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domingo, 26 de octubre de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 18

Capítulo 18

Llegó el día de la fiesta de Halloween y con ella los nervios de la preparación. Habían invitado a casi toda la ciudad, incluido a los niños si querían ir. Emma estaba nerviosa por saber que vestido llevaría Regina. Solo le había dicho que era corto… Muy corto… Y Emma no paraba de pensar de qué se vestiría la morena.
La mansión estaba decorada tanto por dentro como por fuera. Por fuera con los típicos adornos, esqueletos, calabazas iluminadas, tumbas abiertas, murciélagos y de más cosas.
Por dentro, la mansión parecía un gran salón de banquetes de la Antigua Roma. Decorado con estatuas de mármol, copas de oro y todo tipo de manjares que puedas imaginar.
Los primeros invitados ya habían llegado a la mansión, allí estaba Ruby disfrazada de una ninfa, la abuelita, disfrazada de hechicera, David vestido de soldado romano, Snow vestida de musa, el pequeño Daniel vestido de Rey Arturo y Henry disfrazado de Príncipe de Persia.

En la habitación mientras tanto, Emma estaba ultimando los últimos detalles de su disfraz de Emperador Romano.
- Mi emperador… ¿Ya está listo?- dijo Regina desde la puerta de la habitación.
Emma, al oír a Regina, se dio la vuelta para contestarle, pero se quedó sin palabras al ver cómo iba vestida Regina.
Llevaba puesto un top plateado que le cubría justo lo necesario. Llevaba una falda plateada que le llegaba un poco más arriba de las rodillas. Al cinto llevaba una espada corta metida en su funda, en una mano llevaba el casco debajo del brazo y del otro tenia cogido el escudo.
- Vaya… - dijo Emma con la boca abierta.
- ¿Te gusta? – dijo Regina mientras mira con una sonrisa a Emma.
- Gustarme es poco... – dijo Emma acercándose poco a poco a Regina. – Asique de Gladiadora…
- Gladiadora Sexy… - dijo Regina coqueteando.
- Y tan sexy… - dijo Emma mientras quitaba el escudo y el casco de las manos de Regina.
Regina se dejó acariciar por la rubia. Emma acaricio la piel expuesta de Regina. Debía admitir que la morena estaba sexy en ese disfraz.
Poco a poco, Emma se acercó a Regina, rodeándola con los brazos y atrayéndola hacia la rubia.
- Dime, mi emperador… - dijo Regina mientras acariciaba el cuello de la rubia y se pegaba más a ella. – Que desea que haga… - dijo mientras sacaba la lengua y chupaba la cara de Emma.
Emma cerró los ojos y gimió. Acerco más a Regina a su cuerpo.
- Quiero todo de ti, mi Gladiadora Sexy… - dijo Emma mientras besaba el cuello de Regina.
Regina suspiro ante el roce de los labios de la rubia sobre su cuello. Se acercó más a Emma mientras que una mano de Emma se colaba por debajo de la falda, cogiendo una pierna de la morena y poniéndola en la cadera de Emma, haciendo accesible el centro de la morena.
Regina suspiro en el oído de la rubia y Emma gruñó ante esa acción de la morena. Apretó más a Regina y la encamino hasta la pared, poniendo la espalda de la morena contra la pared.
La rubia sonrió y estrechó a la morena entre sus brazos. Regina gimió en el oído de Emma al notar que unos labios cálidos se apoderaban de su cuello.
Emma recorrió el cuerpo de la gladiadora con las manos mientras que Regina capturaba sus labios en un beso apasionado. Emma, sin esperar, retiró la sexy lencería que tenía puesta Regina y hundió dos de sus dedos en la gladiadora, profiriendo un sonoro jadeo por parte de la morena que termino en un gemido de placer. Después de unas rápidas envestidas, Emma saco los dedos de Regina y se los llevo a la boca, saboreando el sabor de la morena, que al ver esto, se encendió y besó con desesperación a Emma. Regina, al saborearse en ella, su pasión aumentó. Lucharon por el control, pero Emma, por fin, recuperó el control, metiendo otra vez de improviso, los dedos dentro de la morena y como venganza, recibió un mordisco en el labio inferior, rompiendo el beso.
- ¿Lo quieres en plan duro? - gruñó Emma entre los labios de Regina mientras sacaba otra vez los dedos y apretaba las caderas de la morena.
- Sí… - dijo con pasión Regina entre los labios de la rubia. Tomó aire con fuerza cuando las manos de la rubia le abrieron las piernas y Regina no tardó en tener lo que clamaba su cuerpo. Su emperador la estaba tomando, poseyéndola. Rodeó con los brazos el cuerpo vestido de emperador de Emma para sentir a la rubia haciéndole el amor. Su cuerpo se arqueó con la sensación del orgasmo al acercarse al punto culminante. - Oh... Por... Lo más sagrado... Sí... Sí… Más… - Clavó las uñas en los hombros de Emma al arquearse contra las fuertes manos de la rubia al llegar al orgasmo.

