Emma se despertó
sobresaltada. Lo primero que se dio cuenta es que ya no estaba vestida de aquella
manera tan extraña, lo segundo, que no estaba ya en la playa, sino en una
confortable cama y lo tercero, que estaba rodeada de 5 pares de ojos que no le
quitaban la vista de encima.
- Emma, cariño… -
dijo Snow preocupada. - ¿Estas bien?
- Emma… - dijo
Regina mientras le acariciaba la cara.
Emma las miro a
ambas con sorpresa en los ojos.
- Si… - dijo Emma.
– Sí, estoy bien… - dijo intentándose incorporar.
- No te levantes…
- dijo Xena mientras la empujaba otra vez hacia la cama.
Cuando sintió el
contacto de Xena, Emma sintió que le recorría un escalofrío por todo el cuerpo
e instintivamente se apartó de ella mirándola a los ojos.
Xena y las otras
mujeres se quedaron paralizadas ante la reacción de la rubia.
- Emma, que
ocurre… - dijo Gabrielle al ver la reacción de la rubia.
Emma la miro a los
ojos.
- Nada Gabrielle…
- dijo acostándose otra vez en la cama.
- Emma, amor… -
dijo Regina pasándole la mano por la frente. Ante el contacto, la rubia cerró
los ojos. - ¿De verdad estas bien?
Emma abrió los
ojos y miro esos ojos chocolate que tanto amaba. Sonrió.
- Si nena… - dijo
cogiendo la mano de la morena y besando los nudillos. – Aunque he tenido un
sueño muy raro… - dijo frunciendo el ceño.
- ¿Un sueño? –
dijo Mulán extrañada. - ¿Qué soñaste?
Emma la miro con
pánico. No quería decirlo en alto delante de tanta gente. Miro a Regina y luego
a Xena y Gabrielle. Regina comprendió.
- No importa… -
dijo inmediatamente la morena. – Sera mejor que dejemos que descanses…
Snow y Mulán
miraron un momento a la Evil Queen y a Emma.
- Si… Sera lo
mejor… - dijo Snow. – David y
yo nos quedaremos con Henry esta noche… - dijo poniéndose de pie y caminando
hacia la puerta. - ¿Vienes Mulán…?
Mulán miro al
resto de mujeres sospechando que ocultaban algo.
- Si… - dijo
levantándose. – Voy contigo… Recupérate Emma… Y no te preocupes por el
entrenamiento… - dijo saliendo de la habitación.
Emma miro la
puerta por donde había salido su madre y su amiga y luego se volvió hacia las
tres mujeres que no perdían de vista lo que hacia la rubia que estaba acostada
en la cama. Emma se incorporó y se sentó en la cama con ayuda de las otras
mujeres.
- Ahora puedes
hablar, cariño… - dijo Regina.
Emma la miro a los
ojos. Cogió una mano de su prometida y observo el anillo que allí estaba.
Estaba buscando las palabras adecuadas para empezar.
- No sé cómo
empezar… - dijo al fin. – Era extraño… Era como una visión… Pero era del
pasado. De algo que ya sucedió…
- ¿Cómo qué? –
dijo Gabrielle sentándose al otro lado de Emma.
- Estaba en un
barco. Antiguo. Había una mujer mayor, con la piel pintada y vestía pieles… -
dijo Emma recordando a la hechicera mirando la mano que tenía cogida de Regina.
Xena miraba a la
rubia de la cama seriamente. Si atreverse a sentarse en la cama.
- Sigue… - dijo
Regina.
- Tenia un nombre
extraño… - dijo frunciendo el ceño. – Era algo así como Halbea oh algo así… -
dijo Emma. La rubia noto la mirada azul sorprendida de Xena. – Yo estaba a su
lado. Llevaba puesto una armadura plateada debajo de una túnica color oro
pálido. También llevaba unos brazaletes plateados y una espada colgada al
cinto…
- ¿Llevabas
corona? – dijo de repente Xena. Todas se giraron.
- Si… - dijo Emma
mirándola.
Xena suspiro y se
dio la vuelta a mirar por la ventana.
- ¿Xena? –
pregunto Gabrielle.
Xena se dio la vuelta
y miro a su amor. Sonrió tristemente y volvió a acercarse a la cama.
- Halbheera… -
dijo de repente. – La mujer mayor que describiste se llamaba Halbheera…
- Ese era el
nombre… - dijo Emma.
