Translate

viernes, 6 de febrero de 2015

Sentimientos Encontrados: Capítulo 1

Capítulo 1

Elsa estaba mirando por las ventanas de su palacio en Arendelle, Miraba como los habitantes de su reino se divertían en la nieve. Sonrió al ver como unos niños participaban en una guerra de bolas de nieve.
Suspiro y una sonrisa mayor se asomó en sus labios. Desde que había vuelto de StoryBrooke, su vida había dado un giro de 360º. Y no es para menos.
Tenía a su hermana ya casada y tan energética como siempre, había introducido nuevas festividades en las cuales todo su reino participaba y lo más importante, su reino prosperaba.
Pero Elsa no estaba tan contenta.
Echaba de menos a sus amigos de StoryBrooke, a Mary Margaret, a David, pero sobre todo, a Emma.
Sonrió al recordar a la rubia Sheriff.
La echaba de menos. Recordó los días pasados en StoryBrooke, cuando la ayudo en la búsqueda de su hermana, cuando derrotaron a Ingrid…
Suspiro al recordar todo aquello, pensando en ya había pasado dos años de aquello y no había tenido todavía noticias de ella ni de los demás habitantes de StoryBrooke.
Se dio la vuelta y se encamino hacia su trono, sentándose en él. Hoy tocaba audiencia con los habitantes de su reino, escuchar los problemas de sus súbditos e intentar solucionarlos.
Con un suspiro le hizo una señal con la cabeza a un mayordomo, quien abrió las puertas de la sala del trono e hizo pasar a los primeros habitantes.

Llevaba más de media mañana allí sentara escuchando los problemas de los habitantes del reino y discutiendo soluciones para solucionarlos, cuando sintió una mano en su hombro, alzo la mirada y vio a su hermana Anna que se sentaba junto a ella, para poder acompañarla. Elsa le sonrió y volvió a prestar atención a lo que el aldeano le decía.
Después de que Elsa le prometiera que buscaría una solución a su problema, hizo una señal a su mayordomo y cerró las puertas, diciendo a los habitantes que aún estaban fuera esperando su turno, que esperaran, que la Reina necesitaba un descanso.
Elsa suspiró y cerró los ojos.
- Deberías descansar, Elsa… - dijo  Anna con una sonrisa mientras le cogía la mano.
Elsa le apretó cariñosamente la mano con una sonrisa y se volvió para mirarla.
- Ya lo sé, Anna… - dijo mirándola – Pero debo preocuparme por el pueblo… Además, tengo muchas ideas para que Arendelle prospere. – dijo con una sonrisa.
- Yo también… - dijo Anna con entusiasmo. Se puso de pie delante de su hermana con una sonrisa - ¿Qué te parece si te tomas un merecido descanso y dejas esto para mañana y nos vamos a tomar un chocolate calentito?
Elsa sonrió ante el entusiasmo de su hermana y al final acepto.
- Tienes razón, Anna… - dijo la Reina levantándose del treno con una sonrisa en sus labios. – Vamos a por ese chocolate…
- Lo sabía… - dijo Anna con entusiasmo.
Elsa rio ante la alegría de Anna.
- James… - dijo llamando al mayordomo.
- Majestad… - dijo el hombre.
- Decirle a los aldeanos que quedan que mañana los atenderé…
El mayordomo se inclinó ligeramente ante la reina.
- Por supuesto majestad, así se ara…
Tras esto, Elsa y Anna se fueron entusiasmadas y con los brazos entrelazados a buscar su ansiado chocolate.
- Bueno, dime… - empezó la Reina mientras iban de camino a las cocinas a buscar ese chocolate - ¿Qué tal con Kristoff? – dijo con una media sonrisa.
- La verdad es que muy bien… - dijo sonriendo Anna. – La vida de casada no la noto diferente a cuando solo éramos novios…
Elsa sonrió. Y eso era verdad. Su hermana era tan independiente y tan aventurera como lo era antes de casarse hace dos años. Y el pobre Kristoff no decía nada, aguantaba a su hermana con paciencia y con amor.
- Ya han pasado dos años… - suspiro Elsa.
- Si… Y aun así estoy muy feliz, Elsa… - dijo Anna con una sonrisa que le iluminaba el rostro.
Elsa sonrió de vuelta, pero s sonrisa no le llego a los ojos. Otra vez había recordado a cierta Sheriff rubia que le había robado el corazón con solo una sonrisa y su bondad.
Entraron en la cocina y las cocineras al verlas, sonrieron. Prepararon enseguida la mesa que se encontraba allí, con dulces y pastas y se encargaron de calentar el chocolate. Las hermanas se sentaron en la mesa entre risas y las miradas cariñosas de las cocineras.
Hay que decir que todos los habitantes del castillo estaban felices desde el regreso de Elsa. Y es que Arendelle había prosperado desde que su reina había llegado de ese viaje desde ese otro reino lejano. Las cocineras pusieron delante de las hermanas las dos tazas de chocolate caliente. Elsa y Anna sonrieron cerrando los ojos mientras olían la bebida.
- ¡Mmmm… Chocolate…! – dijeron las dos a la vez y estallaron en risas.
Cogieron las tazas y bebieron un poco.
- Esto esta riquísimo… - dijo Anna con una sonrisa.
- Es cierto… - afirmo la rubia. – Aunque le falta algo para mi gusto… - dijo mirando su chocolate, en eso una cocinera le puso en frente un tarrito con nata y otro con canela. Elsa sonrió mientras se lo echaba en el chocolate. – Eso está mejor…
Anna sonrió. Estaba claro que esa nueva forma de tomar el chocolate era una forma de recordar a Emma Swan, la mujer que había robado el corazón de la Reina de Hielo.
- Ya veo que eso está mejor… - dijo Anna mientras tomaba de su chocolate. – La extrañas, verdad…
Elsa suspiro.
- Ella esta con su familia, yo estoy con mi familia… - dijo tristemente.
- Pero tú estás triste, Elsa… - dijo Anna. – Tú también te mereces ser feliz.
Elsa alzo la mirada hacia su hermana. Tenía razón, ella se merecía ser feliz. Pero con la única persona que podría ser feliz estaba en otro mundo, saliendo con un pirata.