Una vez que estuvo todo el mundo en la fiesta, hicieron su entrada Emma y Regina. Muy despacio, bajaban las escaleras que llevaban de las habitaciones a la sala donde era la fiesta. Desde lo alto, pudieron ver que todo el mundo se lo estaba pasando en grande, bailando, bebiendo, comiendo y hablando, todos con todos.
Con un movimiento de la mano, Regina cambio sutilmente de canción, llenando la sala con unas trompetas atronadoras que anunciaron la entrada de Emma y Regina.
La rubia, miro a Regina al escuchar la música.
- Eres un Emperador, y yo tu Gladiadora…. Necesitas esta música para anunciarte… - dijo la morena mirando a Emma mientras bajaban.
Bajaron poco a poco la escalera con una sonrisa en los labios. Al llegar abajo del todo, Emma se irguió más de lo que estaba y sonrió a los presentes al ver las miradas que les dirigían los allí presentes.
Emma estaba disfrazada de emperador romano. Llevaba una túnica hasta las rodillas de color azul, encima de ella llevaba las típica falda de cuero de tiras negras de los soldados romanos, una armadura de color oro en el pecho, una capa de color rojo sangre con broches dorados, una corona de laurel dorada y el pelo recogido, haciendo así resaltar la corona.
Llevaba unos brazaletes a lo lago de los brazos, lo que le hacía resaltar su musculatura. Llevaba unas botas romanas con protectores en las pantorrillas. Lo que hacía que Emma pareciera una autentica emperatriz romana.
Regina iba a su lado, de la mano de Emma, vestida otra vez con su traje de Gladiadora Romana. Estaba sonriente, al ver como las miraban el resto de invitados a la fiesta.
- Os presento a Emma Swan, Emperatriz de toda Roma y StoryBrooke… - Dijo Regina a todos los presentes con una sonrisa.
Emma sonrió y miro a Regina.
- Y yo a Regina Mills, mi mejor Gladiadora… - dijo con una sonrisa pícara.
Los allí presentes aplaudieron a las dos  anfitrionas de la fiesta. Ellas sonrieron y se mezclaron entre la gente, hablando y bebiendo.
Poco después, Xena y Gabrielle se acercaron a Regina y Emma que estaban hablando con Ruby y David.
- Mi señora Emma… - dijo Gabrielle detrás de Emma. Esta se dio la vuelta y Regina también. Gabrielle sonrió y se inclinó levemente. – Permitidme presentaros a Cleopatra, Faraona de Egipto… Esclava de Roma… - dijo señalando a Xena, que estaba detrás de ella.
Emma y todos los presentes se quedaron con la boca abierta.
Xena llevaba puesta una túnica de lino blanco anudada a cuello, que le dejaba ver sus hombros y brazos. La túnica le llegaba hasta el suelo, en la cintura llevaba un cinturón de leopardo. También llevaba un manto de piel de leopardo puesto sobre el hombro izquierdo. Llevaba el pelo suelto por la espalda con unas finas tiras de hilo de oro, resaltándolo así. Llevaba también unos brazaletes de oro en los brazos y una corona de oro y piedras preciosas en la cabeza, acabada con un áspid egipcio de oro.
- Emperatriz… - dijo Xena con una sonrisa. Sabía perfectamente lo que había causado.
- Mi señora… - logro decir Emma sin apartar la mirada de Xena. Cogió la mano de Xena/Cleopatra y se la beso sin apartar los ojos de los de la morena.
Regina no apartaba los ojos de Emma ni de Xena.
Xena sonrió por cómo estaba la rubia.
- Te presento a Eros… - dijo Xena mientras señala a Gabrielle y esta hacia una reverencia ante Emma. – Es mí… Mano derecha… - dijo sonriendo a Gabrielle, quien le devolvió la sonrisa. – Es mi consejera y lugarteniente…
Emma miro con una ceja levantada ese cambio de miradas y sonrisas. Sonrió de lado, porque sabía que detrás de esa “mano derecha” había implícito más. Miro atentamente a Gabrielle. Llevaba puesto un top de lino blanco con una falda sencilla del mismo material que dejaba al aire su esbelta figura con tan solo unos brazales y muñequeras metálicas adornadas con nácar protegían sus brazos, del mismo estilo que los que llevaba Cleopatra.
- Encantada, Eros… - dijo Emma inclinándose un poco ante Gabrielle con una sonrisa y cogiéndole una mano para besársela.
Regina entrecerró los ojos cuando vio como Emma miraba con deseo a Xena otra vez y esta era correspondida por Xena. Regina carraspeo para llamar la atención de las dos mujeres.
Emma se volvió y sonrió a Regina. Cogió su mano y la acerco a ella.
- Mi señora Cleopatra…. Eros… - dijo mirándolas a los ojos. – Os presento a Regina Mills… Gladiadora de Roma…
Regina sonrió a Emma mirándola a los ojos. Se volvió hacia Xena y Gabrielle e inclino casi la cabeza.
- Encantada…. – dijo mirándolas de arriba abajo.
- Lo mismo digo… - dijo Xena. - ¿Me invitas a una copa? – dijo volviéndose hacia Emma.
- Claro… - dijo Emma cogiendo la mano que le ofrecía Xena.
Regina vio como Emma se fue con Xena de la mano. Tampoco se lo paso la mirada que su rubia le echaba a la morena. Apretó la mandíbula y frunció el ceño.
- Tranquila… - dijo Gabrielle al advertir el humor de Regina. – Ella te ama a ti. Se le nota de lejos… - miro a la morena.
- ¿Y Xena de ti? – dijo sin mirar a Gabrielle y siguiendo mirando a la pareja viendo como Xena miraba seductoramente a Emma y esta sonreía a la morena.
- Confió plenamente en ella… - dijo mirando la escena.
En ese momento Xena se reía de algo que Emma le había dicho. Emma sonreía también. Entonces, vieron como Xena se apoyó en la mesa donde estaban las bebidas y miro seductoramente a Emma. La rubia se quedó callada en lo que estaba diciendo y miro fijamente a Xena.
Gabrielle y Regina notaron esto y se acercaron para escuchar mejor.

- Eres hermosa… - dijo Emma mirando a Xena a los ojos.
Xena sonrió y se acercó un poco más a Emma.
- Tu también… - dijo pasando un dedo por la armadora de Emma. La rubia suspiro y cerró los ojos. – Me atraes, Emma… Y a Gabrielle también. Y no niegues lo evidente. Sé cómo nos miras. Te atraemos… - dijo Xena acercándose más y hablando en susurros. Xena acaricio la mejilla de la rubia. - ¿No es cierto?
Emma cerró los ojos ante la caricia de Xena y suspiro.
- Si… - dijo tragando saliva. – Es cierto…
Xena sonrió y se acercó más cogiendo una mano de Emma poniéndola en la cadera de la morena.
- También sé que a Regina también le atraemos, pero en menor medida de lo que te atraemos a ti… - dijo pasando la nariz por la mejilla de la morena.
Regina al ver esto enfureció y quiso acercarse pero Gabrielle la detuvo.
- Confía en ella, Regina. Ella te ama. – dijo Gabrielle mirando a la morena. – Esto solo es para divertirnos.
Regina miro los ojos de la bardo.
- Si ella besara a Emma… ¿Seguirías confiando en Xena...? – dijo Regina mirándola.
Gabrielle sonrió.
- Ella y yo… Bueno, más ella, ha hecho esto más de una vez… Se ha acostado con Marco Antonio vestida así… - dijo señalando a Xena. – Y mi amor por ella sigue intacto. Aunque, eh de admitir, que al principio me dolía… - dijo suspirando. – Pero luego comprendí, que por muchas personas que se acostara… Era a mí a la que amaba… Lo demás era trabajo…
Regina miro a la pareja que seguía mirándose a los ojos. Y entonces lo comprendió. Era todo cuestión de confianza. Sonrió al darse cuenta que Xena le susurraba algo a Emma mirando en su dirección. Luego se separó de la rubia y dándole un apasionado beso en los labios, se separó de ella llegando hasta donde estaban Gabrielle y Regina.
Gabrielle sonrió a Xena.
- ¿Todo bien? – pregunto la bardo.
Xena sonrió.
- Todo bien… - dijo mirando a Gabrielle con una sonrisa. – Nos vemos después de la fiesta… - dijo mirando a Regina y a Gabrielle quien sonrió.
- ¿Y eso? – dijo Regina.
Las dos mujeres sonrieron.
- Para acostarnos las 4, Regina… - dijo Xena dándose la vuelta con Gabrielle y alejándose. Dejando a una sorprendida Regina con la boca abierta.