- Y tú te llamabas
Brunilda… ¿A que si? – dijo con media sonrisa Xena.
Emma desvió la
mirada.
- Si… - dijo en un
susurro.
- ¿Brunilda? –
pregunto Gabrielle. – ¿Nuestra Brunilda, la Valkiria?
- Si, Gabrielle… -
dijo Xena acercándose más a ella. – Era la Reina de Islandia. Odín, su padre,
cuando era un bebe, la trajo a la Tierra. En el Valhalla se libraba entonces
una batalla por el Trono con los Gigantes. Las Normas predijeron que Brunilda
seria la Conquistadora, la primera Valkiria de muchas. Y Odín la puso a salvo
en la Tierra. – dijo mientras se sentaba al lado de la bardo.
- Eso no me lo
dijiste… - dijo Gabrielle mirándola. – Ni tú, ni ella… Pero cuando la conocí ya
no era Reina de Islandia… - dijo mirando a Xena.
Xena sonrió
tristemente.
- Lo se… Murió
siendo la Reina de Islandia, pero volvió a la vida otra vez siendo solo una
Valkiria… - tomo la mano de Gabrielle.
- ¿Xena? – dijo
Gabrielle ante la mirada triste de la guerrera.
Xena desvió la
mirada y miro a Emma que la miraba.
- ¿Qué más viste?
– pregunto la guerrera.
Emma trago saliva.
- Algo sobre mi
destino, bueno el de Brunilda. Que encontraría a alguien tan fuerte como yo…
Luego un cometa se precipito a la Tierra, fui a ver y allí… - dijo Emma y se
calló mirando a Xena.
Gabrielle y Regina
las miraban atentamente.
- Sigue… - dijo
Xena aunque ya sabía lo que iba a decir.
Emma trago saliva.
Y decidió contarlo todo. Pero sin mirar a Xena. Era demasiado vergonzoso. Miro
su regazo.
- Allí vi el
cráter y entonces apareció una figura. Luchamos y ella me venció...
- ¿Ella? – dijo
Regina.
Emma se sonrojo.
- Era una mujer… -
dijo Emma y levanto la mirada hacia Xena que la miraba con la mandíbula tensa.
Xena asintió. – Era Xena… - dijo en u susurro.
De pronto un
silencio se instauro en la habitación. Nadie se atrevía a decir nada.
Emma miro su
regazo y sintió las miradas de Gabrielle y Regina sobre ella.
- Que más paso… -
dijo Gabrielle. – Que más viste…
Emma seguía con la
mirada baja. No quería decir lo que paso después, no quería hacer daño ni a
Gabrielle ni a Regina. Sobre todo a Regina…
- Emma… - dijo
Regina. – Que ocurrió… - dijo poniéndose poco a poco más nerviosa.
Emma miro a Xena
un momento antes de responder. Xena y ella intercambiaron una rápida mirada que
rápidamente desviaron, pero los ojos de Gabrielle y de Regina no le pasaron
inadvertida aquella mirada. Las dos reinas fruncieron el ceño y miraron a sus
parejas, esperando una respuesta.
- Nos acostamos… -
dijo Emma en un susurro.
Otro silencio se
instauro roto por un jadeo por parte de las dos Reinas. Emma no se atrevía a
levantar la cabeza. No quería enfrentarse a la mirada de decepción de la
morena.
La rubia sabía que
no había sido ella la que se había acostado con Xena, pero aun así, lo había
vivido en primera persona. Había sentido las manos de la guerrera en su cuerpo,
sus labios, sus caricias, sus besos, sus palabras susurradas al oído…
Había sido
demasiado real, y sentía que había traicionado a la Evil Queen. Y eso era
imperdonable. Ella amaba a Regina por encima de todo. Solo tenía cierta
esperanza de que la morena comprendiera que eso había sido un sueño, una visión
de algo que ocurrió hace tiempo a una de sus antepasadas y que ella, Emma
quería y amaba por encima de todo a Regina, a su Reina Malvada…
- ¿Es eso cierto…?
– pregunto Gabrielle sin mirar a nadie en particular.
- Si… - contesto
Xena.
- ¿La amabas? –
pregunto la bardo mirando a la morena guerrera.
