Al llegar al lugar
donde se celebraba la fiesta, Emma y Henry bajan del coche de la a y se
encaminan hacia la puerta.
- Mamá estará
enfadada… Llegamos tarde ma… - decía Henry mientras iba detrás de su madre.
- Tranquilo chico…
Es mi fiesta de cumpleaños no empezaran sin nosotros… - decía mientras metía de
nuevo la espada en la vaina.
Henry rodo los
ojos y se puso a la par de la rubia mientras se situaban enfrente de la puerta
donde se celebraba la fiesta.
- Ya lo sé ma. Pero
a mamá no le gusta esperar. A ella le gusta la puntualidad. – dice nervioso el
chico.
Emma rueda los
ojos y le mira con una sonrisa.
- ¿Preparado
chico…? – dice mientras ponía las manos sobre las puertas dobles del salón del
ayuntamiento. Henry asintió y Emma las abrió de un empujón y se precipitaron
dentro de la sala. Ambos se quedaron con la boca abierta. – Vaya…
- Si… - dijo Henry
al lado de su madre.
Ambos se quedaron
con la boca abierta. La sala estaba decorada con varios estandartes negros y
blancos que representaban al Reino Oscuro y a su Reina, Regina, y al Reino
Blanco que representaban al Reino Blanco y a sus Príncipes Snow y James.
Había una mesa
enorme delante de 5 tronos de aspecto reales y encima de ella abundante comida.
Los habitantes de StoryBrooke estaban en pequeños grupos hablando y tomándose
algo. Pero lo que más impresiono a la rubia y a su hijo, era que estaban
vestidos como aparecían en el libro de Henry. Así, Ruby estaba con su vestido
escotado y su característica capa roja al lado de la abuelita que charlaba
animosamente con Archie, que estaba apoyado en su paraguas.
Vieron más
adelante a otros personajes de cuentos vestidos con sus ropas del Bosque
Encantado.
Cuando se abrieron
las puertas, todas las miradas se volvieron hacia las personas que habían entrado,
produciéndose un silencio.
Emma y Henry
miraban todo con una sonrisa mientras que desde los tronos, Regina, Snow y James
junto con el pequeño Daniel los miraban con una sonrisa.
- ¡Ema! – dijo el
pequeño al ver a su hermana. Se bajó de los brazos de su padre y fue corriendo
por el pasillo al encuentro de Emma, que al verlo se agacho para cogerlo en
brazos.
- Hola pequeñajo….
– dijo cogiéndolo y dándole un beso en la mejilla.
- Tas mu apa Ema…
- dijo poniéndole sus manitas en las mejillas de la rubia. – Eres el caballero
banco a que si…
- Si enano… - dijo
riendo la rubia.
- Mamá y papá son
pincipes y yo también lo soy, mia Ema. – dijo señalando a sus padres y a el
mismo. – Y Gina es una reina mu apa… - dijo señalando a la morena que sonrió al
comentario del pequeño.
Emma miro
sonriendo en la dirección que señalaba su hermano y se sorprendió al ver a la
morena en uno de sus antiguos vestidos de Evil Queen.
Levantó una ceja
al ver a la morena en ese traje tan sexy y sonrió de lado al ver el escote que
le hacía a Regina.
Se encamino hacia
la morena con su hermano en sus brazos y sin apartar los ojos de la morena.
Regina sonreía a
su novia y la miraba de arriba abajo. Debía admitir que la rubia se sentía bien
vestida con esa armadura. Levantó una ceja cuando la rubia se situó enfrente de
ella y se inclinó sin apartar los ojos de los de ella.
- Mi Reina… - dijo
la rubia con una sonrisa inclinándose. Se acercó a su novia y la cogió de la
cintura acercando sus labios y dándole un casto beso el cual hizo reír a
Regina.
Después del beso,
Emma saludo a sus padres con un beso y dejo a su pequeño hermano en el suelo,
que rápidamente se fue a jugar con Henry.
- Te sienta bien
la armadura, cariño. - dijo Mary Margaret mirando a su hija de arriba abajo. –
Aunque me alegraría más si hubieras elegido un vestido… - dijo en tono soñador.
Emma rodo los ojos
ante el comentario de su madre.
- Snow, cariño…
Emma le gusta esto… - dijo James sonriendo a su hija. – Además, es princesa y
es su cumpleaños. Puede hacer lo que quiera… - dijo guiñándole un ojo a su hija
de manera cómplice.
Emma sonrió a su
padre y se giró hacia Regina, que miraba la escena con una sonrisa.
- Mamá… Si usara
vestidos le quitaría el protagonismo a Regina. Ella los luce mejor que yo
créeme… Solo hay que verla… - dijo Emma mirando a su madre y diciendo lo último
mirando a la morena de arriba abajo con una sonrisa de lado.