domingo, 19 de octubre de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 17

Capítulo 17

Había pasado una semana del extraño sueño que había tenido Emma sobre Brunilda, pero aun así, no habían averiguado porque Emma, repentinamente, había tenido esa visión.
Habían, incluso, acudido a Rumpelstiltskin, pero sin muchos resultados. Solo que Emma, era la antepasada de Brunilda y clara heredera a vengar, si era el caso, la muerte de la Valkiria, y si lo deseaba, a reclamar el trono de Islandia…
Con esta revelación, Emma había bromeado en comprarse una libreta para apuntarse los títulos y los nombres que iba poseyendo. Cosa que a Regina y a los demás hizo gracia.
Al saberse la noticia de que Emma era la futura Reina de Islandia y al saber en todos los títulos que poseía, los habitantes del pequeño pueblo de StoryBrooke, se comportaban con más solemnidad ante ella, ya que poseía más poder, por así decirlo, que sus padres y Regina juntos.
Esta situación hacia que Emma se sintiera ciertamente incomoda, ya que cada vez que iba a donde la Abuelita, por ejemplo, los clientes se callaran y se dieran la vuelta para mirarla.
Esta situación, por el contrario, le encantaba a Regina. Le recordaba cuando era la Reina en el Bosque Encantado y le hacía sentir poderosa.

Aquella mañana era diferente. Cuando Regina se despertó, estaba sola en la cama. Se levantó y puso la bata que había en una silla y salió de la habitación en busca de Emma.
Cuando bajaba las escaleras, una música con unas risas salía de la cocina. Bajo despacio las escaleras, y cuando llego al final, se encontró con Xena y Gabrielle, que miraban sonrientes la escena que se desarrollaba en la cocina.
Regina se acercó donde estaban las dos mujeres.
- Buenos días… - dijo Regina acercándose.
- Buenos días… - dijeron Xena y Gabrielle.
Xena y Gabrielle se habían quedado a dormir en la mansión ya que Henry había invitado a Paris a ver con él una película de dibujos, y al hacerse tarde ya, habían decidido que se quedaban allí a pasar la noche.
- ¿Qué ocurre aquí? – dijo Regina señalando la cocina.
- Emma le prometió a los niños que les prepararía sus famosos huevos revueltos y sus tortitas – dijo Gabrielle sonriendo. – Y mientras, les da un concierto… - dijo sonriendo.
Regina miro atentamente a su novia que en ese momento usaba la cuchara de madera como micrófono mientras se movía y hacia reír a los dos niños.
Justo en aquel momento estaba cantando la canción “Caminando” de Amaia Montero.
Regina sonrió al verla. Y luego decía que se le daban mal los niños.
- Tía Emma… - dijo Paris mirando a la rubia. – Canta otra vez la primera que cantaste…
- Eso ma… - dijo Henry apoyando a Paris.
- Ok, chico… - dijo Emma mientras cogía su iPod y buscaba una canción. - ¿Esta chico? – dijo mientras sonaban los primeros acordes de “Spellbound” de Lacuna Coil.
- Si…. – dijeron sonriendo los dos niños.
Emma sonrió y se puso en plan roquera para complacer al niño. Espero un poco y comenzó a cantar, utilizando la cuchara de madera que tenía en la mano a modo de micrófono.
Cuando se terminó la canción, los dos niños aplaudieron a la rubia con una sonrisa en los labios.
En ese momento, las mujeres que los habían estado observando en silencio, entraron en la cocina también aplaudiendo a la rubia, que se sonrojo al notar al inesperado público que entraba por la puerta de la cocina.
- Gran concierto, señorita Swan… - dijo Regina mientras entraba en la cocina. - Espero que no haya quemado nada de mi cocina…
- Tranquila señora alcaldesa… - dijo Emma mientras se acercaba a la morena y la besaba en los labios. – Los chicos me han ayudado…
- Tranquila mamá… - dijo Henry mientras comía sus cereales. - Paris y yo la hemos vigilado…
París asintió con una sonrisa mientras comía sus cereales.
- No soy tan mala en la cocina… - dijo Emma mientras preparaba el desayuno a las 3 mujeres que acababan de entrar. - Aquí están mis famosos huevos revueltos y mis tortitas…
- Gracias Emma… - Dijo Gabrielle con una sonrisa sentándose al lado de su hijo, quien le sonrió y le dio un beso en la mejilla. – Hola amor… - dijo la rubia besando a su hijo.
- Mamá… - dijo Paris abrazando a Xena también.
- Hola cariño… - dijo sonriéndole la guerrera y sentándose al lado de la bardo.
Las mujeres se sentaron a desayunar entre risas y bromas por parte de todos.
- Por cierto… - dijo Emma. – Esta noche es la fiesta de Halloween. – dijo mirando a Xena y Gabrielle. - Tenéis que venir e invitar a quien queráis…
Gabrielle la miro a la cara.
- ¿Podemos? – dijo mirando a Regina.
- Claro… ¿Por qué no? – dijo la morena. – Va a ser una gran fiesta. Henry y Paris se llevan fenomenal. Se divertirán… - dijo Regina con una sonrisa.
- ¿Tu que dices, Xena…? – dijo Gabrielle mirando a la guerrera.
- ¿Nos tenemos que disfrazar? – dijo Xena mirando a Emma.
- Claro… Es un concurso de disfraces. – dijo Emma después de tomar el ultimo bocado de tortitas.
Xena miro a Gabrielle. No podía negarle nada a su bardo cuando le ponía aquella mirada.
- Creo que ya sé que ponerme… - dijo Xena mirando pícaramente a Gabrielle, quien se sonrojo visiblemente ganándose las risas de los demás integrantes de la cocina.

Después de desayunar, quedaron en que se verían en la fiesta, ya que Xena quería ir a dar una vuelta por el bosque.
Mientras, Regina fue a su despacho de la casa a revisar unos papeles y así adelantar trabajo para tener más tiempo cuando se acabara el fin de semana. Emma, por el contrario, se fue a dar una vuelta a comisaria, para ver si estaba todo bien, mientras que Henry subía a hacer los deberes del instituto.

