Capítulo 13
Tras el juramento,
se llevó a cabo la gran fiesta. Y es que las fiestas de las Amazonas eran
grandes. Corría vino, cerveza y otros licores a raudales por toda la aldea.
Los invitados se
lo estaban pasando en grande y ya hacía varias horas que Henry, Daniel y Paris
se habían ido a dormir junto con los hombres invitados, mientras que sus madres
y las demás mujeres, seguían festejando la bienvenida a la nueva Amazona.
- Estate quieta
Emma… - dijo Regina en un susurro en los oídos de la rubia mientras esta se
inclinaba a besarla por enésima vez en la noche el cuello. – No estamos solas…
- dijo sin poder dejar de soltar un gemido.
- Vamos nena… -
dijo Emma sin apartarse del cuello de Regina. – Son Amazonas… Leí sobre ellas
en el instituto… Son muy… Liberales… - y mientras decía esto una mano
acariciaba la espalda de la morena y la otra mano de Emma acariciaba muy
despacio hacia arriba de sus piernas.
Regina no pudo
reprimir un jadeo. Se sentía tan bien que cerró los ojos y se abandonó un poco
ante las caricias de la rubia.
Echo un vistazo a
las demás Amazonas y vio que Emma tenía razón. No se cortaban en absoluto.
Algunas se besaban con pasión, otras bailaban de los más pegadas y otras
simplemente no disimulaban y tenían sexo en las esquinas.
- Ves nena…. –
dijo Emma mientras apartaba el tanga de la morena. – Anímate… Mira, incluso
Gabrielle y Xena se van… - dijo señalando a la pareja, donde la guerrera
llevaba en los brazos a la bardo besándose con pasión hacia la cabaña de la
Reina.
- De acuerdo… -
dijo Regina besando desesperadamente a la rubia. – Pero preferiría ir a casa… -
dijo besándola con pasión.
- Mmmm… Ok… Pero
creo que no llegaremos a casa… - dijo Emma mordiéndole el cuello a la morena.
- Pide una cabaña…
- dijo Regina mirando con pasión en los ojos a Emma.
Emma sonrió de
oreja a oreja.
- No te muevas… En
seguida vuelvo… - dijo levantándose y dirigiéndose a Asteria – Asteria espera…
- Dime Emma… -
dijo con una sonrisa y mirándola de arriba abajo.
- Sabias donde hay
una cabaña, bacía… Es… Para… Ya sabes… - dijo sonriendo y poniéndose un poco
sonrojada la rubia.
Asteria alzo una
ceja mirando más interesada a Emma. Sonrió a la nueva Amazona y se acercó
sensualmente.
- Y esa cabaña….
¿La quieres privada? – dijo colocándose delante de Emma mirándola a los ojos,
con una media sonrisa, pasándose la lengua por los labios y acariciando
suavemente el brazo de Emma.
Emma no podía
apartar la mirada de la de Asteria. Había algo en ella que la atraía. Sería el
vino que había bebido oh la cerveza, pero ese instinto, esa atracción estaba
allí presente. Permitió que Asteria la acariciara. Se acercó instintivamente
hacia la rubia Amazona.
- Si se puede, si…
- dijo Emma en un susurro. – Lo preferirá…
Asteria sonrió a
la rubia princesa.
- Sígueme… - y se
dio la vuelta encaminándose hacia el laberinto de cabañas.
Regina se había
quedado sentada en la mesa principal y había observado toda la conversación que
había tenido Emma con la rubia Amazona. Frunció el ceño cuando la Amazona se
acercó más a Emma y le tocó el brazo y Emma no hizo nada. Se quedó allí, sin
moverse y Regina estallo de celos. Y la gota que colmó el vaso fue que, después
de eso, Asteria vio cómo se inclinaba hacia Emma, le susurraba algo al oído y
se iba con una sonrisa. Y para colmo, Emma la siguió.
Regina estallo de
furia y se levantó de la silla y se encamino hacia donde se habían marchado las
dos rubias.
Mientras, Asteria
había conducido a Emma a una cabaña algo alejada de las otras.
- ¿Qué te parece
esta…? – dijo Asteria mirando de arriba abajo a la rubia con una sonrisa.
