Estaban en plena
fiesta, luego de que Regina le entregara la espada, Emma la empezó a admirar más
detenidamente.
- Parece que le
haces más caso a mis regalos que a mí esta noche… - dijo Regina acercándose a
su prometida.
Emma alzo los ojos
y sonrió a la morena.
- Me encanta, de
verdad… - dijo poniéndola otra vez en la vaina y acercándose a Regina. – Mi
Reina… - dijo atrapándola por la cintura e inclinándose a besarla.
Regina sonrió y
correspondió al beso de la rubia, que poco a poco, iba subiendo de tono.
Emma atrajo más a
la morena a su cuerpo, estrechándola contra ella, mientras que acariciaba la
espalda de la Evil Queen. Regina suspiro
al notar las impacientes manos de la rubia en su espalda y como estas la acariciaban
con impaciencia y como bajaban para agarrarla del culo, cosa que hizo que
Regina jadeara de la impresión y abrió los ojos, separándose de los labios de
Emma para mirarla con sorpresa.
- ¡Emma…! – dijo
en un jadeo Regina.
Emma sonrió en el
cuello de la morena.
- ¡Que…! – dijo en
su cuello con una sonrisa. Le encantaba saber que era capad de dejar sin
aliento a la mismísima Reina Malvada.
- Estamos en
público… Por dios Emma… - dijo intentando separarse de ella sin éxito. -.
Dejemos esto para cuando estemos en privado… - dijo en un gemido mientras
sentía los labios de Emma en su cuello.
- Entonces…. –
dijo Emma besándola en los labios. – Sera mejor que nos fuéramos a otro sitio,
mas privado… - dijo con una sonrisa. Y al momento, aparecieron en el despacho
de Regina en la alcaldía, en medio de un humo azulado. Porque, al estar juntas,
las magias de ambas, cuando la hacían juntas era de tonos azulados. - ¿Qué te
parece tu despacho del ayuntamiento? – dijo con una media sonrisa. – Me encanta
hacerte el amor aquí… - dijo besándola con pasión mientras la apoyaba contra la
mesa de la morena.
Regina no lo pudo
resistir y solo lanzo un gemido entre los labios de Emma, mientras la rubia,
desesperada con un movimiento de la mano, hizo desaparecer las ropas de ambas,
dejándolas en ropa interior.
Emma se quedó
mirando el cuerpo perfecto de Regina. Siempre le pasaba igual. Se quedaba
embobada admirándolo. Subió una mano que tenía en la cintura de la morena,
despacio, acariciando cada centímetro de piel, hasta la nuca, mientras que su
mano izquierda agarraba con firmeza, la cintura de Regina.
Regina, mientras,
también se perdía entre la visión que tenía delante. Acaricio el cuello de
Emma, agarro fuertemente su nuca, se miraron a los ojos, y como si se
sincronizaran, ambas se lanzaron a los labios de la otra con desesperación.
Emma hizo sentar a
Regina sobre su mesa, acaricio la entrepierna de la morena sobre el tanga rojo
fuego que tenía. La Evil Queen jadeo entre los besos de Emma. La rubia sonrió
entre sus labios. Le encantaba esa sensación de dominación sobre la Reina
Malvada.
Sin tiempo para
dejarla respirar, Emma aparto la molesta prenda y de golpe, penetro a la morena
con dos dedos. Los cuales, se movieron rápidamente arrancando de la morena
jadeo tras jadeo, uno más fuerte que el otro, uno más desesperado que el otro…
Regina, jadeaba en
los labios de la rubia. Apretara la nuca de la rubia, atrayéndola hacia ella,
mientras los labios de Emma chupaban el cuello de la morena y sus dedos la
mataban. Agarro a Emma del pelo, haciendo que se separara del cuello y que la
mirara. Cuando sus miradas se encontraron, Regina gimió en un gran orgasmo, el
cual Emma sonrió de lado y besándola, la hizo callar para no llamar la
atención.