Cuando Emma volvió a la mansión, esta estaba muy silenciosa. Se dirigió al despacho de Regina para ver si allí se encontraba la morena.
Si llamar a la puerta, la abrió y con todo el sigilo que pudo, entro.
Allí estaba Regina, detrás de aquella mesa tan grande y espaciosa. Estaba concentrada en unos papeles y parecía ajena a todo lo que le rodeaba. Poco a poco, Emma se acercó a la mesa y la rodeo, situándose detrás de la morena a la cual observo con una sonrisa.
- Sé que estas detrás de mí, Emma… - dijo Regina sin levantar la vista de los papeles que revisaba.
Emma sonrió.
- Me gusta verte así de concentrada… - dijo Emma acercándose por detrás e inclinándose para darle un beso en la cabeza. – Luces realmente sexy… - dijo en tono provocativo.
Regina sonrió de lado y, por un momento, cerró los ojos ante el tono de la rubia.
- ¿A si? – dijo dejando los papeles y poniéndose cómoda en la silla.
- Aja… - dijo Emma rodeando la silla para ponerse delante de la morena. – Me pone mucho verte así…
- Así como… - dijo Regina haciéndose la indiferente.
- A estilo jefa… - dijo Emma sonriendo.
- Si no recuerdo mal señorita Swan… - dijo Regina alzando la cabeza con una media sonrisa y apoyando los brazos en la silla. – Yo soy su jefa…
- Mmmm y no veas como me pone eso… - dijo la rubia inclinándose y besando a la morena.
El beso fue lento al principio, pero poco a poco fue subiendo de tono. En ningún momento rompieron el beso. Emma se sentó a horcajadas encima de Regina, mientras que la morena acariciaba los muslos de la rubia.
- ¿Intenta seducir a su jefa, señorita Swan? – dijo Regina mientras sus manos iban poco a poco hacia arriba por los muslos de Emma.
Emma sonrió de lado y se acercó hasta rozar sus labios con los de Regina.
- Solo pretendo que mi prometida me haga un poco de caso… - dijo Emma rozando sus labios con los de la morena mientras hablaba.
Regina cerró los ojos y se dejó besar por la rubia. A Regina le encantaba llevar el mando en la cama, pero cuando Emma lo llevaba también era excitante.
Regina subió lentamente las manos por los muslos de la rubia sin dejar de besarla. Emma suspiro al sentir las manos de su mujer como la acariciaban en una danza que la torturaba lentamente. Sin darle tiempo a decir oh hacer nada, Regina, con un chasquido de los dedos, dejo desnuda a Emma que en ese momento estaba sentada encima de la morena.
Emma, al sentir que estaba desnuda, se separó de Regina y la miró a los ojos.
- Eso es jugar sucio…- dijo entrecerrando los ojos.
Regina sonrió y alzo una ceja mientras que sus manos subían lo más despacio que podía sus manos hasta el centro de la rubia. Torturándola en el proceso.
Emma no paraba de gemir ante la tortura que le producía las caricias de Regina.
- Nunca dije que jugaría limpio, señorita Swan… - dijo Regina con una sonrisa de lado y acariciando más los muslos de la rubia. – Ahora… - dijo mientras agarraba firmemente de las caderas a Emma. – Yo soy la que mando. Soy tu jefa. Tú ama… Y como tal… - decía mientras no dejaba de acariciarla en las caderas. – Deseo que me complazcas.
Emma se estremeció ante esas palabras. Cerró los ojos y se dejó llevar por esas caricias. Se levantó y se puso delante de la morena, que no apartaba los ojos de la rubia. Emma empezó a bailar sensualmente delante de Regina, quería seducirla, que Regina la reclamara para ella. Empezó a acariciarse el cuerpo desnudo sin aparar los ojos de la morena, que la miraban con unos ojos oscurecidos de pasión.
Emma no aguantó mas y llevo una mano hasta su centro, donde poco a poco lo acaricio mientras que la otra mano acariciaba uno de sus pechos. Emma cerró los ojos ante el placer que ella misma se estaba proporcionando y de sus labios salió un gemido de placer.
Mientras, Regina no apartaba la mirada de las acciones que hacia la rubia. Miro la mano que bajaba por su cuerpo, perdiéndose entre las piernas de la rubia y entre abrió los labios, mojándoselos con una lengua que deseaba estar donde estaba ahora mismo los dedos de la rubia. Pero no cayó en el juego de la rubia. Aguantó y subió la mirada al oír el gemido que se le escapó a la rubia de los labios. Regina se acomodó en su silla con una sonrisa.
Emma seguía proporcionándose placer ante la morena, moviendo sensualmente las caderas al ritmo de una danza que solo era escuchada por la rubia.
Regina, en un movimiento rápido, decidió poner fin a eso. Se levantó y con una furia que recordaba a sus tiempos de Evil Queen, puso a Emma sobre la mesa del despacho, haciendo desaparecer con un movimiento de manos los papeles allí concentrados.
Emma al ver con que ímpetu la trataba la morena, dejo escapar otro gemido, lo que provocó que Regina la mirara con una mirada oscurecida de placer.
- ¿Intenta seducirme, señorita Swan…? – dijo la morena con la voz ronca.
Emma trago saliva.
- ¿Lo he hecho? – dijo inocentemente con una media sonrisa en los labios mientras contemplaba  a la morena desde la mesa.
- Casi, casi… - dijo Regina mientras acariciaba con un dedo la parte interna de los muslos de Emma. – Querías que te suplicara, ¿no es cierto? – dijo mientras que su dedo iba lentamente hacia arriba. Emma gimió a modo de respuesta. – Eso está muy mal, señorita Swan… Una Reina jamás suplica… - dijo mientras pasaba de largo del centro de la rubia, ganándose una mirada de reproche por parte de Emma. Regina sonrió. – Si quieres que te toque… Tendrás que suplicar ante tu Reina… - dijo mientras, tras un humo morado, se transformó en la Evil Queen.
Emma gimió ante el tono de dominación de la morena y ante la visión.
- Por favor… - dijo Emma sin poder aguantar más. – Mi Reina, por favor…
Regina sonrió de lado y sin previo aviso, metió dos dedos en el coño de la rubia, la cual gimió de placer ante las envestidas que Regina le proporcionaba con los dos dedos.
Emma se agarró a la mesa y cerró los ojos de puro placer. Le encantaba que Regina tomara el control. Regina, mientras tanto, sacaba y metía lo más deprisa que podía los dedos en Emma, le encantaba llevar el control, ver disfrutar a su princesa. Emma no lo soporto más y tras un escalofrió que le recorrió toda la espalda, se corrió gritando el nombre de la Reina.
Después de descansar un poco, Emma se incorporó en la mesa y miro a Regina, que se había sentado otra vez en la silla de su despacho, observando a la rubia como se recuperaba.
- ¿Te ha gustado? – dijo Regina con una sonrisa.
- Oh si…. – dijo Emma con una sonrisa que le ocupaba toda la cara. – Ahora es mi turno de devolverte todo el placer que me has dado, mi Reina,… - dijo mientras se arrodillaba delante de la morena.
Con un movimiento de mano, desvistió a Regina y Emma se hundió entre las piernas de Regina, mientras que la morena ahogaba un gemido de sorpresa al verse invadida por la boca de la rubia.

