Todo el mundo
rompió en aplausos y vítores hacia la rubia, que sonreía sin parar ante lo que
acababa de suceder.
Sus padres y
Regina estaban sonrientes y felices. Henry, al acabar la ceremonia, se levantó
de donde estaba sentado, y con su pequeño tío en la mano, se acercó a Emma y la
felicitó.
- ¡Felicidades
mamá! – dijo abrazando a su madre rubia.
Emma estrechó a su
hijo entre sus brazos con una sonrisa. Sintió que alguien le daba unos pequeños
golpes en la pierna. Al bajar la mirada, vio que era su pequeño hermano.
- Hey, enano. –
dijo Emma mientras dejaba de abrazar a Henry y se agachaba a coger en brazos a
su hermano.
- ¡Eicidades Ema!
- dijo Daniel sonriendo mientras lo cogía.
- Gracias pequeño.
– dijo Emma dándole un beso en la mejilla.
Mientras era
felicitada por su hijo y por su hermano, Regina y sus padres, se acercaron a
felicitarla.
- Emma, cariño….
Felicidades… - dijo su madre abrazándola.
- Emma… - dijo su
padre abrazándola después de que Snow la soltaba. – Felicidades, cariño….
Emma abrazo a sus
padres bajo la atenta mirada de Regina y de todos los habitantes. Cuando se
separó, Regina se acercó a Emma con una sonrisa en los labios.
Emma la miro a los
ojos. Deseaba besarla. Estrecharla entre sus brazos y no soltarla jamás. Se fue
acercando hacia su reina con una sonrisa en los labios y, cuando estuvo en
frente de ella, inclino brevemente la cabeza.
- Mi Reina… - dijo
la rubia sonriente.
Regina sonrió.
- Sir Swan… -dijo
en tono formal.
Emma no lo soporto
más y cogió por la cintura a la morena y la beso con pasión. Regina se
sorprendió ante el ímpetu de la rubia, pero a los pocos segundos, ya le
respondía al beso apasionado que le daba Emma.
Cuando se
separaron sonriendo, vieron que todos los que estaban cerca estaban sonriendo
mirándolas. Emma miro a Regina y de improviso se dio la vuelta hacia sus padres
y hacia todos los allí presentes.
Cogió a Regina por
la cintura y la sonrió.
- Atención, por
favor. – dijo Emma dirigiéndose a todos. – Tengo una noticia que daros…. –
miro Regina. – Bueno, tenemos una
noticia que daros.
Regina miro a la
rubia con los ojos abiertos. No sería capaz de decirlo ahora.
- Emma… - empezó
la morena.
Emma la callo con
un beso.
- Sí Regina… - dijo
mirándola. – Muchas gracias por esta sorpresa. La verdad no me la esperaba.
Vine engañada, creyendo que solo sería una fiesta de disfraces y resulto ser
también otra cosa. – dijo con una sonrisa mirándoles a todos. – Gracias a mis
padres, a mi hijo a mi pequeño hermano y por supuesto a Regina… - dijo
mirándoles a todos mientras los nombraba. – Pero hoy no solo yo he sido la
sorprendida… - dijo e hizo una pausa. – Antes de llevar a cabo esta ceremonia,
estuve a solas con la persona más maravillosa que he conocido. Sé que al
principio no nos llevábamos ben, pero después de sufrir y reconciliarnos, nos
enamoramos. Regina ha sido la persona a la que más he respetado cuando llegué a
este pueblo. Desde el principio me fascino y no ha parado de hacerlo. – dijo con
una sonrisa mientras miraba a su novia, ahora prometida. – Por eso. Porque a
pesar de sus errores, errores que yo también cometí y por eso me siento
identificada con ella, errores que ha sabido rectificar y ganarse no solo mi
corazón, sino el de todos vosotros. Por eso… Por ser una madre magnífica, una
madrastra protectora y una novia estupenda… - dijo mirándola con una sonrisa.
Regina enrojecía con cada palabra de la rubia. – antes de esta ceremonia… Le
pedí que se casara conmigo… Y ella acepto… - dijo Emma abrazando a una
sonrojada Regina.
Todo el mundo fue
a felicitarlas. Emma abrazaba a su prometida con una gran sonrisa. Regina no
sabía dónde meterse con toda la felicidad que sentía. Amaba a aquella rubia. Se
apretó a ella y se dio la vuelta y beso a la rubia con pasión, delante de
todos.
Emma sonrió ante
el beso de la morena y la miro con amor a los ojos.