Emma saco los
dedos de dentro de la morena y, sin apartar los ojos de Regina, se metió los
dedos en la boca, saboreando el sabor de la morena. Al ver esto, Regina gimió
de placer con los ojos llenos de lujuria y sin mediar palabra, empotro a Emma
contra el sofá de al lado de la mesa y tumbo allí a Emma, sentándose encima de
la rubia y quitándole con desesperación las prendas que le estorbaban.
La penetro con
urgencia, queriéndole demostrar a la rubia lo excitaba que se sentía. Emma
gimió ante la invasión, cerró los ojos y se arqueo de excitación.
Regina se inclinó
y la beso con pasión, mientras que con la otra mano, acariciaba los pechos
excitados de la rubia, la cual gemía en la boca de la morena.
Poco tiempo
después, en el despacho se oyó los gemidos producidos por el orgasmo de la
rubia.
Emma miro con una
sonrisa a Regina, atrayéndola hacia ella para besarla con pasión.
- Te amo, mi
Reina… - dijo entre sus labios.
Regina sonrió.
- Te amo, mi
Caballero Blanco… - dijo Regina con una sonrisa.
Se quedaron unos
minutos allí, una en, los brazos de la otra, acariciándose, compartiendo
palabras de amor y besos y sonrisas.
- Será mejor
volver… - dijo Regina levantándose.
Emma se lo
impidió, atrayéndola otra vez sobre ella.
- Te amo Regina… -
dijo entre sus labios.
Regina sonrió.
- Te amo Emma… -
dijo devolviéndole el beso.
Se levantaron y se
vistieron. Dejaron otra vez todo en su sitio y se bajaron a la fiesta, justo
cuando las puertas del salón se abrían, dejando a todo el mundo en silencio
mirando hacia la entrada para ver a las personas que allí estaban.
Las cuatro
encapuchadas estaban en posición de defensa, no esperaban que hubiera tanta
gente allí reunidas. Miraban a cada uno a la cara, esperando un ataque
inminente.
Los habitantes de
StoryBrooke miraban a las recién llegadas con algo de curiosidad y miedo.
Regina y Emma, que
llegaban en ese momento, miraron con curiosidad a las recién llegadas. Se
situaron al lado de Snow y James, que habían adoptado posición de defensa.
Las 4 encapuchadas
empezaron a adentrarse en aquella sala, poco a poco, sin dejar de estar alerta
ante algún posible ataque de aquellas personas. Se dirigen hacia las personas
que estaban delante de los tronos. Despacio. Y siempre protegiendo al niño, que
caminaba con ojos curiosos al lado de Asteria.
Mientras, Emma se situó
ligeramente enfrente de Regina, al lado de su padre, que había puesto delante
de Snow. Regina miro hacia un lado, buscando a su hijo y al hijo de Snow, y
suspiro al ver como Ruby y la abuelita, los protegían detrás de ellas.
Ruby sintió la
mirada de Regina, se giró levemente a mirarla y asintió, diciendo que los
protegería con su vida. Regina le devolvió el asentimiento de cabeza con una
leve sonrisa y miro hacia las desconocidas que se acercaban. Pudo vislumbrar
entre ellas, los pies de un niño
ligeramente se relajó.
Las encapuchadas
todavía no se habían quitado las capuchas que le cubrían la cara, dejando
visibles las ropas que traían.
Eran extrañas y
primitivas, como la armadura de la primera.
Al estar enfrente
de aquellas personas, Xena y las Amazonas se pararon.
Emma y James se
tensaron un poco más. No sabían cómo actuar. ¿Eran amigos o enemigos?
Emma se adelantó
un poco, poniéndose enfrente de la que parecía la jefa de las 4. James intentó
detenerla, igual que Regina y Snow, pero la rubia no les hizo caso.
- ¿Quiénes sois…?
- dijo con voz calmada y serena y con una mano en la espada, por si tenía que
cogerla. – ¿Qué queréis…?
Las 4 encapuchadas
miraron a la rubia. Entonces, la primera, la que llevaba esa armadura se
descubrió la cabeza, dejando ver un rostro hermoso de ojos azules y aspecto
fiero. Con unos cabellos morenos largos.