- No… - dijo con
sinceridad. – Gabrielle, en aquella época solo utilizaba el sexo como medio
para conseguir mis fines. Para conseguir más poder… - dijo mirándola a los
ojos. – Era una Conquistadora, una Señora de la Guerra. Mi alma estaba
corrompida… Había viajado hacia el Norte en busca de un legendario tesoro… El
Tesoro de los Nibelungos oh el Oro del Ring, como prefiráis llamarlo…
- ¿El Tesoro de
los Nibelungos es real? – salto de repente Emma. Se cayó enseguida al ver las
miradas de las tres mujeres. – Bueno… No sé cómo no me sorprende… Estoy
saliendo con un personaje de cuento, que encima es la Reina Malvada de
Blancanieves y que además Blancanieves es mi madre…
Las mujeres
sonrieron.
- Si, es real… -
dijo Gabrielle mirando a la rubia. – Estuve dormida un año custodiando el
anillo en mitad de un anillo de fuego. – dijo sonriendo. – Brunilda se hizo
flama eterna para protegerme a mí y al anillo. Solo mi Alma Gemela, mi Amor
Verdadero podría atravesar las llamas sin quemarse… - dijo mirando a Xena.
- Yo perdí la
memoria y me casé… - dijo Xena. – Al ponerte el anillo, si no habías desterrado
el amor de tu corazón, podrías perderlo para siempre… - dijo mirando a
Gabrielle. - Y así lo hice…
- Pero gracias Beowulf,
que te trajo hacia mí, me recordaste…
- ¿Tú eras la Dama
Del Anillo? – dijo sorprendida Emma.
Gabrielle sonrió.
- Si…
- ¿Qué paso
entonces? – dijo Regina interesada. En el fondo comprendía a Xena. Ella también
tuvo una época oscura, que no quería recordar.
- Después de
acostarme con Brunilda, cogí el material que había caído del cielo e hice que
forjaran esta armadura… - dijo señalando la armadura que llevaba. – Odín, por
aquel entonces, tuvo más hijas. Una de ellas fue Grinilda… - dijo mirando a Gabrielle y a las demás
mujeres. – Al estar Brunilda en la
Tierra, y el Valhalla a salvo, Odín puso al mando de las Valkirias a Grinilda…
En espera de que al completar su destino, Brunilda regresara y tomara el mando
de las Valkirias - se sentó más cómodamente en la silla al lado de la cama. –
Pero lo que no esperaban fue que yo me convertiría en una Valquiria, para poder
coger el Oro… - Dijo mirando a las mujeres. – Cuando lo conseguí, forje con él,
un anillo… Con él, era invencible… - dijo con una mirada melancólica.
Todo el mundo en
aquella habitación se quedó calado.
- Brunilda se
enamoró de ti, Xena… - dijo la bardo mirando a la guerrera.
Xena sonrió.
- Y cuando me
seguiste, años más tarde, cuando era una Valkiria ya, se enamoró de ti,
Gabrielle… - dijo Xena sonriendo. - ¿Ves? Por eso no me gusta dejarte que
vengas conmigo… Hasta los dioses se enamoran de ti…
Gabrielle le dio
un puñetazo cariñoso a la guerrera sonriendo, lo cual hizo que todas allí
presentes se echaron a reír.
- Asique, en
resumen… - dijo Emma. – Te acostaste con Brunilda por conseguir acercarte al Oro,
pero al ver a Grinilda, la traicionaste, te convertiste en Valkiria y
conseguiste el Oro…
- Yo no habría
resumido mejor… - dijo Xena encogiéndose de hombros.
- ¿Por qué me
vienen esas visiones? – dijo Emma después de un rato en silencio.
- Puede que sean
un modo de advertirnos de algo, oh de alguien…. – dijo Regina mientras
acariciaba la cabeza de Emma.
- ¿Viste algo más?
– dijo Xena.
- No… La visión,
oh el sueño ese se acabó cuando me desperté…. Bueno, Brunilda se despertó y se
marchó cabalgando con el trozo de meteorito…
Xena se quedó
pensativa…
Esa mañana, cuando
ella se despertó, Brunilda no estaba. Solo sus ropas y ese extraño material
caído del cielo. No noto nada raro.
Si eran unas visiones,
¿Qué intentaban decirles? ¿Por qué se manifestaban ahora, después de tanto
tiempo, si esa parte de su pasado ya estaba enmendado?
Cogió la mano de
la Reina Amazona y se la estrecho con fuerza, lo que estaba segura ahora es que
amaba a aquella bardo…
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