Lejos de allí, en StoryBrooke, una rubia con vaqueros, camiseta blanca y chaqueta de cuero roja, patrullaba por la noche.
Había sido un día horrible, había terminado definitivamente su relación o lo que tenía con Hook.
La verdad es que se sentía liberada. Paro el coche en un lado de la calle y cerró los ojos. Últimamente se sentía que iba a explotar. Por un lado estaban sus padres, preguntándole por qué había roto con el pirata, por otro lado, las hadas estaban entusiasmadas con el hecho de que querían colmarla de regalos por ser la heredera del trono de sus padres, por otro otra vez sus padres, que a cada poco le dejaban a su pequeño hermano para pasar ellos una noche a solas, y no le molestaba, al contrario, pero ella también necesitaba noches a solas.
Y por último, estaba Hook… Desde que habían hablado y decidido que lo que tenían no llegaba a nada, perseguía a Emma por todo StoryBrooke pidiendo una segunda oportunidad.
Lo único que la calmaba y la relajaba era pasar tiempo con Regina y Henry. Y pensar en cierta Reina de Hielo rubia que se había marchado hacía ya dos años.
Y es que Emma no podía dejar de pensar en Elsa. Al principio pensaba que era un sentimiento de amistad lo que le unía a la rubia, un sentimiento como el que sentía hacia Regina, pero con el tiempo, ese sentimiento se fue aclarando con el paso del tiempo y se transformó en amor.
Ahora se arrepentía de no haberle confesado a la rubia sus sentimientos, esos sentimientos que creía que eran de amistad.
Suspiro al recordar el intento de olvidar a la rubia con el pirata. ¿El resultado? Cada día se odiaba más por no poder olvidarla. Hasta que después de dos años de estar saliendo, no saliendo con el pirata, cogió el toro por los cuernos y corto la inexistente relación con Hook.
Sonrió al darse cuenta que en ese tiempo no se había acostado con el pirata y en los desafortunados intentos del pirata en llevarla a la cama.
Menos mal que siempre estaban allí Henry o la propia Regina para salvarla.
Y eso Regina y ella se habían hecho tan amigas, que habían confesado que una seguía enamorada del ladrón y que la otra se había enamorado de la Reina de Arendelle.
Emma suspiro y miro la calle vacía desde el asiento del coche patrulla. La verdad es que no hacía falta ninguna que estuviera de patrulla, pero era mejor estar allí que estar ahora mismo en casa de sus padres aguantando la charla de su madre de que con Hook hacia buena pareja.
Unos golpes en el cristal la sacaron de sus pensamientos produciéndole un pequeño salto en el asiento. Alzo la mirada para ver quien la había asustado y se encontró con el rostro de la Alcaldesa.
Emma sonrió y bajo la ventanilla.
- Hola Regina… - dijo la rubia con una sonrisa.- ¿Qué haces aquí?
- Eso te iba a preguntar… - dijo Regina cruzándose de brazos por el frio. – Salí a tirar la basura y te vi…
Emma se le quedo mirando y vio que efectivamente estaba con ropa de andar por casa sonrió.
- Entra o te congelaras… - dijo la rubia al ver que la morena se estremecía de frio.
- Mejor entra en casa y tomamos una copa, ¿te apetece?
- Claro… - dijo Emma bajándose del coche con una sonrisa y fue con Regina a su casa.