- Mamá…. Ma… –
dijo Henry acercándose. – Felicidades. – dijo abrazando Regina.
- Gracias cariño…
- dijo Regina dándole un beso en la cabeza.
Después de la gran
noticia, estaban todos hablando entre ellos.
Se acercó Ruby
hacia su amiga rubia con una sonrisa.
- Hola Caballero…
- dijo Ruby abrazándola. Emma sonrió. – Ya tienes más títulos que tu madre y tu
padre juntos. – dijo guiñándole un ojo a Snow. – La Salvadora, Princesa Emma,
Princesa Cisne, ahora Caballero Blanco….
Snow, Regina, Emma
y Ruby rieron.
- La verdad es que
si… - admitió la rubia.
- Por cierto,
felicidades… - dijo mirando con cariño a Regina y a Emma. – Debo admitir que
desde un principio sabía que vosotras dos acabaríais así…
Regina la miro con
sorpresa.
- ¿En serio? –
dijo Snow. – Tú eres mi amiga… Podrías habérmelo dicho…
Todas rieron.
- Emma… Te he
traído un regalo… - dijo Ruby quitándose un colgante del cuello. – Es mi lobo
de la suerte. Es mágico. Le pedí a Regina que lo hechizara. – dijo dándole el
colgante del lobo. – Si un día estas en apuros, solo tienes que tocarlo, cerrar
los ojos y pensar en mí y sentiré tu llamada.
Emma cogió el
colgante mirándolo.
- Muchas gracias
Ruby… - dijo dándole una sonrisa. – No me lo quitare nunca.
Regina cogió el
colgante que le tendía la rubia y ayudó a ponérselo al cuello.
David se acercó
por detrás de Ruby.
- Hablando de
regalos… - dijo con una sonrisa. – Henry, Daniel y yo, te tenemos un presente…
- dijo llamando con la mano a Henry y a su hijo. – Toma… - dijo dándole un
magnifico puñal en plata y piedras preciosas.
Emma lo cogió con
una sonrisa.
- Vaya… - dijo
desenvainando el puñal. – Es magnífico. – dijo sonriendo. – Gracias papá, y
chicos…. - dijo abrazando a los 3 hombres de su familia.
- Yo en cambio…. –
dijo su madre con una sonrisa. – Te regalo este arco…. Unos pajaritos – dijo
mirando a Regina y a Henry con una sonrisa. Sonrisa que los morenos correspondieron.
– me han dicho que se te da bastante bien el tirio con arco. Así que… - dijo
mientras le daba un arco y el carcaj lleno de flechas con plumas azules. – Aquí
tienes. – dijo sonriendo. – Robin me ayudo un poco. Asique también es de su
parte…
Emma le coge el
arco y el carcaj que le da su madre y mira hacia el ladrón que levanta la copa
de la que está bebiendo a modo de saludo.
- Gracias mamá… -
dice sonriendo y pidiéndole a Regina que le ayude a ponérselo en la espalda. –
Y gracias Hood… - dijo elevando un poco la voz.
- No hay de que
Sir Swan… - dice el ladrón con una sonrisa y levantando la copa.
Mientras admiraba
el arco junto a su prometida, Aurora y Philip se acercan seguidos de Mulán.
- Emma… Nosotros
queremos también hacerte un presente. – dice Aurora con una sonrisa. – Este escudo
es mágico. Esta echo de un material que no pesa. Por eso es tan ligero. Es así
de negro porque es especial. Especial porque, como tú tienes magia, puedes
canalizarla a través de él. – dice entregándole el escudo. – Espero que te
guste.
Emma lo coge y comprobó
que efectivamente era ligero. Bastante ligero. Miro preocupada al escudo.
- Tranquila Emma…
Es efectivo… - dijo Philip con una sonrisa. – Yo mismo lo comprobé con Mulán…
Emma sonríe a los
dos.
- Gracias de
verdad… No teníais porque… - dijo abrazándoles.
- Te equivocas.
Eres una gran mujer. Y te mereces todo… - dijo sonriente Aurora.
Emma sonrió ante
ese comentario.
- Yo en cambio, -
dijo Mulán acercándose. – te traigo esta Katana. Típica de mi tierra. – dijo
entregándosela con una breve inclinación. – Los grandes guerreros de mi país,
los guerreros samurái, las usan… - dice enseñándosela. - Según dice la leyenda,
fue el herrero Amakuni, quien propuso un nuevo diseño de espada. Cuando murió,
su alma se fragmento en miles de fragmentos y cada Katana lleva un trozo de esa
alma.
