentes.
Cogió a Regina por la cintura y la sonrió.
- Atención, por favor. – dijo Emma dirigiéndose a todos. – Tengo una noticia que daros…. – miro  Regina. – Bueno, tenemos una noticia que daros.
Regina miro a la rubia con los ojos abiertos. No sería capaz de decirlo ahora.
- Emma… - empezó la morena.
Emma la callo con un beso.
- Sí Regina… - dijo mirándola. – Muchas gracias por esta sorpresa. La verdad no me la esperaba. Vine engañada, creyendo que solo sería una fiesta de disfraces y resulto ser también otra cosa. – dijo con una sonrisa mirándoles a todos. – Gracias a mis padres, a mi hijo a mi pequeño hermano y por supuesto a Regina… - dijo mirándoles a todos mientras los nombraba. – Pero hoy no solo yo he sido la sorprendida… - dijo e hizo una pausa. – Antes de llevar a cabo esta ceremonia, estuve a solas con la persona más maravillosa que he conocido. Sé que al principio no nos llevábamos ben, pero después de sufrir y reconciliarnos, nos enamoramos. Regina ha sido la persona a la que más he respetado cuando llegué a este pueblo. Desde el principio me fascino y no ha parado de hacerlo. – dijo con una sonrisa mientras miraba a su novia, ahora prometida. – Por eso. Porque a pesar de sus errores, errores que yo también cometí y por eso me siento identificada con ella, errores que ha sabido rectificar y ganarse no solo mi corazón, sino el de todos vosotros. Por eso… Por ser una madre magnífica, una madrastra protectora y una novia estupenda… - dijo mirándola con una sonrisa. Regina enrojecía con cada palabra de la rubia. – antes de esta ceremonia… Le pedí que se casara conmigo… Y ella acepto… - dijo Emma abrazando a una sonrojada Regina.
Todo el mundo fue a felicitarlas. Emma abrazaba a su prometida con una gran sonrisa. Regina no sabía dónde meterse con toda la felicidad que sentía. Amaba a aquella rubia. Se apretó a ella y se dio la vuelta y beso a la rubia con pasión, delante de todos.
Emma sonrió ante el beso de la morena y la miro con amor a los ojos.
- Mamá…. Ma… – dijo Henry acercándose. – Felicidades. – dijo abrazando Regina.
- Gracias cariño… - dijo Regina dándole un beso en la cabeza.
Después de la gran noticia, estaban todos hablando entre ellos.
Se acercó Ruby hacia su amiga rubia con una sonrisa.
- Hola Caballero… - dijo Ruby abrazándola. Emma sonrió. – Ya tienes más títulos que tu madre y tu padre juntos. – dijo guiñándole un ojo a Snow. – La Salvadora, Princesa Emma, Princesa Cisne, ahora Caballero Blanco….
Snow, Regina, Emma y Ruby rieron.
- La verdad es que si… - admitió la rubia.
- Por cierto, felicidades… - dijo mirando con cariño a Regina y a Emma. ­– Debo admitir que desde un principio sabía que vosotras dos acabaríais así…
Regina la miro con sorpresa.
- ¿En serio? – dijo Snow. – Tú eres mi amiga… Podrías habérmelo dicho…
Todas rieron.
- Emma… Te he traído un regalo… - dijo Ruby quitándose un colgante del cuello. – Es mi lobo de la suerte. Es mágico. Le pedí a Regina que lo hechizara. – dijo dándole el colgante del lobo. – Si un día estas en apuros, solo tienes que tocarlo, cerrar los ojos y pensar en mí y sentiré tu llamada.
Emma cogió el colgante mirándolo.
- Muchas gracias Ruby… - dijo dándole una sonrisa. – No me lo quitare nunca.
Regina cogió el colgante que le tendía la rubia y ayudó a ponérselo al cuello.
David se acercó por detrás de Ruby.
- Hablando de regalos… - dijo con una sonrisa. – Henry, Daniel y yo, te tenemos un presente… - dijo llamando con la mano a Henry y a su hijo. – Toma… - dijo dándole un magnifico puñal en plata y piedras preciosas.
Emma lo cogió con una sonrisa.
- Vaya… - dijo desenvainando el puñal. – Es magnífico. – dijo sonriendo. – Gracias papá, y chicos…. - dijo abrazando a los 3 hombres de su familia.
- Yo en cambio…. – dijo su madre con una sonrisa. – Te regalo este arco…. Unos pajaritos – dijo mirando a Regina y a Henry con una sonrisa. Sonrisa que los morenos correspondieron. – me han dicho que se te da bastante bien el tirio con arco. Así que… - dijo mientras le daba un arco y el carcaj lleno de flechas con plumas azules. – Aquí tienes. – dijo sonriendo. – Robin me ayudo un poco. Asique también es de su parte…
Emma le coge el arco y el carcaj que le da su madre y mira hacia el ladrón que levanta la copa de la que está bebiendo a modo de saludo.
- Gracias mamá… - dice sonriendo y pidiéndole a Regina que le ayude a ponérselo en la espalda. – Y gracias Hood… - dijo elevando un poco la voz.