- ¿Te pasa algo Emma? – dijo Regina al notar lo silenciosa que estaba la rubia.
- No es nada… - dijo Emma cogiendo la copa que le daba Regina, mientras que la morena se sienta a su lado.
- ¿De verdad, querida…? – dijo la morena alzando una ceja.
Emma suspiro y se puso cómoda.
- Es por mi madre… - dijo pesadamente Emma con una mueca. Regina puso los ojos en blanco. – Esta pesada desde que le dije que Hook y yo no teníamos nada ya…
- Típico de tu madre en meterse en la vida de los demás… - dijo como si nada Regina mientras bebía de su copa.
- Ya te digo… - dijo Emma acabando su copa de un trago y echándose mas. - Estoy cansada de lo mismo todo el rato…
Regina sonrió de lado.
- Solo quiere lo mejor para ti…
- ¿Estas de su parte…? – dijo incrédula Emma mirando a la morena.
- Eso nunca… - dijo entrecerrando los ojos Regina. – Pero compréndela… Quiere ser la madre del año…
- En una competición en la que solo participa ella no es muy difícil que gane… - sonrió Emma.
Ambas mujeres rieron ante aquella frase. Después se quedaron en silencio.
- Por cierto… - dijo Regina con una sonrisa. – Tengo una noticia importante….
Emma la miro a los ojos.
- ¿Qué noticia?
- Te acuerdas que quedamos en investigar eso de los portales, ¿cierto? – pregunto Regina.
- Sí, claro… - dijo Emma al recordar las tardes en las que Bella, Henry, Regina y ella habían pasado en la biblioteca buscando el cómo crear portales permanentes y nada peligrosos para ir a otros mundos. – Si me acuerdo… ¿Qué pasa? ¿Encontrarte algo?
- Si, señorita Swan… - dijo Regina con una sonrisa. – Encontré la clave… Solo necesito de tu magia y todo listo…
Emma sonrió ante esas palabras. Podrían abrir un portal. Podrían viajar a otros reinos. A Arendelle, por ejemplo. Alzo la copa y la choco con la de Regina.
- Celebro eso… - dijo con una sonrisa la rubia.

Tras esto, Emma y Regina sonrieron y bebieron de sus copas.