Poco después, ambas mujeres están acostadas en la cama, desnudas entre las sabanas de seda de color rojo sangre.
Regina estaba abrazada a Emma, quien se encuentra boca arriba mientras abraza a la morena con una sonrisa.
- Nena… Cada día estoy más enamorada de ti… - dijo Emma mientras acariciaba la espalda desnuda de la morena.
Regina sonrió contra el cuello de la rubia y la abrazo más.
- Yo también de ti… - dijo Regina sonriendo y alzando la cabeza para mirarla. – Te amo, mi princesa… - dijo Regina mientras se alzaba para darle un beso a la rubia.
- Mmmm y yo ti, mi Reina… - dijo devolviéndole el beso. – Un momento… - dijo Emma separándose de Regina y mirándola a los ojos con pánico…
- Que pasa… - pregunto alarmada Regina, alzándose también.
- Henry… Nos ha oído… - dijo Emma con los ojos abiertos.
Regina se hecho a reír.
- Tranquila, amor… - dijo dándole un tierno beso a Emma en los labios y acariciando su mejilla. – Puse un hechizo de insonorización en el despacho… Y además, se fue con Robin, Roland, David y Daniel a pescar…
Emma suspiro aliviada. No le hacía gracia que su hijo la oyera hacer el amor con su madre.
- Creo que me cae un poco mejor Robin… - dijo Emma. – Pero solo un poco… - dijo al ver la ceja levantada de Regina ante esa afirmación. – Todavía no se me ha olvidado que te beso… Y le besaste a él… - dijo entrecerrando los ojos.
Regina sonrió.
- ¿Celosa, señorita Swan…? – dijo mientras acariciaba el pezón de la rubia.
- No me gusta que toquen lo que es mío. Lo que me pertenece… - dijo Emma apretando más a ella a Regina. – Porque tu mi Reina… - la apretó más a ella. - Tu eres mía… Para siempre… - dijo Emma mientras la besaba en los labios con urgencia, haciendo sacar a Regina un profundo gemido.