- Gracias Mulán… -
dijo Emma cogiendo la Katana. - Es un honor para mí tener una Katana como esta.
– sonrió la rubia a la morena.
- Sir Swan… - dijo
Kathryn acercándose de la mano de Frederick saludando con una sonrisa a los allí
presentes. – En nombre de la honorable casa Midas, es para mí un honor acerté
entrega de esta espada… - dijo haciendo un gesto a Frederick que le dio a la
princesa Abigail la espada de oro y ésta a Emma. – Esta espada perteneció a
vuestro padre, ¿no la reconocéis James? – dijo mirándolo con una sonrisa.
- Si… Con ella
mate a ese dragón que asediaba vuestro reino… - dijo David con una sonrisa.
- Exacto… - dijo
Abigail con una sonrisa. - Es para mí un
honor que la tengas Emma… Con ella el reino de Midas y el vuestro quedaran
unidos en alianza… - y le entrego la espada.
- Gracias Kathryn…
- la rubia cogió la espada con una sonrisa. – Pesa… - dijo sonriendo y haciendo
sonreír a los presentes.
Después de
Kathryn, se acercó Ariel y el príncipe Eric sonriendo.
- Emma… - dijo
Ariel- Felicidades. – dijo abrazándola. – Nosotros también queremos darte un
presente. – dijo mirando a Eric. – Con este colgante te queremos mostrar
nuestra amistad. – dijo entregándole un magnifico colgante que tenía un Kraken
en plata. – Es el símbolo de mi reino marino y el reino de Eric. Esto significa
que tenemos una alianza contigo Emma… - dijo sonriente aurora.
Emma cogió el
colgante y lo admiro. No era muy grande y tampoco pesaba mucho, pero era
magnifico. Los ojos del Kraken eran dos rubís rojos, que al reflejo de las
luces brillaban.
El señor Gold se acercó
con Belle a su lado, y en un brazo llevaba doblada lo que parecía una capa.
- Señorita Swan… -
dijo Gold llegando enfrente de la rubia. – Felicidades. Podemos decir que
nuestra pequeña ciudad está protegida por un Sheriff completo al fin y al cabo…
- dijo con una media sonrisa mirando a Emma.
Emma entrecerró
los ojos.
- Gold… - advirtió
Regina mientras estaba preparada para defender a su novia.
Rumpelstiltskin
miro a Regina con una sonrisa.
- Querida… No voy
a hacerle nada a tu Amor Verdadero… - dijo con una sonreía a Regina. - Solo la
queremos felicitar Belle y yo. Y a traerle un presente… - dijo señalando lo que
tenía en el brazo Belle.
Belle se acercó a
Emma y le entrego el regalo.
- Muchas
felicidades Emma. – dijo Belle con una sonrisa. – Espero que te guste. Es
de nuestra parte…
Emma cogió lo que
Belle le daba y al cogerlo vio que era una capa principesca. Abrió los ojos y
la boca. Nunca había visto una capa como aquella. Oyó un jadeo a su lado y
volvió la vista hacia su padre.
- Es mi capa… -
dijo acercándose. - Creí que ya no la
tendríais… - dijo mirando a Gold.
Gold sonrió de
lado.
- Nunca tiro nada,
majestad… - señalo la capa. – Solo la guarde para un…. Futuro…
Snow miraba a su
esposo con curiosidad.
- ¿James, que ocurre…?
– dijo con curiosidad.
- El me ayudo a
encontrarte… - dijo James mirando a Mary Margaret. – A cambio le di mi capa…
- Y ahora, vuelve
a su familia… - dijo Gold con una sonrisa. – Espero que le guste nuestro
presente, Sir Swan… - dijo mirando a la rubia y marchándose
Emma miro la capa
con otros ojos.
- ¿De verdad era
tuya…? – dijo Emma mirando a su padre.
- Si… - dijo James
mirándola con una sonrisa. – No… - dijo cuando vio las intenciones de su hija
de devolvérsela. – Ahora te pertenece, cariño…
Emma sonrió a su
padre y Regina se la cogió para poder ponérsela.
Regina miraba en
silencio todas las muestras de afecto y regalos que le daban a su prometida.
Quiso ser la última. Su regalo era especial. Sonrió porque sabía que ahora era
su turno. Se puso en frente de su prometida con una sonrisa.