Emma miro a
Asteria y luego a la cabaña. Era como las otras del poblado, pero alejada, con
una habitación y un camastro, lo suficientemente grande como para que dos
personas durmieran cómodamente.
- Si… Es perfecta…
- dijo Emma con una sonrisa. Miro a Asteria y se sorprendió, ya que se había
acercado a Emma. - ¿Qué haces? – dijo extrañada.
- Ya sabes lo que
hago, princesa… - dijo acercándose a Emma seductoramente. Se inclinó y la beso.
- Asteria… - dijo
Emma separándose de la Amazona.
- Shh…. – dijo
Asteria con una sonrisa y poniendo un dedo en los labios de Emma. – No hables.
No hace falta… - y la beso otra vez.
Emma cerró los
ojos y medio correspondió. Luego se separó al pensar en Regina.
- Asteria… No… -
dijo Emma mirándola a los ojos. – Si no estuviera enamorada y comprometida,
estaría dispuesta a pasar la noche contigo… - dijo a la Amazona. – Pero
comprende que no estoy disponible… Amo a Regia, me voy a casar con ella…
- Puede que no
funcione… - dijo Asteria mirándola a los ojos.
- Asteria… Ella es
mi Amor Verdadero, mi Alma Gemela…
- Eso no lo sabes…
- dijo algo molesta inclinándose a besarla otra vez.
- Asteria, no…. –
dijo Emma apartándose. – Sé que ella lo es… - dijo con cierta rudeza. Y después
se arrepintió. – Mira Asteria… Eres una mujer muy hermosa, y si no estuviera
con Regina… Estate segura que intentaríamos algo… - dijo con una sonrisa.
Asteria miro un
momento a Emma y luego sonrió.
- Muy bien… Lo
siento… - dijo Asteria. - ¿Quieres que llame a Regina de tu parte?
- No, tranquila…
Voy a darle una sorpresa arreglando a su gusto… - dijo con una sonrisa.
- De acuerdo… -
dijo la Amazona con una sonrisa y se alejó un poco. – Sabes, Regina tiene mucha
suerte contigo, de tenerte… - dijo volviéndose a mirar a la rubia.
- Te equivocas… -
dijo Emma sonriendo a su hermana amazona. – Soy yo la que tiene suerte de
tenerla a ella…
Asteria sonrió y
se alejó.
Regina se escondió
cuando la Amazona pasó por su lado. Había escuchado cada palabra que habían
dicho las dos Amazonas y había casi estallado en celos al ver como Emma medio
correspondía al beso.
Pero luego sonrió
al ver como la rechazaba. Y amo más si se podía a Emma al oír lo que dijo de
ella la rubia.
Suspiro y miro
hacia los lados antes de salir de su escondite y acercarse lentamente a donde
estaba Emma haciendo magia dentro de la cabaña.
Sonrió al
contemplarla. Cada día amaba más a esa mujer. Y se sentía orgullosa, porque
aprendía muy deprisa. En definitiva, Regina Mills, la Alcaldesa de StoryBrooke,
la Evil Queen del Bosque encantado, estaba orgullosa del aprendizaje, del
talento de su aventajada alumna…
Emma empezó a
decorar la cabaña a su gusto, unas velas por aquí, unas velas por allá, unas
rosas rojas cerca de la cama junto con champan y unas fresas con nata y
chocolate. Sonrió al ver el resultado. Quería que cuando entrara allí con
Regina, esta se sintiera como la Reina que era.
Se dio la vuelta
para salir de la cabaña, pero se encontró de repente con Regina que la miraba
con una sonrisa.
- Te iba a buscar…
- dijo Emma con una sonrisa.
Regina sonrió a la
rubia y se acercó sensualmente sin decir nada. Acaricio el cuello de Emma con
una caricia que hizo estremecer a la rubia. La Reina se acercó, cogió a Emma
por la nuca y le dio un casto beso.
Emma atrajo de la
cintura a Regina, apretándola contra su cuerpo mientras acariciaba las curvas
de la morena. Era un beso apasionado entre las dos. Un beso deseado. Empujó a
Regina y la hizo tumbar sobre la cama que había en la cabaña. Se separó de la
boca de la morena, solo para posar los labios sobre el cuello de Regina, quien
dejó escapar un gemido de placer ante los besos que le daba la rubia le daba en
el punto sensible del cuello y por las manos que no se paraban quietas de Emma.