miércoles, 4 de febrero de 2015

La vida Continua Más Allá: Capítulo 30

Capítulo 30

Había pasado ya unos días desde que habían regresado definitivamente del Olimpo, al barco de Hook.
Emma estaba en cubierta con los ojos cerrados mientras ponía en práctica los métodos de relajación que Lao Ma le había enseñado.
Desde el puente de mando, Hook miraba a la rubia con detenimiento, fijándose en las curvas más pronunciadas que gracias al entrenamiento llevado en el Olimpo, tenía. Sonrió al recordar como lo habían mirado Xena y Regina cuando alabó a la rubia tanto por su recién adquirida estupenda figura y por su victoria en el campo de batalla.
En ese momento, entraron en su campo de visión Xena, Gabrielle y Regina, que se apoyaron en la barandilla de la cubierta del barco, mirando a Emma.
Hook sonrió y volvió a concentrarse en manejar el barco. Ya estaban en los mares nórdicos y el frio se notaba ya por eso tenían puestos ya prendas que le calentaban el cuerpo.
Mientras, Xena, Gabrielle y Regina miraban a Emma finalizar sus ejercicios.
- Hola chicas… - dijo Emma con una sonrisa caminando hacia ellas. – Hola nena… - dijo mientras se inclinaba y le daba un beso en los labios a Regina.
- Hola Emma… - dijo Gabrielle con una sonrisa. – Te sienta bien eso… - dijo señalando el atuendo que la rubia llevaba.
Emma sonrió y bajo la mirada para verse. Llevaba puestos unos pantalones de cuero negro, unas botas hasta las rodillas negras, una camisa blanca y encima un chaleco negro que se ajustaba a su figura. El pelo lo llevaba recogido en una cleta y en la espalda llevaba la espada que Artemisa le había dado y en el cinturón la espada que Regina le regalo el día que la nombraron caballero.
- Gracias… - dijo Emma con una sonrisa. – La verdad es que me estoy empezando a acostumbrar a llevar armaduras y estos tipos de trajes… - dijo Emma pensativa.
- Te sientan bien. – dijo Xena con una sonrisa. – Eres una gran guerrera. Emma… Si no lo fueras, te sentirías a disgusto con esas prendas…. Además, está el tema de las armas… - dijo señalándoselas. – A que ya no te molestan, son como una segunda piel…
- Eso es cierto… - dijo Emma mirando a Xena con una sonrisa.
- A mí no me gusta… - dijo Regina. – Puedes hacerte daño… - dijo mirando con preocupación a la rubia.
- Lo se nena… - dijo Emma. – Pero tómatelo como un apoyo a la magia que tenemos… Así os puedo proteger más… - dijo acariciando la mejilla de la Reina Malvada.
Regina se alzó y beso los labios tentadores de la rubia, mientras que Xena y Gabrielle las miraban con una sonrisa mientras que ellas se acercaban también y compartían un beso como el de Emma y Regina.