Ante este
comentario, Regina se sonrojo.
- En eso estoy de
acuerdo… - dijo Regina mirando a Snow. – Nadie luce los vestidos como yo…
Todos rieron ante
el comentario de la morena.
Emma se giró a ver
su fiesta. La verdad es que desde pequeña había deseado celebrar una fiesta de
disfraces por su cumpleaños. Y nunca la tuvo. Una vez que se hizo mayor, dejo
de desearlo porque pensaba que nunca le darían esa sorpresa, pero allí estaba,
en su fiesta de disfraces de cumpleaños. Estaba
tan ilusionada que parecía una niña pequeña, todo estaba precioso tal y como
ella lo había imaginado, como si su novia le hubiera leído su mente.
Miro a su novia.
Estaba bellísima con ese vestido, a pesar que pertenecía a una etapa de su vida
que ella no quería recordar. Pero aun así, Regina se lo había puesto para ella.
Sonrió al ver como
hablaba con Ruby y con la abuelita. Amaba a aquella mujer. Y pensar que hace
unos cuantos años atrás, se odiaban.
- Esa es la Regina
que conocí hace mucho… - dijo su madre detrás de ella. – Nunca creí volver a
verla.
Emma miro a su
madre.
- Esta preciosa
con esa sonrisa… - dijo mirando a su novia.
- Temí que no
llegara a volver a mostrarla. – dijo Snow con un suspiro. – Por culpa de su
odio hacia mí.
Ambas miraron como
la morena interactuaba con los habitantes del bosque encantado.
- Es maravillosa
mamá… - dije en voz alta con una sonrisa en los labios.
Snow miro a su
hija y sonrió.
- Lo se hija… -
dijo abrazando a la rubia.
Regina, en ese
momento las descubrió mirándolas y les sonrió a ambas.
- Mamá… Discúlpame….
– dijo Emma mirando a su madre con una sonrisa. – Tengo que hacer una cosa… -
dijo guiñándole un ojo. – Luego te cuento… - y se marchó al encuentro de la
morena no sin antes darle un beso en la mejilla a su madre.
Cuando Emma estaba
cerca de la Reina Malvada, la agarró por la cintura por detrás y le beso el
cuello.
- Mmmm… - Dijo
Regina sabiendo perfectamente que era su novia. - ¿Quién osa sorprender a la
Reina Malvada por la espalda?
- Su Caballero
Blanco, mi Reina… - dijo Emma dándole un beso en el cuello. Cosa que le
encantaba hacerle a la morena.
- Mmmm… Entonces
si se lo permito… - dijo Regina dándose la vuelta en los brazos de la rubia
para estar cara a cara. – Y también le permito que me bese en los labios, si lo
desea… - dijo mirando los labios de la rubia.
Emma sonrió y se
inclinó para rozar sus labios con esos rojos que tanto le gustaban. Pero lo que
pretendía ser un beso suave se convirtió en un beso subido de tono. Mientras
las manos de la rubia acariciaban la cintura de la morena y esta agarraba la
cara de la rubia.
Se separaron
jadeantes y se miraron a los ojos.
- Gracias por la
fiesta… - dijo Emma con una sonrisa. – Siempre desee una fiesta de disfraces
por mi cumpleaños…
Regina sonrió a su
novia.
- No hay de que,
mi Caballero Blanco, mi princesa…. – dijo agarrando la cara de la rubia y
dándole un dulce beso en los labios.
Emma la miro con
amor. Ese era el momento. Lo sabía. Lo intuía. Se armó de valor.
- Regina….
¿Querrías acompañarme un momento fuera…? – dijo conteniendo el aliento.
Regina asintió y
ambas mujeres se marcharon, con las manos entrelazadas, por la puerta de atrás
hacia los límites del bosque.
Pasearon un
momento en silencio, admirando la noche estrellada.
Emma sentía la
tensión de la morena. Sabía que tenía que hablar enseguida oh Regina empezaría
a preguntar el por qué la había sacado de la fiesta.
Regina notaba el
nerviosismo de la rubia. Pero no dijo nada. La dejo para que ella hablara
cuando estuviera preparada.
- Regina… - empezó
a decir Emma. De repente se sitio nerviosa.
Regina la miro y
le apretó la mano.
- Dime Emma…
Emma se paró en un
claro del bosque y se giró hacia la morena. La miro a los ojos un momento,
perdiéndose en ellos por un breve instante. Esos ojos que tanto le gustaban.