La mujer de al
lado tenía el pelo corto rubio, de ojos verdes y vestimenta de Amazona.
Las otras dos
mujeres de atrás, tenían vestimentas de Amazona y una el pelo rubio largo,
atado en una coleta, y de ojos claros.
La otra, era morena, de ojos oscuros. Y ambas de aspecto fiero. Cuidaban al
niño, que tenía el pelo rubio y los ojos de un color azul cielo.
Miraron a Emma y a
las personas que estaban a su espalda con atención.
- Me llamo… -
empezó Xena pero una voz a su izquierda la interrumpió.
- ¿Xena,
Gabrielle…? – dijo Mulán adelantándose a todo el mundo y llegando hacia donde
estaban las guerreras.
Las aludidas
miraron a su izquierda, para ver quién era las que las había llamado. Al darse
cuenta de quién era, una sonrisa se abrió paso en sus caras.
- ¿Mulán…? –
dijeron a la vez.
Mulán sonrió y se
acercó a ellas y olas abrazó con una sonrisa.
- Pero… ¿Qué
hacéis aquí, tan lejos de casa? – dijo la asiática separándose de ellas dos.
Xena y Gabrielle
se miraron con una sonrisa triste.
- Nuestra hija ha
sido secuestrada… - dijo Xena mirando a Mulán a los ojos.
- ¿Qué…? – dijo
incrédula Mulán. – Pero… ¿Quién ha secuestrado a Eve?
- No lo sabemos… -
dijo Gabrielle con una sonrisa triste y dándole la mano a Xena, quien se la
apretó con cariño. - Hemos venido en busca de ayuda…
- Claro…. – dijo
rápidamente la asiática. – Os ayudare…
Xena y Gabrielle
se miraron.
- Serás bienvenida
Mulán… Pero venimos en busca de otra persona… - dijo Xena mirando a Mulán. – No
te ofendas…
Mulán la miro con curiosidad.
- Ejem… - dijo una
voz detrás de Mulán, esta se dio la vuelta y vio a Emma, Regina y los demás que
los miraban sin comprender. - ¿Mulán…? – dijo Emma.
Mulán se dio la
vuelta.
- Oh lo siento
Emma… - dijo Mulán a Emma, Regina, james y Snow. – Ellas son Xena, conocida
como la Princesa Guerrera, y Gabrielle, Reina de las Amazonas y pareja de Xena.
– dijo señalándolas. – Y ellos son, el Príncipe James Charming y la Princesa
Snow White Charming, príncipes del Reino Blanco. Ella es Regina Mills, oh la Evil
Queen, reina del Reino Oscuro. Y ella, - dijo señalando a Emma. – Es la
Princesa Emma Swan, princesa del Reino Blanco eh hija de James y Snow, y
prometida de Regina. También tiene otros títulos como La Salvadora, la Princesa
Cisne y, hoy le acaban de otorgar el título de Sir Emma Swan, el Caballero
Blanco.
Los aludidos
asintieron a las personas mientras Mulán hacia las presentaciones.
Al nombrar a Emma,
Gabrielle y Xena cruzaron una mirada y una sonrisa de esperanza, gesto que no
pasó desapercibido para Regina, que enseguida frunció el ceño.
- Ellas son Asteria
y Ainia. – dijo Gabrielle señalando a las dos Amazonas que se encontraban
detrás de ellas abrazando al niño. – Dos de mis mejores Amazonas… Y el, - dijo señalando al niño con una
sonrisa. – Es Paris, nuestro hijo…
El pequeño, al oír
su nombre, se acercó a su madre y se abrazó a ella.
- Mamá…. – dijo
sonriendo a Gabrielle, que lo cogió con una sonrisa ante la atenta mirada de
los habitantes del Bosque Encantado.
Regina y Snow sonrieron
ante la espontaneidad del niño.
- Sed bienvenidas…
Poneos cómodas. – dijo James con una sonrisa. – Cualquier amigo de Mulán es
amigo nuestro también…
Las mujeres
sonrieron ante las palabras del príncipe y se relajaron.
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