- No hay de que Sir Swan… - dice el ladrón con una sonrisa y levantando la copa.
Mientras admiraba el arco junto a su prometida, Aurora y Philip se acercan seguidos de Mulán.
- Emma… Nosotros queremos también hacerte un presente. – dice Aurora con una sonrisa. – Este escudo es mágico. Esta echo de un material que no pesa. Por eso es tan ligero. Es así de negro porque es especial. Especial porque, como tú tienes magia, puedes canalizarla a través de él. – dice entregándole el escudo. – Espero que te guste.
Emma lo coge y comprobó que efectivamente era ligero. Bastante ligero. Miro preocupada al escudo.
- Tranquila Emma… Es efectivo… - dijo Philip con una sonrisa. – Yo mismo lo comprobé con Mulán…
Emma sonríe a los dos.
- Gracias de verdad… No teníais porque… - dijo abrazándoles.
- Te equivocas. Eres una gran mujer. Y te mereces todo… - dijo sonriente Aurora.
Emma sonrió ante ese comentario.
- Yo en cambio, - dijo Mulán acercándose. – te traigo esta Katana. Típica de mi tierra. – dijo entregándosela con una breve inclinación. – Los grandes guerreros de mi país, los guerreros samurái, las usan… - dice enseñándosela. - Según dice la leyenda, fue el herrero Amakuni, quien propuso un nuevo diseño de espada. Cuando murió, su alma se fragmento en miles de fragmentos y cada Katana lleva un trozo de esa alma.
- Gracias Mulán… - dijo Emma cogiendo la Katana. - Es un honor para mí tener una Katana como esta. – sonrió la rubia a la morena.
- Sir Swan… - dijo Kathryn acercándose de la mano de Frederick saludando con una sonrisa a los allí presentes. – En nombre de la honorable casa Midas, es para mí un honor acerté entrega de esta espada… - dijo haciendo un gesto a Frederick que le dio a la princesa Abigail la espada de oro y ésta a Emma. – Esta espada perteneció a vuestro padre, ¿no la reconocéis James? – dijo mirándolo con una sonrisa.
- Si… Con ella mate a ese dragón que asediaba vuestro reino… - dijo David con una sonrisa.
- Exacto… - dijo Abigail con una sonrisa. -  Es para mí un honor que la tengas Emma… Con ella el reino de Midas y el vuestro quedaran unidos en alianza… - y le entrego la espada.
- Gracias Kathryn… - la rubia cogió la espada con una sonrisa. – Pesa… - dijo sonriendo y haciendo sonreír a los presentes.
Después de Kathryn, se acercó Ariel y el príncipe Eric sonriendo.
- Emma… - dijo Ariel- Felicidades. – dijo abrazándola. – Nosotros también queremos darte un presente. – dijo mirando a Eric. – Con este colgante te queremos mostrar nuestra amistad. – dijo entregándole un magnifico colgante que tenía un Kraken en plata. – Es el símbolo de mi reino marino y el reino de Eric. Esto significa que tenemos una alianza contigo Emma… - dijo sonriente aurora.
Emma cogió el colgante y lo admiro. No era muy grande y tampoco pesaba mucho, pero era magnifico. Los ojos del Kraken eran dos rubís rojos, que al reflejo de las luces brillaban.
El señor Gold se acercó con Belle a su lado, y en un brazo llevaba doblada lo que parecía una capa.
- Señorita Swan… - dijo Gold llegando enfrente de la rubia. – Felicidades. Podemos decir que nuestra pequeña ciudad está protegida por un Sheriff completo al fin y al cabo… - dijo con una media sonrisa mirando a Emma.
Emma entrecerró los ojos.
- Gold… - advirtió Regina mientras estaba preparada para defender a su novia.
Rumpelstiltskin miro a Regina con una sonrisa.
- Querida… No voy a hacerle nada a tu Amor Verdadero… - dijo con una sonreía a Regina. - Solo la queremos felicitar Belle y yo. Y a traerle un presente… - dijo señalando lo que tenía en el brazo Belle.
Belle se acercó a Emma y le entrego el regalo.
- Muchas felicidades Emma. – dijo Belle con una sonrisa. – Espero que te guste. Es de nuestra parte…
Emma cogió lo que Belle le daba y al cogerlo vio que era una capa principesca. Abrió los ojos y la boca. Nunca había visto una capa como aquella. Oyó un jadeo a su lado y volvió la vista hacia su padre.
- Es mi capa… - dijo acercándose. -  Creí que ya no la tendríais… - dijo mirando a Gold.
Gold sonrió de lado.
- Nunca tiro nada, majestad… - señalo la capa. – Solo la guarde para un…. Futuro…
Snow miraba a su esposo con curiosidad.
- ¿James, que ocurre…? – dijo con curiosidad.
- El me ayudo a encontrarte… - dijo James mirando a Mary Margaret. – A cambio le di mi capa…
- Y ahora, vuelve a su familia… - dijo Gold con una sonrisa. – Espero que le guste nuestro presente, Sir Swan… - dijo mirando a la rubia y marchándose
Emma miro la capa con otros ojos.