lunes, 13 de octubre de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 16

Capítulo 16

Emma se despertó sobresaltada. Lo primero que se dio cuenta es que ya no estaba vestida de aquella manera tan extraña, lo segundo, que no estaba ya en la playa, sino en una confortable cama y lo tercero, que estaba rodeada de 5 pares de ojos que no le quitaban la vista de encima.
- Emma, cariño… - dijo Snow preocupada. - ¿Estas bien?
- Emma… - dijo Regina mientras le acariciaba la cara.
Emma las miro a ambas con sorpresa en los ojos.
- Si… - dijo Emma. – Sí, estoy bien… - dijo intentándose incorporar.
- No te levantes… - dijo Xena mientras la empujaba otra vez hacia la cama.
Cuando sintió el contacto de Xena, Emma sintió que le recorría un escalofrío por todo el cuerpo e instintivamente se apartó de ella mirándola a los ojos.
Xena y las otras mujeres se quedaron paralizadas ante la reacción de la rubia.
- Emma, que ocurre… - dijo Gabrielle al ver la reacción de la rubia.
Emma la miro a los ojos.
- Nada Gabrielle… - dijo acostándose otra vez en la cama.
- Emma, amor… - dijo Regina pasándole la mano por la frente. Ante el contacto, la rubia cerró los ojos. - ¿De verdad estas bien?
Emma abrió los ojos y miro esos ojos chocolate que tanto amaba. Sonrió.
- Si nena… - dijo cogiendo la mano de la morena y besando los nudillos. – Aunque he tenido un sueño muy raro… - dijo frunciendo el ceño.
- ¿Un sueño? – dijo Mulán extrañada. - ¿Qué soñaste?
Emma la miro con pánico. No quería decirlo en alto delante de tanta gente. Miro a Regina y luego a Xena y Gabrielle. Regina comprendió.
- No importa… - dijo inmediatamente la morena. – Sera mejor que dejemos que descanses…
Snow y Mulán miraron un momento a la Evil Queen y a Emma.
- Si… Sera lo mejor… - dijo Snow. – David y yo nos quedaremos con Henry esta noche… - dijo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta. - ¿Vienes Mulán…?
Mulán miro al resto de mujeres sospechando que ocultaban algo.
- Si… - dijo levantándose. – Voy contigo… Recupérate Emma… Y no te preocupes por el entrenamiento… - dijo saliendo de la habitación.
Emma miro la puerta por donde había salido su madre y su amiga y luego se volvió hacia las tres mujeres que no perdían de vista lo que hacia la rubia que estaba acostada en la cama. Emma se incorporó y se sentó en la cama con ayuda de las otras mujeres.
- Ahora puedes hablar, cariño… - dijo Regina.
Emma la miro a los ojos. Cogió una mano de su prometida y observo el anillo que allí estaba. Estaba buscando las palabras adecuadas para empezar.
- No sé cómo empezar… - dijo al fin. – Era extraño… Era como una visión… Pero era del pasado. De algo que ya sucedió…
- ¿Cómo qué? – dijo Gabrielle sentándose al otro lado de Emma.
- Estaba en un barco. Antiguo. Había una mujer mayor, con la piel pintada y vestía pieles… - dijo Emma recordando a la hechicera mirando la mano que tenía cogida de Regina.
Xena miraba a la rubia de la cama seriamente. Si atreverse a sentarse en la cama.
- Sigue… - dijo Regina.
- Tenia un nombre extraño… - dijo frunciendo el ceño. – Era algo así como Halbea oh algo así… - dijo Emma. La rubia noto la mirada azul sorprendida de Xena. – Yo estaba a su lado. Llevaba puesto una armadura plateada debajo de una túnica color oro pálido. También llevaba unos brazaletes plateados y una espada colgada al cinto…
- ¿Llevabas corona? – dijo de repente Xena. Todas se giraron.
- Si… - dijo Emma mirándola.
Xena suspiro y se dio la vuelta a mirar por la ventana.
- ¿Xena? – pregunto Gabrielle.
Xena se dio la vuelta y miro a su amor. Sonrió tristemente y volvió a acercarse a la cama.
- Halbheera… - dijo de repente. – La mujer mayor que describiste se llamaba Halbheera…
- Ese era el nombre… - dijo Emma.
- Y tú te llamabas Brunilda… ¿A que si? – dijo con media sonrisa Xena.
Emma desvió la mirada.
- Si… - dijo en un susurro.
- ¿Brunilda? – pregunto Gabrielle. – ¿Nuestra Brunilda, la Valkiria?
- Si, Gabrielle… - dijo Xena acercándose más a ella. – Era la Reina de Islandia. Odín, su padre, cuando era un bebe, la trajo a la Tierra. En el Valhalla se libraba entonces una batalla por el Trono con los Gigantes. Las Normas predijeron que Brunilda seria la Conquistadora, la primera Valkiria de muchas. Y Odín la puso a salvo en la Tierra. – dijo mientras se sentaba al lado de la bardo.
- Eso no me lo dijiste… - dijo Gabrielle mirándola. – Ni tú, ni ella… Pero cuando la conocí ya no era Reina de Islandia… - dijo mirando a Xena.
Xena sonrió tristemente.
- Lo se… Murió siendo la Reina de Islandia, pero volvió a la vida otra vez siendo solo una Valkiria… - tomo la mano de Gabrielle.
- ¿Xena? – dijo Gabrielle ante la mirada triste de la guerrera.
Xena desvió la mirada y miro a Emma que la miraba.
- ¿Qué más viste? – pregunto la guerrera.
Emma trago saliva.
- Algo sobre mi destino, bueno el de Brunilda. Que encontraría a alguien tan fuerte como yo… Luego un cometa se precipito a la Tierra, fui a ver y allí… - dijo Emma y se calló mirando a Xena.
Gabrielle y Regina las miraban atentamente.
- Sigue… - dijo Xena aunque ya sabía lo que iba a decir.
Emma trago saliva. Y decidió contarlo todo. Pero sin mirar a Xena. Era demasiado vergonzoso. Miro su regazo.
- Allí vi el cráter y entonces apareció una figura. Luchamos y ella me venció...
- ¿Ella? – dijo Regina.
Emma se sonrojo.
- Era una mujer… - dijo Emma y levanto la mirada hacia Xena que la miraba con la mandíbula tensa. Xena asintió. – Era Xena… - dijo en u susurro.
De pronto un silencio se instauro en la habitación. Nadie se atrevía a decir nada.
Emma miro su regazo y sintió las miradas de Gabrielle y Regina sobre ella.
- Que más paso… - dijo Gabrielle. – Que más viste…
Emma seguía con la mirada baja. No quería decir lo que paso después, no quería hacer daño ni a Gabrielle ni a Regina. Sobre todo a Regina…
- Emma… - dijo Regina. – Que ocurrió… - dijo poniéndose poco a poco más nerviosa.
Emma miro a Xena un momento antes de responder. Xena y ella intercambiaron una rápida mirada que rápidamente desviaron, pero los ojos de Gabrielle y de Regina no le pasaron inadvertida aquella mirada. Las dos reinas fruncieron el ceño y miraron a sus parejas, esperando una respuesta.
- Nos acostamos… - dijo Emma en un susurro.
Otro silencio se instauro roto por un jadeo por parte de las dos Reinas. Emma no se atrevía a levantar la cabeza. No quería enfrentarse a la mirada de decepción de la morena.
La rubia sabía que no había sido ella la que se había acostado con Xena, pero aun así, lo había vivido en primera persona. Había sentido las manos de la guerrera en su cuerpo, sus labios, sus caricias, sus besos, sus palabras susurradas al oído…
Había sido demasiado real, y sentía que había traicionado a la Evil Queen. Y eso era imperdonable. Ella amaba a Regina por encima de todo. Solo tenía cierta esperanza de que la morena comprendiera que eso había sido un sueño, una visión de algo que ocurrió hace tiempo a una de sus antepasadas y que ella, Emma quería y amaba por encima de todo a Regina, a su Reina Malvada…
- ¿Es eso cierto…? – pregunto Gabrielle sin mirar a nadie en particular.
- Si… - contesto Xena.
- ¿La amabas? – pregunto la bardo mirando a la morena guerrera.
- No… - dijo con sinceridad. – Gabrielle, en aquella época solo utilizaba el sexo como medio para conseguir mis fines. Para conseguir más poder… - dijo mirándola a los ojos. – Era una Conquistadora, una Señora de la Guerra. Mi alma estaba corrompida… Había viajado hacia el Norte en busca de un legendario tesoro… El Tesoro de los Nibelungos oh el Oro del Ring, como prefiráis llamarlo…
- ¿El Tesoro de los Nibelungos es real? – salto de repente Emma. Se cayó enseguida al ver las miradas de las tres mujeres. – Bueno… No sé cómo no me sorprende… Estoy saliendo con un personaje de cuento, que encima es la Reina Malvada de Blancanieves y que además Blancanieves es mi madre…
Las mujeres sonrieron.
- Si, es real… - dijo Gabrielle mirando a la rubia. – Estuve dormida un año custodiando el anillo en mitad de un anillo de fuego. – dijo sonriendo. – Brunilda se hizo flama eterna para protegerme a mí y al anillo. Solo mi Alma Gemela, mi Amor Verdadero podría atravesar las llamas sin quemarse… - dijo mirando a Xena.
- Yo perdí la memoria y me casé… - dijo Xena. – Al ponerte el anillo, si no habías desterrado el amor de tu corazón, podrías perderlo para siempre… - dijo mirando a Gabrielle. - Y así lo hice…
- Pero gracias Beowulf, que te trajo hacia mí, me recordaste…
- ¿Tú eras la Dama Del Anillo? – dijo sorprendida Emma.
Gabrielle sonrió.
- Si…
- ¿Qué paso entonces? – dijo Regina interesada. En el fondo comprendía a Xena. Ella también tuvo una época oscura, que no quería recordar.
- Después de acostarme con Brunilda, cogí el material que había caído del cielo e hice que forjaran esta armadura… - dijo señalando la armadura que llevaba. – Odín, por aquel entonces, tuvo más hijas. Una de ellas fue Grinilda…  - dijo mirando a Gabrielle y a las demás mujeres.  – Al estar Brunilda en la Tierra, y el Valhalla a salvo, Odín puso al mando de las Valkirias a Grinilda… En espera de que al completar su destino, Brunilda regresara y tomara el mando de las Valkirias - se sentó más cómodamente en la silla al lado de la cama. – Pero lo que no esperaban fue que yo me convertiría en una Valquiria, para poder coger el Oro… - Dijo mirando a las mujeres. – Cuando lo conseguí, forje con él, un anillo… Con él, era invencible… - dijo con una mirada melancólica.
Todo el mundo en aquella habitación se quedó calado.
- Brunilda se enamoró de ti, Xena… - dijo la bardo mirando a la guerrera.
Xena sonrió.
- Y cuando me seguiste, años más tarde, cuando era una Valkiria ya, se enamoró de ti, Gabrielle… - dijo Xena sonriendo. - ¿Ves? Por eso no me gusta dejarte que vengas conmigo… Hasta los dioses se enamoran de ti…
Gabrielle le dio un puñetazo cariñoso a la guerrera sonriendo, lo cual hizo que todas allí presentes se echaron a reír.
- Asique, en resumen… - dijo Emma. – Te acostaste con Brunilda por conseguir acercarte al Oro, pero al ver a Grinilda, la traicionaste, te convertiste en Valkiria y conseguiste el Oro…
- Yo no habría resumido mejor… - dijo Xena encogiéndose de hombros.
- ¿Por qué me vienen esas visiones? – dijo Emma después de un rato en silencio.
- Puede que sean un modo de advertirnos de algo, oh de alguien…. – dijo Regina mientras acariciaba la cabeza de Emma.
- ¿Viste algo más? – dijo Xena.
- No… La visión, oh el sueño ese se acabó cuando me desperté…. Bueno, Brunilda se despertó y se marchó cabalgando con el trozo de meteorito…
Xena se quedó pensativa…
Esa mañana, cuando ella se despertó, Brunilda no estaba. Solo sus ropas y ese extraño material caído del cielo. No noto nada raro.
Si eran unas visiones, ¿Qué intentaban decirles? ¿Por qué se manifestaban ahora, después de tanto tiempo, si esa parte de su pasado ya estaba enmendado?
Cogió la mano de la Reina Amazona y se la estrecho con fuerza, lo que estaba segura ahora es que amaba a aquella bardo…