El día pasó sin ningún contratiempo y la noche llego tranquila sobre el barco de Hook.
Las 4 mujeres dormían apaciblemente en el camarote, abrazadas desnudas unas a otras. Desde que se habían acostado las 4 por culpa de ese juego, no habían desaprovechado ninguna oportunidad para acostarse las 4. Aunque de vez en cuando, solo estaban con sus respectivas parejas.
Pero la tranquilidad que se respiraba en todo el barco pronto se vio alterada por un violento ataque que despertó a las 4 mujeres y al resto de la tripulación.
- ¿Qué ocurre...? – dijo Gabrielle asustada incorporándose en la cama.
- No lo sé… - dijo Xena mientras se levantaba y se ponía la túnica de cuero. – Pero voy a averiguarlo…
- Ten cuidado Xena… - dijo Gabrielle mientras se vestía ella también.
- Espera Xena… - dijo Emma cogiendo su espada. – Voy contigo… - dijo saliendo tras Xena.
- Emma ten cuidado… - dijo Regina mientras se vestía rápidamente.
Salieron inmediatamente después todas apuradas y por poco no se chocan con Asteria y Ruby que subían de las bodegas.
- ¿Qué ocurre…? – dijo Ruby mirando a Regina.
- No lo sé… - dijo Regina mirando a la loba.
Asteria miro a su Reina.
- Gabrielle, ¿estás bien? – dijo Asteria mirando a la rubia.
- Tranquila, Asteria… Estoy bien… - dijo con una sonrisa.
- Vamos a cubierta, puede que Emma y Xena necesiten ayuda… - dijo Regina mientras se encaminaba hacia cubierta.
Cuando salieron se quedaron paralizadas.
Los marineros iban corriendo de un lado para otro, nerviosos y gritando mientras llevaban desenvainados los sables.
A lo lejos, vieron a Emma y a Xena intentando calmar los ánimos y ayudando a transportar unos barriles de pólvora.
Las mujeres que acababan de llegar no sabían que ocurría, Regina paro entonces a un marinero que pasaba por allí.
- Eh, tu… - dijo agarrando al marino. - ¿Qué es lo que pasa?
El marinero la miro asustada.
- Pasa la peor pesadilla de cualquier marinero, mi Reina… - dijo visiblemente nervioso.
- Pero que es eso… - dijo Gabrielle encarándole.
- El diablo del Mar…. – dijo nervioso. Y se fue a buscar más pólvora.
Las mujeres se miraron entre ellas sin querer creer lo que el marinero se refería.
- Dioses… - dijo Gabrielle al final. – Xena…. – dijo mirando hacia donde estaba la guerrera ayudando a Emma, donde estaban asegurando una vela que se había soltado.
El resto de mujeres miro en su dirección con expresión preocupada cuando de repente se oyó un sonido como de un chirrido que enmudeció al barco entero, dejando a todos los ocupantes parados y callados.
Se miraron unos a otros con cara de terror lo que duraba el chirrido, pero cuando se calló, el barco siguió quieto, como si temieran moverse y despertar al monstruo que había causado ese escalofriante sonido.
Pero de repente, en cuestión de segundos, cuando pensaban que todo se había acabado, unos tentáculos emergieron del mar a la velocidad de un rayo, elevándose sobre el barco de Hook.
Los tripulantes de la nave, miraron con horror como se elevaban para después reaccionar y chillar de pánico ante la visión que tenía.
- ¡El Kraken,…! – dijo uno de los marineros mientras salía a tratarse de ponerse a salvo.
Los tentáculos bajaron como un rayo estrellándose sobre la madrea del barco, haciendo saltar astillas de madera por todas partes.
Los tripulantes del barco corrían de un lado para otro, mientras que otros, junto con las mujeres, intentaban pelear contra el Kraken, una tarea algo complicada ya que los tentáculos no se dejaba de mover de un lado a otro, partiendo en dos todo lo que encontraba a su paso.
Los marineros no paraban de lanzar sus cuchillos para que el Kraken se retirara, utilizando también sus armas e incluso disparando los cañones.
Pero no lo conseguían.
Tras estar un largo tiempo intentando alejar al monstruo marino, Regina vio como uno de los tentáculos atrapaba a Emma por la cintura y la arrastraba hacia las profundidades del océano congelado.
- ¡Emma...! – grito Regina mientras corría intentando atrapar a la rubia, la cual vio como desaparecía en el océano congelado. - ¡Emma...!- grito desesperadamente.
Xena, Gabrielle y el resto de las mujeres se acercaron.
- ¡Regina…! ¿¡Que ocurre!? – pregunto Gabrielle al ver la desesperación de la mujer.
- ¡Es Emma…! - gritó para hacerse oír. – ¡El Kraken la atrapo y la arrastro hacia el fondo…!
Las mujeres miraron haca el océano congelado y de aguas turbulentas que se extendía y entonces vieron una imagen que se le helo la sangre en las venas.
Bajo las aguas oscuras y heladas, emergía una fantasmagórica figura de un ser monstruoso. El Kraken…