- ¿De verdad era tuya…? – dijo Emma mirando a su padre.
- Si… - dijo James mirándola con una sonrisa. – No… - dijo cuando vio las intenciones de su hija de devolvérsela. – Ahora te pertenece, cariño…
Emma sonrió a su padre y Regina se la cogió para poder ponérsela.

Regina miraba en silencio todas las muestras de afecto y regalos que le daban a su prometida. Quiso ser la última. Su regalo era especial. Sonrió porque sabía que ahora era su turno. Se puso en frente de su prometida con una sonrisa.
- Sir Swan… - dijo Regina con una sonrisa. – De parte del Reino Oscuro, quiero hacerte entrega de esta espada… - dijo mientras hacia un movimiento de muñeca y en medio de un humo morado, apareció una magnifica espada. Con el filo negro y en la empuñadura de plata tenia los escudos del Reino Oscuro y del Reino Blanco. La vaina de la espada era de plata y tenía grabadas también los escudos de los dos reinos. – Es única. No existe ninguna igual a esta en este mundo ni en el Bosque encantado. Su filo negro te permitirá canalizar la magia que tienes y llevarla a través de ella. – se la entrego y Emma, con la boca abierta, desenvaino la espada y la admiro. – te enseñare como podrás canalizar tu magia a través de la espada.
- Dios… Gracias Regina… - dijo mirándola atentamente. – Es magnifica…- Los que estaban alrededor de ellas, miraron con asombro la espada. –Vaya… Es impresionante… - dijo la rubia con una sonrisa. Agarro a su prometida por la cintura y la beso con pasión.

Mientras todo esto ocurría, en la calle, no muy lejos de allí, 4 figuras a caballo llegaban por los límites del bosque y se acercaban hacia la ciudad de StoryBrooke.
- ¿Segura que es aquí? – dijo una figura debajo de la capucha.
- Eso dijo el Oráculo… - contestó otra.
- Los Oráculos pueden fallar… - dijo la primera que hablo.
- Este es fiable… - dijo la segunda en hablar.
- ¿Por qué si se puede saber? Solo porque la conoces de hace tiempo… - dijo en tono irónico.
La segunda iba a contestar de mala manera, pero otra figura se interpuso.
- Ya vale Ainia… Es suficiente… - dijo en tono serio.
Ainia miro fijamente a las dos figuras. Suspiro y bajo la mirada haciendo una reverencia.
- Lo siento, mi reina… - dijo.
La otra figura que estaba en silencio, sonrió.
- Mi reina… Ainia no sabe estar callada… - dijo con una sonrisa pasando al lado de la aludida. – Claro que confiamos en el Oráculo, lo que ocurre es que hemos tenido que venir hasta tan lejos en busca de ayuda… - dijo parándose delante de las figuras.
- Es cierto que hemos tenido que viajar muy lejos… - dijo la reina. – Pero se trata de Eve, Asteria… De mi hija… De nuestra hija… - dijo señalando a la otra persona encapuchada.
Asteria miro a la reina a los ojos y suspiro…
- Tienes razón… - dijo con un suspiro. – Perdóname Gabrielle…
La aludida sonrió y le alargo la mano.
- Tranquila… - dijo sonriendo. – Yo también estoy nerviosa.
- No perdamos tiempo… - dijo la otra encapuchada. -  Alguien estará a punto de despertarse y tendrá hambre… - dijo mirando al pequeño bulto que tenía entre los brazos, el cual se empezaba a mover.
Gabrielle miro hacia el bulto y vio que se empezaba a mover.
- Tienes razón Xena… - dijo acercándose a ella.
El bulto se movió en los brazos de la guerrera y se abrieron y dejaron verse unos ojos verdes, iguales a los de su madre, que al verla le sonrió.
- Mamá… - dijo en los brazos de Xena.
Gabrielle sonrió.
- Hola corazón… - dijo acariciando la mejilla del niño. - ¿Estas bien?
- Si… Estoy con mami… - dijo levantando la mirada para ver los ojos azules que lo miraban con amor.
- Claro mi bebe… - dijo Gabrielle.
Se acercó al niño y beso su cabeza y de paso le dio un beso en los labios a la dueña de esos ojos azules que tanto la enloquecían.
- Andando… - dijo la morena después de devolver el beso a Gabrielle. - Cuanto antes lleguemos mejor.
Se encaminaron hacia el salón donde tenía lugar la ceremonia de investidura de caballero.
Cuando llegaron, las 4 se bajaron del caballo y Xena le dio al niño a Asteria, que le sonrió con amor. Todas las amazonas amaban a ese niño. Era la combinación perfecta de Xena y Gabrielle, de la Princesa Guerrera y de la Reina Amazona.
Se encaminaron hacia la puerta, y cuando estaban en frente de la puerta, se giró hacia las Amazonas y con un movimiento de cabeza, las 3 Amazonas que estaban a su espalda, se pusieron en alerta. Xena, tras un asentimiento de cabeza de Gabrielle, empujo las puertas y todo el ruido que había en el interior, se calló….