- Sir Swan… - dijo
Regina con una sonrisa. – De parte del Reino Oscuro, quiero hacerte entrega de
esta espada… - dijo mientras hacia un movimiento de muñeca y en medio de un
humo morado, apareció una magnifica espada. Con el filo negro y en la
empuñadura de plata tenia los escudos del Reino Oscuro y del Reino Blanco. La
vaina de la espada era de plata y tenía grabadas también los escudos de los dos
reinos. – Es única. No existe ninguna igual a esta en este mundo ni en el
Bosque encantado. Su filo negro te permitirá canalizar la magia que tienes y
llevarla a través de ella. – se la entrego y Emma, con la boca abierta,
desenvaino la espada y la admiro. – te enseñare como podrás canalizar tu magia
a través de la espada.
- Dios… Gracias
Regina… - dijo mirándola atentamente. – Es magnifica…- Los que estaban
alrededor de ellas, miraron con asombro la espada. –Vaya… Es impresionante… -
dijo la rubia con una sonrisa. Agarro a su prometida por la cintura y la beso
con pasión.
Mientras todo esto
ocurría, en la calle, no muy lejos de allí, 4 figuras a caballo llegaban por
los límites del bosque y se acercaban hacia la ciudad de StoryBrooke.
- ¿Segura que es
aquí? – dijo una figura debajo de la capucha.
- Eso dijo el
Oráculo… - contestó otra.
- Los Oráculos
pueden fallar… - dijo la primera que hablo.
- Este es fiable…
- dijo la segunda en hablar.
- ¿Por qué si se
puede saber? Solo porque la conoces de hace tiempo… - dijo en tono irónico.
La segunda iba a
contestar de mala manera, pero otra figura se interpuso.
- Ya vale Ainia…
Es suficiente… - dijo en tono serio.
Ainia miro
fijamente a las dos figuras. Suspiro y bajo la mirada haciendo una reverencia.
- Lo siento, mi
reina… - dijo.
La otra figura que
estaba en silencio, sonrió.
- Mi reina… Ainia
no sabe estar callada… - dijo con una sonrisa pasando al lado de la aludida. –
Claro que confiamos en el Oráculo, lo que ocurre es que hemos tenido que venir
hasta tan lejos en busca de ayuda… - dijo parándose delante de las figuras.
- Es cierto que hemos
tenido que viajar muy lejos… - dijo la reina. – Pero se trata de Eve, Asteria… De
mi hija… De nuestra hija… - dijo señalando a la otra persona encapuchada.
Asteria miro a la
reina a los ojos y suspiro…
- Tienes razón… -
dijo con un suspiro. – Perdóname Gabrielle…
La aludida sonrió
y le alargo la mano.
- Tranquila… -
dijo sonriendo. – Yo también estoy nerviosa.
- No perdamos
tiempo… - dijo la otra encapuchada. -
Alguien estará a punto de despertarse y tendrá hambre… - dijo mirando al
pequeño bulto que tenía entre los brazos, el cual se empezaba a mover.
Gabrielle miro
hacia el bulto y vio que se empezaba a mover.
- Tienes razón
Xena… - dijo acercándose a ella.
El bulto se movió
en los brazos de la guerrera y se abrieron y dejaron verse unos ojos verdes,
iguales a los de su madre, que al verla le sonrió.
- Mamá… - dijo en
los brazos de Xena.
Gabrielle sonrió.
- Hola corazón… -
dijo acariciando la mejilla del niño. - ¿Estas bien?
- Si… Estoy con
mami… - dijo levantando la mirada para ver los ojos azules que lo miraban con
amor.
- Claro mi bebe… -
dijo Gabrielle.
Se acercó al niño
y beso su cabeza y de paso le dio un beso en los labios a la dueña de esos ojos
azules que tanto la enloquecían.
- Andando… - dijo
la morena después de devolver el beso a Gabrielle. - Cuanto antes lleguemos
mejor.
Se encaminaron
hacia el salón donde tenía lugar la ceremonia de investidura de caballero.
Cuando llegaron,
las 4 se bajaron del caballo y Xena le dio al niño a Asteria, que le sonrió con
amor. Todas las amazonas amaban a ese niño. Era la combinación perfecta de Xena
y Gabrielle, de la Princesa Guerrera y de la Reina Amazona.
Se encaminaron
hacia la puerta, y cuando estaban en frente de la puerta, se giró hacia las Amazonas
y con un movimiento de cabeza, las 3 Amazonas que estaban a su espalda, se
pusieron en alerta. Xena, tras un asentimiento de cabeza de Gabrielle, empujo
las puertas y todo el ruido que había en el interior, se calló….
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