Con la boca abierta, dejando ver todas aquellas filas de dientes amarillentos y aquellos ojos rojos que nada más verlos te quedabas paralizado.
- por todos los dioses… - exclamo Asteria sin apartar los ojos de aquella criatura.
- ¡Mirad….! – grito de repente Ruby señalando un poco más adelante. - ¡Es Emma…!
Las mujeres miraron y vieron como la rubia luchaba con coraje para deshacerse del agarre del monstruo marino, sin llegar a lograrlo.
- Por dios, Emma… Utiliza la magia… - gimió Regina desesperada mientras veía como el Kraken la metía otra vez bajo el agua y como si la hubiera escuchado, Emma utilizo la magia para liberarse y aparecer en la cubierta del barco. Regina sonrió.
Las mujeres se dieron la vuelta y corrieron ante una jadeante Emma que estaba doblada recuperando el aliento.
- ¡Emma…! - dijo Ruby cuando estaban a su lado.
Emma alzo una mano como pidiendo un momento. Al poco, se incorporó y las miro con una sonrisa.
- Estuvo cerca… - dijo sonriendo.
- ¿Solo se te ocurre decir eso? – dijo una enfadada Regina. – Eres una idiota, Emma… - dijo dándole una bofetada. – Por poco mueres…
Emma la miraba perpleja e iba a contestarle, cuando un tentáculo le pasó cerca de ellas.
- La magia le quema…. – dijo Emma mirando el tentáculo por el cual el monstruo marino la agarro. – Mira…
Regina miro y sonrió.
- Entonces magia es lo que tendrá… - dijo acercándose con decisión al borde del barco.
Cuando llego, Regina alzo las manos y conjuro una bola de fuego, que lanzo al monstruo haciendo que rugiera con fiereza y lanzara sus tentáculos hacia el barco con más fuerza.
Regina sonrió y no paro de lanzarle bolas de fuego.
- ¡Regina…! – grito Emma para hacerse oír. La morena se volvió para mirarla. – Hagámoslo juntas…
- ¡De acuerdo…! – dijo Regina con una sonrisa.
Emma se colocó junto a Regina, se miraron con una sonrisa en los labios y lanzaron las dos colas de fuego hacia el monstruo marino, quien al sentir la magia combinada tan poderosa de ambas mujeres, se retorcía de dolor hasta que desapareció.
Todo se quedó en una calma fantasmagórica. Nadie respiraba, nadie se movía como si un movimiento en falso hiciera romperse esa quietud que quedaba después de que el monstruo se hundiera hasta las profundidades del océano.
Todo el mundo se miraban entre si hasta que algunos marineros rompieron el silencio con gritos de euforia al ver que el Kraken se había marchado.
Todo el mundo se abrazaba y Emma y Regina se miraron con una sonrisa cómplice, se acercaron la una a la otra y se fundieron en un gran beso rodeándose con los brazos de la otra. Al mirar hacia sus compañeras, vieron como Xena y Gabrielle compartían un momento igual que el de ellas y un poco más atrás, vieron a Asteria y a Ruby abrazarse con euforia y darse un gran beso en la boca, lo cual ocasionó que las 4 mujeres quedaran con la boca abierta ante aquella revelación.
Las mujeres sonrieron y se acercaron, uniéndose en un abrazo en común con una gran sonrisa.
- ¡Vaya….! – exclamo Gabrielle mirando a Emma y a Regina. – Eso fue espectacular…
- Si, es cierto… - coincido Xena mirando a las dos mujeres.
Emma y Regina sonrieron a sus amigas e iban a responder cuando un movimiento brusco de la nave casi las cae.
- ¿Qué ha sido eso? – pregunto Ruby intentando mantenerse en pie.
- Eso es mi barco hundiéndose en el océano, amor… - dijo Hook intentándose mantenerse en pie mientras se sujetaba a un cabo.
- ¿No puedes hacer algo, Regina…? – pregunto Ruby mirando a la morena.
- Puedo mantenerlo a flote hasta que encontremos tierra… - dijo Regina mirándoles.
- Hazlo… - dijo Hook mirando a Regina.
Regina asintió.
- Regina, ¿necesitas ayuda? – dijo Emma mirando a la morena.
- Ponte a mi lado y haz lo que yo haga… - dijo con una sonrisa.
Ambas mujeres se acercaron, quedándose una al lado de la otra. Pero antes de que iniciaran el hechizo, unos canticos llegaron hasta sus oídos. Sirenas.
Vieron como unas figuras se acercaban nadando a toda velocidad hasta el barco que se estaba hundiendo. Se acercaron a él y miraron desde el agua a los tripulantes que había.
Emma miro a las sirenas, ya había tenido un encuentro con ellas en el pasado y no se sentía nada orgullosa. Aun así las miro con cautela hasta que una sirena pelirroja capturo los ojos de la Salvadora, atrapándolos.
Poco a poco, Emma se acercaba a la barandilla del barco, cautivada por la voz que tenía en su interior que le decía que se acercara.
Mientras, Regina, que se había percatado de todo, intentaba llamar la atención de la rubia.