domingo, 12 de octubre de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 15

Capítulo 15

Emma comenzó a leer:
- “La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice. Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche. Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas…” - Emma leía el relato mientras que las mujeres escuchaban con atención la historia que contaba la rubia. Sus caras lo decían todo, sorpresa, algo de miedo, preocupación, interés e incluso sorpresa. Poco a poco, Emma iba acabando con el relato. De vez en cuando, alzaba la mirada para ver las caras de las mujeres que la escuchaban, poniéndole una sonrisa en los labios. – “…Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso…” – Emma cerro el libro miro a su improvisado público. - Bueno, ¿Qué os ha parecido?
Las mujeres se miraron unas a otras.
- Vaya… - dijo Chilapa mirando a su hermana Amazona.
- Si… - dijo Eponin.
- Me encanta esta historia, Emma… - dijo Gabrielle sonriendo.
- Si, hay de todo… - dijo Xena. – A parte de una gran guerrera eres tan buena bardo como Gabrielle. – dijo con una sonrisa.
- Gracias. – dijo la rubia.
- Creo que va a ser mi historia preferida… - dijo Regina sonriendo a la rubia. Lo cual hizo que se sonrojara más.

Después de estar un rato más hablando, las mujeres regresaron al pueblo donde las estaba esperando Mulán, ya que Emma tenía una cita con la guerrera asiática para practicar con la catana.