Cogió aire y se armó de valor. Era Regina, su mujer, su Amor Verdadero, su
final feliz…
- Regina… Sé que
empezamos con mal pie. Peleábamos y discutíamos por todo. Incluso cuando me
eligieron Sheriff de StoryBrooke… Pero al final nos reconciliamos y nos
enamoramos. – miro a la morena a los ojos. – Tenemos un hijo maravilloso que
nos ama a las dos por igual. Mis padres te aman igual. Y qué decir de mi
pequeño hermano. – dijo sonriendo y haciendo a Regina sonreír. – Junto a ti
tengo por fin un hogar, una familia. Y no he sentido deseos de huir. Porque me
siento en casa. – miro largamente a la morena a los ojos. Transmitiéndole en
silencio todo el amor que sentía la rubia por ella. Suspiró. – Y quiero más.
Quiero estar todos los días junto a ti. Ser la primera persona que veas cuando
te despiertes, ser aquella que te abraza cuando lo necesita. Dicen que algo
como esto sólo se siente una vez en la vida. Dicen que cuando llega el
verdadero amor, se nota. Y en este tiempo he confirmado mis sospechas: te adoro
irremediablemente y no voy a luchar contra ello. Así que ahora quiero avanzar
en este camino de amor. Quiero más… Así que Regina Mills… - dijo la rubia
mientras se arrodillaba ante la Reina Malvada y sacaba un anillo de su bolsillo
y se lo ofrecía. - ¿Quieres convertirte en mi esposa?
Regina se quedó
con la boca abierta ante aquella declaración de la rubia. La verdad es que no
se esperaba esa proposición. Se suponía que era Emma la sorprendida esa noche,
pero esa confesión que le había hecho Emma la dejo sin palabras.
Había fantaseado
con eso exactamente, pero no se esperaba aquella proposición en aquel día. Miró
a los ojos a la rubia y sonrió. Se magino un futuro con ella.
Emma la miraba con
ojos atemorizada no sabía si las palabras que le había confesado a la morena no
sería lo suficiente para describir lo que sentía por ella...
- Si quiero… -
dijo sonriendo y tirándose, literalmente, encima de la rubia y besándola con
pasión.
Emma sonrió ante
el ímpetu de la morena y deslizo el anillo en el dedo de Regina. Ambas
admiraron el anillo con una sonrisa en los labios.
- ¿Te gusta…? –
dijo Emma mirando con amor a su ahora prometida.
- Si… ¿De dónde
sacaste el diamante? – dijo Regina mirando a Emma a los ojos sonriente.
- De las minas… -
dijo sonriendo. – Hace un mes fui a escondidas, mientras estaba patrullando. Lo
envié a Boston. A una joyería de allí. Les explique que si podían realizar un
anillo único, que contuviera este diamante. Le dije que era para pedirle
matrimonio al amor de mi vida y al poco me lo mandaron a casa de Mary Margaret
para que tu no lo vieras.
Regina miro el
anillo. Era hermoso y único. Sonrió mirando a Emma.
- Es hermoso… -
dijo mirándola. – Asique tu madre sabe de esto… - dijo levantando una ceja.
- No… No saben
nada… Cuando llegó, les dije que era un anillo que llevé a arreglar antes de
venir a StoryBrooke. – dijo sonriendo y besándola castamente.
Ambas sonrieron en
los labios de la otra y se levantaron.
- Sera mejor
volver… - dijo Regina mirándola. – ¿Se lo decimos?
- Yo creo que si…
- dijo Emma mirándola a los ojos. – Quiero decirle a todo el mundo que deseas
casarte conmigo. Que eres mi mujer completamente…
Se besaron con una
sonrisa y se encaminaron hacia el salón con una sonrisa en los labios y las
manos unidas.
Mientras, David
vio como Regina y Emma salían del salón y se acercó a su esposa.
- Cariño… Emma y
Regina se han ido. Aprovechemos para organizar todo para darle la sorpresa a
nuestra hija.
Snow miro a su
marido a los ojos.
- Muy bien cariño…
Ambos se
encaminaron al centro de la sala y empezaron a dar las ordenes correspondientes
organizar el salón para la ceremonia de nombramiento.
Al poco rato, el
salón ya estaba listo. Las mesas habían sido retiradas, dejando espacio
suficiente para despejar los tronos, donde se sentarían antes y después de la
ceremonia de investidura.
Snow miro con una
sonrisa a su esposo.
- Tranquila… -
dijo James abrazándola. – A ella le ara ilusión.
- Lo se cariño…
Pero me cuesta. Ella ya no es mi niña… - dijo abrazando a James.
En ese momento
Regina y Emma entraron con una sonrisa cogidas de la mano. Se acercaron a donde
estaban sus padres.
- He… ¿Qué ha
pasado aquí? – dijo Emma cuando llegaron a su altura.