- Emma… Emma despierta… 

domingo, 1 de febrero de 2015

La Magia del Amor: Capítulo 2

Capítulo 2

Mientras ellos tomaban el café, la puerta de la cafetería se abrió, dando paso a un chico que entro rápidamente a saludar a Ruby, subiéndose en un taburete, seguido de una morena de labios rojos y vestido gris y tacones negros, que era seguida don por una rubia con vaqueros, botas negras, camiseta blanca y chaqueta de cuero roja.
Entraron de la mano mientras la rubia susurraba algo en los oídos de la morena, que sonreía mientras se mordía el labio.
Se acercaron dónde estaba el chico y saludaron a la camarera.
- Hola Henry… - dijo Ruby revolviéndole el cabello al muchacho. – Señora Alcaldesa… Rubia… - dijo saludando a las otras dos mujeres.
- Hola Señorita Lucas…
- Rubs… - dijo Emma mientras se sentaba.
Pidieron su desayuno y esperaron.
Cuando paso Ruby cerca donde estaban los dos forasteros, fue llamada por Beckett.
- Perdona Ruby… - dijo a la camarera. – Estoy buscando a alguien…
- Oh… - dijo parándose y mirándola. – A quien…
- Se llama Emma Swan…. Es la Sheriff de aquí…. – dijo mirándola a los ojos. - ¿Me podrías decir donde esta…?
Ruby entrecerró los ojos…
- Oh… Si… - dijo finalmente con una sonrisa. – Acaba de entrar… Esta allí… - dijo señalando a Emma y Regina y niño que desayunaban entre risas.
Beckett sonrió al reconocer a su amiga y se levantó encaminándose hacia la rubia que en ese momento le susurraba algo en el oído de la morena.
- ¿Asique esta es tu querida y amada alcaldesa por la cual tanto suspirabas en Nueva York, no Sheriff Swan…? – dijo Beckett con una sonrisa en los labios.
La rubia alzo la mirada cuando escucho esa voz al mismo tiempo que la morena y miraron a la detective con una sorpresa en la cara.
- ¿Kate…? – dijo sorprendida Emma.
- Hola Emma… - dijo sonriendo la detective.
Emma se levantó con una sonrisa en la cara y abrazo a la detective.
- Que haces aquí, tan lejos de tu querido Nueva York… - dijo mientras se separaba de Kate y la miraba a los ojos.
- Larga historia… - dijo con una sonrisa. – Quería pedirte un favor… - dijo mirando a la rubia a los ojos.
- Claro… - dijo la Sheriff con una sonrisa. – Pero espera, te presento a Regina Mills, Alcaldesa de StoryBrooke, mi novia y este de aquí es nuestro hijo Henry… - dijo señalándoles.
Kate sonrió a la mujer y al chico, que le devolvieron el saludo con una sonrisa.
- Gracias de verdad, Emma… - dijo aliviada Beckett. – La verdad es que el tema es muy delicado… - dijo mirando a Emma a los ojos.
- ¿Kate…? – dijo Castle acercándose.
- Oh, perdona…. Emma, este es Richard Castle… Castle, esta es la Sheriff Emma Swan… - dijo haciendo las presentaciones.
Ambos se saludaron.
- Nosotras hemos terminado de desayunar… - dijo la rubia mirando a la pareja que estaba enfrente de ellas. –  Vamos a la comisaria, allí hablaremos más tranquilos.
- Henry, cariño, tienes que ir al colegio…- dijo Regina dirigiéndose a Henry.
- Pero mama… - dijo protestando.
- Ya has oído a tu madre, chico… - dijo la rubia revolviéndole el pelo.
- Emma, quiero ir con vosotras…
- Henry ....
- Vale… - dijo con resignación.