Después, Emma junto con Xena, Gabrielle se fueron a entrenar con Mulán  a la playa.
- Muy bien Emma… - dijo Mulán con una sonrisa mientras se ponía otra vez en posición de defensa. – vamos, otra vez…
Emma suspiro.
- Venga Mulán… - dijo sentándose en la arena. – Descansemos un poco…
- No Emma… Vamos… - dijo Mulán levantando a Emma del suelo.
- Ok… - dijo mientras se levantaba. – Pero después un descanso, ¿vale?
- Trato… - dijo Mulán con una sonrisa y poniéndose en posición de ataque. – En posición…
- Vamos, Emma… - lo estás haciendo muy bien… - la animo Gabrielle.
Emma se puso en posición y ataco a la guerrera china. Pero Mulán, con un movimiento, paro la estocada.
- Concéntrate Emma… - dijo Mulán atacando a la rubia por encima de la cabeza.
- Lo intento… - dijo la rubia.
Paro la estocada de Mulán con cierto esfuerzo y ataco haciendo una finta por la derecha, la cual pillo algo desprevenida a la asiática que contuvo con cierto esfuerzo.
Tras hacer esta última finta, Emma se tambaleo y la vista se le nublo, pero sacudió la cabeza al mismo tiempo que se agachaba, evitando que Mulán le cortara la cabeza.
Emma se levantó y al girar para mirar a Mulán se derrumbó….
Oyó que tanto Xena como Gabrielle y Mulán la llamaban, pero Emma había perdido el conocimiento…
Y empezó a soñar….
“Estaba dentro de una tienda de campaña y enfrente una mujer mayor, vestida con pieles y llena de tatuajes. Era una hechicera.
Se miró a sí misma. Llevaba unas ropas extrañas, una armadura plateada cubierta por una túnica color del oro pálido. También llevaba unos brazaletes plateados y una espada colgada al cinto.
Miraba la escena en primera persona. Como si fuera ella la protagonista, pero en otro tiempo… Muy muy lejano…
Miraba con expectación y emoción a la hechicera. Esperaba que le dijera una pregunta que Emma ya le había realizado.
La mujer agitó en las manos unas Runas antiguas y las soltó delante de las dos.
- Halbheera… Que ves… - dijo con premura en la voz la rubia.
La hechicera miraba las runas atentamente y tardo en responder.
- Ten paciencia, niña… - dijo mientras pasaba las manos por encima de las Runas. – El poder de Odín están en las Runas… Nunca mienten… Pero no les metas prisa…
- No me hagas esperar mucho, Halbheera…
La hechicera sonrió a la rubia y miro las Runas con más atención.
- Las Runas dicen que lloverá fuego del cielo muy pronto…
- Dime más…
- Y que la luz de ese fuego revelara tu destino…
La rubia miro a la hechicera con extrañeza.
- ¿Tan lejos de casa…? ¿Qué destino podría tener yo aquí…?
Halbheera miro más atentamente las Runas.
- Después del fuego vendrá una persona… Una persona tan fuerte como tú… - dijo la hechicera mientras contemplaba las Runas. Emma la miro sorprendida. – Su fuerza igualara la tuya, incluso te superará en la batalla…
- Eso es imposible, Halbheera… Soy una Valkiria… Nadie ha hecho eso antes… - dijo Emma mirando a la hechicera y a las Runas.
- Ni nadie lo ara después… - finalizo Halbheera.
La rubia miro las Runas y luego al cuervo que estaba en silencio a su lado. Se levantó con decisión y salió de la tienda de campaña puesta encima del barco. Uno de sus guerreros se le acerco con un manto de pieles y se las puso sobre los hombros.
- Anclaremos pronto esta noche… - dijo al hombre que le había traído el manto. Se acercó al borde del barco y se asomó.
Allí, en la orilla vio a una guerrera vestida de cuero y pelo negro. Estaba esperando mientras que el caballo tomaba agua a la orilla del rio.
Por un momento, los ojos de Emma y los azules de la guerrera se cruzaron. Y todo lo que existía a su alrededor desapareció.
Emma se irguió encima del barco mientras este pasaba al lado de la guerrera, pero ninguna de las dos aparto la mirada una de la otra, hasta que el barco desapareció.
Desembarcaron y pusieron las tiendas en tierra firme. La noche se avecinaba larga.
Emma, Halbheera, algunas de sus doncellas  y varios de sus guardias se encontraban sentados cerca del fuego fuera de la tienda.
Emma sintió el aleteo de las alas del cuervo, miro hacia arriba y vio al cuervo que se posaba cerca de su hombro. Sonrió y acaricio con ternura al animal.
Al levantar la vista, Emma miro de reojo al cielo y descubrió que esa noche, las estrellas se habían alienado de una forma extraña.
- Mira ese tenue sendero de luz, mi reina… - dijo Halbheera.
Emma sonrió.
- Es el camino hacia el Valhalla, Halbheera…
- Algún día volverás allí, mi reina…
Emma sonrió.
- Pero ahora debo cumplir aquí mi destino…
- Lo aras bien, niña… - sonrió la hechicera.
De repente, un gran cometa surco los cielos. Emma se puso de pie sin apartar los ojos del cielo. Avanzó por el campamento intentando ver hacia donde iba a parar. Ese era la lluvia de fuego que predijeron las Runas. Con una sonrisa, Emma miró como caía hacia la tierra.
Con ojos brillantes, Emma sonrió donde el fuego cayó y mientras corría hacia su caballo, susurró:
- Mi destino…
Se montó en el caballo de un salto e indicándole que corriera, el animal junto con el jinete, se precipito donde el meteoro cayó.
Cuando llego al lugar, descabalgo y se precipito al cráter creado por el meteoro y vio en mitad de él unas extrañas piedras, de un material extraño. Lo examino con cuidado. Se trataba del mismo material con el que estaba hacha su armadura de Valkiria.
De repente, sintió que algo se movía en las sombras, a su espalda, se giró desenvainando la espada y se enfrentó a la persona que la atacaba.
Al quedar cara a cara, Emma vio que se trataba de la mujer morena de ojos azules que había visto en la orilla del rio.
Se defendió de otra estocada que le propino la morena. Debía admitir, que la morena era fuerte. Pero Emma no se quedó atrás. Se defendió atacando arriba y abajo. De lado y del otro. Hubo un momento en el que la morena le quito la espada, Emma no se quedó atrás y cogió un palo, quitándole la espada a la morena de ojos azules. Esta, cogió otro y empezaron otra vez la danza de la lucha.
Emma, con una serie de combinación entre estocadas rápidas y fintas, derribo a la morena, pero esta rápidamente se levantó, atacando a Emma rápidamente.
Poco después, era Emma la que se encontraba con la espalda apoya en el suelo y la morena inmovilizándola sobre ella, quitándole a Emma la capucha de la capa que llevaba puesta.
Se levantaron enseguida y se miraron a los ojos por unos instantes.
- Tu… Eras la mujer que iba en el barco… - dijo la morena.
- Y tú la mujer de la orilla… - Emma miro atentamente a la morena y se dio cuenta que era una guerrera, como ella, por la armadura que llevaba. – Eres una guerrera… Quizás puedas decirme que es eso… - por supuesto ella lo sabía. Pero quería probar a la mujer guerrera.
- Una especie de material extraño… Nunca había visto nada parecido… - dijo examinándolo al lado de la rubia.
Emma la miro con una sonrisa.
- Imagina el arma que se podría forjar con eso… - dijo mirando otra vez al metal.
- ¿Has venido hasta aquí por este metal? – dijo la mujer morena mirando a la rubia.
- No… - dijo en un susurro. – Por ti… - dijo mirando a la morena a los ojos.
- Ya… - dijo riendo la morena. En eso, un aleteo la distrajo y miro al cuervo que se posó en una rama cerca de donde estaban ellas.
- Olvídate del pájaro, guerrera… - dijo mirando a la morena mientras se acercaba hacia ella. – Dime una cosa… ¿Crees en el destino?
- No, ¿Por qué? – dijo la mujer de ojos azules mirando embelesada a la rubia, que se había acercado más a ella.
- Porque ambas recibimos una señal que nos a traído hasta aquí…
- Era lo bastante grande como para verla en todo el reino…
- Aquí solo estamos tú y yo… - dijo Emma acercándose un poco más. – Hoy… Las Runas han prometido llevarme hasta una persona cuya fuerza sería tan grande como la mía… - dijo con media sonrisa. – Y tú me has vencido…
- Solo te derribe… - dijo mirándola a los ojos.
- Soy una Valkiria… Nadie había hecho eso jamás… Hasta ahora… - Sonrió - Creo que estábamos predestinados a encontrarnos… - y diciendo esto, se acercó más a la morena y se besaron.
Al principio fue un beso tímido por parte de las dos, pero poco a poco  paso a ser más demandante.
Poco a poco, se fueron abandonando a ese beso que se hizo más profundo, llegando a despojarse de sus ropas y abandonándose al placer del cuerpo desnudo de la otra mujer.
El fuego del meteoro y aquel extraño material, fueron testigos de las caricias y besos que esas dos mujeres se daban con pasión.
Tras hacer el amor varias veces, la rubia se encontraba en los fuertes brazos de la morena, mirándose a los ojos.
- ¿Por qué no te quedas aquí conmigo? – dijo la morena mirando a los ojos a la rubia.
- Oh Xena… - dijo acariciándole la cara. – Me encantaría. Pero al igual que tú, tengo obligaciones que cumplir… Aunque te esperare… - dijo sonriendo.
Xena sonrió.
- Pero… ¿Dónde podré encontrarte…?
Emma sonrió y le dio un pequeño beso en el cuello.
- En Islandia…
- Es posible que haya más de una Brunilda en Islandia… - dijo sonriendo.
Ahora fue el turno de Emma de reír.
- Solo hay una que sea Reina…
- ¿Eres la Reina de Islandia? – dijo frunciendo el ceño.
- Si…
- Vaya… - dijo Xena mirando al cielo estrellado.
- ¿Cambia eso las cosas? – dijo la rubia con algo de pena.
- No… -dijo inmediatamente mirándola a los ojos. – No… Tranquila…
- Bien… - sonrió la rubia. – Por que pase lo que pase te amaré siempre… - dijo Emma/Brunilda sonriendo.
Xena alzo la mano y acaricio la mejilla de la Reina.
- Te prometo que iré a buscarte… - dijo en un susurro.
Emma sonrió y se acercó a los labios de la guerrera, besándolos con pasión. Pasión que fue recompensada por la morena.
A la mañana siguiente, Emma se despertó antes que la morena, se vistió y fue hacia el cráter y cogió una de las dos piedras que allí había. Hecho una mirada hacia donde estaba acostada la guerrera, sonrió y se fue montada en su caballo.”