Regina no se
paraba quieta. Acariciaba los costados y la nuca de la rubia. Alzo una pierna a
un costado de la rubia para poder dejarla espacio.
Emma gimió al
sentir como Regina le daba espacio entre sus piernas y se apretó más a la
morena.
- Emma… - dijo
Regina en un gemido.
- Dime mi reina… -
dijo Emma alzando la cabeza y mirándola sin dejar de acariciar los costados de
la morena.
- Te amo… - dijo
mirándola a los ojos.
Emma sonrió.
- Yo también mi
Reina… - dijo la rubia y le dio un casto beso. - ¿Te gusta lo que he preparado?
– dijo señalando con la cabeza la cabaña.
Regina hecho un
vistazo a la cabaña. Sonrió al ver como tenia decorada la estancia la rubia.
- Mmmm… Fresas… -
dijo cogiendo una y comiéndola. – Me encantan… - dijo comiendo otra ante la
atenta mirada de deseo de la rubia.
Emma cogió las
fresas y la nata sentándose en la cama, cerca de Regina, quien seguía acostada.
Poco a poco, la rubia iba dándole las fresas en la boca a Regina.
Regina se sentía
como una reina en los brazos de la rubia.
Emma se inclinó y
beso los labios de su amada con devoción. No aguanto más y con un movimiento de
manos, ambas quedaron desnudas. Se recostó encima de Regina, quien la miro con
deseo. Cogió una fresa, se la pasó por todo el cuerpo de la morena, con
devoción, cuando acabo con el recorrido, en vez de dársela, se la comió ella
ante la mirada de la morena.
Regina no pudo
resistirlo por más tiempo y tras un movimiento, atrapo a la rubia debajo de
ella.
Beso con pasión a
Emma y sin esperar a nada, Regina introdujo dos dedos en el interior de Emma,
produciendo en la rubia un sonoro gemido.
- Shh… - dijo
Regina con una sonrisa. – Tus hermanas Amazonas nos pueden oír…
- Me da igual…. –
dijo Emma mientras echaba la cabeza hacia atrás ante las embestidas de Regina.
La mente de Emma
estaba saturada por las caricias de Regina. Miró esos ojos marrones que tanto
quería, buscando desesperadamente donde aferrarse a la pasión que sentía. Y
allí lo encontró.
Sin decir una sola
palabra, Emma quitó las manos de Regina de su propio cuerpo y se dio la vuelta,
dejando a la morena con la espalda en las sabanas. Toco su cara suavemente y
acariciándola, se fue acercando hacia ella. Regina sonrió y suspiró con alivio.
Emma acariciaba el
cuello y los brazos de la morena, fue bajando hasta encontrar sus muslos,
recorrió el perfecto abdomen de la morena, recibiendo el mismo trato por parte
de Regina hacia su musculoso abdomen. No pudo resistir y buscó la boca de
Regina con desesperación.
Regina abrazo a la
rubia, acariciando los costados de Emma, gimiendo de pasión por los besos que
la rubia le estaba dando en todo el cuello, que iba bajando poco a poco hasta
llegar a sus pechos, los cuales ataco con ferocidad.
Manos y lenguas
pronto empezaron su exploración libremente por parte de ambas mujeres, en una
danza sensual.
Poco a poco, Emma
iba bajando la boca por el estómago de la morena hasta llegar al centro del
placer de Regina, quien se sorprendió al notarse atacada con voracidad allí
abajo.
No pudo reprimir
un grito de sorpresa, que seguro habrían escuchado en la fiesta, pero ahora a
la Reina no le importaba. Lo que realmente le importaba era disfrutar del
placer que la rubia princesa le ofrecía.
Emma, sin darle
tregua a la morena, succionaba el clítoris de Regina, haciendo que la morena se
retorciera de placer y haciendo que se corriera varias veces.
Con una sonrisa,
Emma se alzó sobre el cuerpo de su amante, observando a la morena como
recuperaba el aliento tras el último orgasmo a la que le llevo la rubia. Emma
besó los labios de Regina y ambas sonrieron y se fundieron en un apasionado
beso.
- Ahora, querida….
– dijo Regina poniendo a Emma boca arriba en la cama. – es mi turno…
Emma sonrió debajo
de su amante y ambas se entregaron otra vez al placer…
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