Ya en la comisaria, Beckett y Castle le contaron por qué estaban allí. Emma y Regina escuchaban atentamente la historia.
- Tranquilos… - dijo Emma con una sonrisa. – Os ayudaremos en lo que sea… ¿Verdad Regina?
- Claro… - dijo la alcaldesa con una sonrisa.
Kate sonrió a su amiga rubia y a la morena.
- Muchas gracias, de verdad… - dijo mirándolas a los ojos y con una sonrisa.
Emma y Regina se miraron.
- Existe un pequeño problema… - dijo Emma mirándolos y mirando a Regina.
- ¿Estas segura, Emma…? – dijo Regina alzando una ceja.
- Nena… - dijo Emma girándose hacia la morena. – Es de fiar…
- ¿Tu detector de mentiras…? – dijo la alcaldesa con una sonrisa y alzando la ceja.
- Claro… - dijo con una media sonrisa la rubia. Se dio la vuelta y miro a la detective y al escritor. – Esto que os vamos a contar es un secreto. No debe salir de este pueblo, ¿entendido?
Beckett y Castle se miraron un momento a los ojos y luego miraron a Emma y a Regina.
- Tranquilas, no diremos nada…. – dijo Kate con una sonrisa. - ¿Verdad, Castle…?
- Claro… - dijo el escritor con una sonrisa. – No saldrá nada de mis labios…
Las dos mujeres se miraron.
- Esto os parecerá un poco surrealista, pero os prometo que cuando me lo contaron a mí, no me lo creí, pero es verdad…
- Emma, me estas asustando… - dijo la detective neoyorkina.
Emma miro a Regina, quien asintió levemente.
- StoryBrooke no es un pueblo cualquiera, es especial… - comenzó la rubia Sheriff mirándolos a los ojos – Especial en el sentido de que sus habitantes son especiales…
- Oh vamos, Emma… - dijo Regina cruzándose de brazos y mirando a la rubia.
- Ya voy, tranquila… - dijo mirándola y después mirando a Castle y a Beckett. - En resumen, somos personajes de cuentos….
Kate y Richard se quedaron mirando a las dos mujeres.
- ¿Cómo personajes de cuentos…? – pregunto Castle. - ¿Tipo, Blancanieves y los 7 enanitos? – dijo con una sonrisa.
- Si… - respondió Emma.
Ambos se rieron. N era posible. Miraron a las mujeres mientras se reían de lo que ellos se pensaban que era una broma. Pero pararon cuando vieron  que tanto Emma como Regina no se reían.
- Oh vamos Emma… - dijo al fin Castle. – Si todos en este pueblo son personajes de cuento, quien eres tú, la Reina Malvada de Blancanieves? – dijo mirando a la rubia.
- No querido… - dijo Regina con una sonrisa ladeada mirando a Castle. – La Evil Queen soy yo… Ella… - dijo señalando a Emma. – Es la hija de Snow White y el Príncipe Charming… - dijo con una media sonrisa.
Tanto Castle como Beckett se quedaron callados mirando a la rubia, esperando que lo negara.
- Es cierto, Kate…. – dijo con un suspiro Emma acomodándose en su silla de Sheriff. – Regina es aparte de mi prometida, la Evil Queen,  la madrastra de Snow White, y Snow es mi madre…
Kate y Castle se quedaron con la boca abierta.
- Es… - empezó Kate. – No me dijiste nada cuando nos conocimos….
Emma se hecho a reír.
- Me hubieras tomado por loca… - dijo Emma con una sonrisa.
- No puede ser posible… - dijo Castle. – Yo como escritor, lo veo imposible…
Regina iba a contestar cuando unos pasos la interrumpieron seguidos de unos gritos y sonido de que estaban corriendo por el pasillo.
- ¡Ema…! – dijo la vocecita de un niño mientras entraba por la puerta de la comisaria.
Un niño muy parecido a Emma llego corriendo y se tiró a los brazos de la rubia. El niño era rubio, de tez blanca y una gran sonrisa en los labios. Abrazo a su hermana con fuerza.
- ¡Ei…! – dijo Emma cogiendo a su hermano. – Hola chico….
El niño abrazo a su hermana con fuerza y le dio dos besos.
- ¿Para mí no hay? – dijo Regina sonriendo al niño.
El niño se separó enseguida de su hermana y miro a Regina con una sonrisa.
- ¡Gina…! – dijo emocionado y se tiró a los brazos de la morena.
- Hola Daniel… - dijo sonriendo la Reina Malvada mientras lo abrazaba.
La verdad es que el pequeño sentía una gran devoción por la morena, incluso desde que era un bebe.
Por el pasillo que desembocaba la comisaria, se oían otros pasos apresurados y por la puerta aparición una Mary Margaret toda sofocada.
- Daniel, cariño…. ¿Cuántas veces te he dicho que no corras así cuando venimos a ver a tu hermana? Podrías hacerte daño… – dijo y se detuvo al ver a dos forasteros con Emma y Regina. – Oh… Lo siento…
- No pasa nada, Snow… - dijo Regina con una sonrisa aun con Daniel en sus brazos.
- Ella es Snow White…? – pregunto Castle con la boca abierta.

- Si, Castle…. – dijo Emma con un suspiro. – Ella es Snow White, mi madre… Y este monstruito de aquí…- dijo despeinando el pelo de Daniel que se enfurruño ante el gesto de la rubia. – Es mi pequeño hermano, Daniel Charming White.