Mary Margaret y
David miraron con una sonrisa a Regina y luego los tres a la rubia.
- Es tu regalo de
cumpleaños. De todos nosotros,
Emma… - dijo Regina con una sonrisa.
Emma la miro con
cara interrogante. ¿Su regalo de cumpleaños? Miro las caras de sus padres que
la miraban sonrientes, y mas alla vio las caras de todos los habitantes de
StoryBrooke que le devolvían la sonrisa. Vio a la princesa Aurora vestida de
gala, junto al príncipe Phillip y Mulan, que la miraban sonriente.
- ¿Qué pasa aquí?
– dijo extrañada al ver que todos se habían colocado formalmente y los miraban
en silencio.
- El abuelo te va
a nombrar caballero, Emma… - dijo Henry a su lado con una sonrisa.
Emma lo miro sin
comprender. ¿Cabalero? ¿A ella? Miró otra vez a sus padres y a su novia que se habían
separado de ella y se habían puesto enfrente de los tronos.
- Es cierto hija…
- dijo su padre sonriéndole. – Si no te importa… Comencemos…
James se adelantó un
paso, haciendo que Emma y Henry retrocedieran un par de pasos.
- Pero… - empezó a
decir Emma sin comprender. Pero su padre la calló con un gesto.
- Habitantes de
StoryBrooke y del Bosque Encantado. – empezó a decir. – Es para mí un gran
honor celebrar esta ceremonia. Nunca pensé que llegaría el día en que mi amada
hija fuera a nombrarla Caballero. Para mi es mi pequeña princesa, pero ella ya
no es tan pequeña. Es una fantástica mujer que nos salvó a todos del eterno
sueño que nos mantenía aquí. Es nuestra Salvadora. – dijo con una sonrisa
mirando a su hija. – una mujer que es capaz de dar todo por las personas que
ama. De sacrificarse para que las personas de su alrededor tengan por fin sus
finales felices. Incluso si ella tiene que sacrificar el suyo. – dijo
mirándola. – Pero, aun así, encontró su final feliz con otra de las personas
más maravillosas que conocí, a pesar de que ella también sufrió. – dijo mirando
a Regina. – Pero ellas encontraron su final feliz juntas. – dijo David
sonriendo. Emma miro sonriente a Regina, que de la emoción, se le escapó una
lágrima. – Por eso, hoy, en el día del cumpleaños de mi amada hija, su madre,
Regina, su hijo, su hermano pequeño y yo, queremos investirla caballero según
las antiguas tradiciones de nuestros reinos. Porque en ella se reúnen los
antiguos valores que deben reunir los candidatos a caballero.
Dicho esto, dio
una palmada y un chico poco más mayor que Henry se acercó a James llevando en
las manos una magnífica espada en cuya empuñadura tenían los escudos del Reino
Oscuro y del Reino Blanco.
Snow y Regina se
acercaron a James ante la mirada atónita de Emma.
Henry se quedó
detrás, cuidando de su pequeño tío que miraba la escena con total emoción.
- Emma, cariño… Arrodíllate
delante de nosotros… - dijo Mary Margaret mirando con amor a su hija.
Emma obedeció a su
madre y se arrodillo delante de ellos. Miro a la morena. Que la miraba toda
emocionada, y le sonrió.
Regina sonrió ante
las palabras de su suegro. Emma sería un gran Caballero. Ella reunía todos los
valores que se requerían para serlo.
James miro a su
hija arrodillada delante de él. Con una sonrisa cogió la espada que tenía el muchacho
en sus brazos, encima de un cojín rojo.
- Emma Swan
Charming, ¿juras defender a todos los habitantes de StoryBrooke y del Bosque
Encantado de los peligros que le acechen?
- Lo juro…
- ¿Juras lealtad y
proteger a la Reina del Reino Oscuro, – dijo señalando a Regina- a los
príncipes del Reino Blanco y a todos aquellos que soliciten de tu ayuda en par
de la justicia, la libertad y el honor?
- Lo juro…
- ¿Juras tener
presente siempre los valores de un buen caballero? ¿Valores como el valor, la
defensa de los más débiles, la humildad, la justicia, la templanza, la lealtad
y la nobleza?
- Lo juro…
James miro con una
sonrisa a su hija. Snow y Regina sonrieron ante cada respuesta de la rubia.
- Entonces… - dijo
James cogiendo la espada - Yo, príncipe James Charming del Reino Blanco… -
decía mientras que con la espada golpeaba suavemente con un toque en ambos hombros de la rubia. – Yo te
nombro Sir Emma Swan Charming, el Caballero Blanco… - dijo con una sonrisa a su
hija. – Levántate… Sir Swan…
Emma se levantó
con una sonrisa en los labios.
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