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martes, 12 de agosto de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 8

Capítulo 8

Emma estaba nerviosa. Antes de salir del establo, hizo que el caballo se parara. No estaba preparada. Estar con su padre a solas, oh con su hijo, era una cosa, pero que la vieran Ruby, oh su madre, oh Regina, era otra cosa… Y encima estaban las Amazonas y aquella guerrera.
Suspiro acariciando distraídamente el cuello de Tormenta. Miro la crin negra del caballo.
- Tormenta… - dijo mirando al caballo. – No sé si podré hacerlo… Esto me supera. Además, esta Regina… - el caballo relincho. – Si, lo sé. Pero ella sabe montar a caballo. Ha visto a muchas personas montadas. Y qué decir de amantes… - dijo ella rodando los ojos. Suspiro. – No puedo hacerlo. – dijo resignada. Intentó hacer que el caballo anduviera para atrás. – Vamos Tormenta… - el caballo no se movió de su sitio. – No seas cabezota, hombre… - dijo al caballo. – No saldré… - el caballo relincho y cabeceo. – Esta bien… Pero como me digan algo, oh se rían de mí, te juro que… Que… Ya veré… - le dijo al caballo.
Espoleo al caballo y salió con nerviosismo por la puerta del establo.
Cuando salió, un rayo de luz le dio a los ojos y los cerró, pero aun así, no detuvo al caballo que se dirigió hacia donde estaba su familia.
Abrió los ojos y pudo ver las caras de sorpresa que tenían. Snow tenía una gran sonrisa en la cara, Henry sonreía y pasaba su mirada de Emma a Regina, el pequeño Daniel aplaudía a su hermana y Regina… Regina miraba muy impresionada a Emma. No se podría creer que ella pudiera montar tan bien a caballo. La admiro. Se impresionaba al notar el porte de la rubia. Aunque no era de extrañar por los genes que tenía, pero aun así, Regina miraba a Emma con admiración y lujuria. Porque, ella debía admitir que, ver a Emma vestida con la armadura y montada a caballo, la excitaba.
Emma se acercó poco a poco a donde estaban ellas, hizo parar al caballo y sonrió.
- Hola… - dijo sonriendo y sin apartar la vista de Regina, que miraba a la rubia con ojos excitados.
- Hola… - susurró Regina.
- Ema, ¿me subes? – dijo Daniel mirando a su hermana.
- Claro enano, ven aquí… - dijo acercándose a su padre y cogiendo a su hermano.
- Emma, cariño. Lo haces muy bien… - dijo Snow con una sonrisa. Emma rodo los ojos ante ese comentario.
- ¿A caso lo dudas Snow? – dijo David con una sonrisa. – Ha tenido un buen maestro…
Todos allí presentes se rieron.
- Yo le hubiera enseñado mejor… - dijo Regina con una media sonrisa a David. – Pero aun así… Me alegra que no te caigas….
- Ja, ja… Muy graciosa, Regina… - dijo la rubia.
- Ema, ¿me das una vueta como el oto día? – dijo Daniel a su hermana.
- Claro chico… - sonrió al niño que estaba entre sus brazos. – Vamos Tormenta, demos una vuelta con Daniel. - Tiro de las riendas del caballo y se marchó a dar una vuelta con su hermano. El caballo relinchó.
- ¿Tormenta…? – dijo Regina con preocupación y volviéndose a David.
Snow abrió los ojos al escuchar el nombre del caballo.
- David…. – dijo junto a Regina.
El hombre miro a las dos mujeres.
- Que… - dijo desconcertado. - La primera vez que la traje, le di a Azahar, pero Tormenta estaba inquieto, y uno de los mozos intentaba calmarle, pero no lo conseguía. Emma se fue directa a él sin hacerme caso, aparto al mozo y le empezó a hablar y hasta ahora… - dijo mirando como Emma reía ante las risas de su hermano pequeño mientras iban a medio galope.
- Bueno… No sé por qué me extraña… - dijo Regina viendo a su novia pasear con el caballo. – Su madre habla con los bichos, no me extraña que ella heredara eso…
Snow la miro con una ceja levantada.
- Que sepas Regina, que los animales son nobles… - dijo Snow con una sonrisa.
- Eso no lo dudo nunca, mi querida Snow… - dijo con una sonrisa a su hijastra.
- No lo hace mal… - dijo Xena mirando a la rubia con una sonrisa. - Se le da muy bien montar…. ¿Nunca lo hizo antes?
- No que yo sepa… - dijo Snow mirando a su hija con una sonrisa.
Gabrielle y Xena la miraron extrañadas.
- Es que mi madre Regina es la Reina Malvada del cuento de Blancanieves. – dijo Henry a las Amazonas. – Y después de dar a luz a Emma, Snow la metió en un armario para que se salvara de la maldición que mamá hizo a todo el bosque encantado, para así, 28 años después, Emma volviera y quitara la maldición. Luego Emma me tuvo y la encontré. Y no veas lo que me costó convencerla de que ella era hija de ellos. – dijo señalando a Snow y James. – Pero luego me secuestro Peter Pan y mi madre y Emma se unieron para salvarme y en un momento del viaje, o eso me dijeron, se enamoraron, la hija de Snow y la Evil Queen… - dijo con una sonrisa mirando a Regina, que le sonrió. – Vencieron a Pan y me rescataron. Y hasta ahora…
Las 4 Amazonas se quedaron con la boca abierta ante la historia que contaba el muchacho.
- Así que Emma se crio en un orfanato… - dijo Gabrielle mirando a la rubia que paseaba con el caballo.
- Exacto… - dijo Henry.
- Pues monta muy Bien… - dijo Xena mirando a Emma con otros ojos.

Después de un rato cabalgando, Emma y Daniel volvieron a donde estaban las Amazonas y su familia.
- Ema jo… - dijo Daniel enfurruñado. – Yo quiero más…
- Enano, es hora de comer… - dijo mientras se acercaban.
El niño se enfurruño más y cruzo sus pequeños brazos sobre su pecho.
- No quero… - dijo entrecerrando los ojos mientras paraban donde estaban sus padres y los demás.
- Daniel, ¿hacemos un trato? – dijo su hermana mientras se bajaba y sujetaba al niño que seguía montado en Tormenta.
- Que tato… - dijo mirándola.
Mientras los dos hermanos hablaban, los demás miraban con una sonrisa la discusión.
- Vamos a comer y luego a la tarde vamos a jugar donde tú quieras. – dijo Emma con una sonrisa mirando al niño. - ¿Qué me dices?
- ¿Asemos lo que yo quiera? – dijo el niño. Emma asintió. – Vae… Luego vamos al castillo de la playa y jugamos a los caballeros. Y tú serás un caballero y Enry también y yo también… - dijo con una sonrisa el niño.
Emma sonrió.
- Lo que tú quieras campeón. – dijo Emma con una sonrisa mientras lo cogía. – Oye, tienes que incluir a Paris… - dijo Emma mirando al niño.
- Vae, si el quiere jugar… - dijo el niño.
- ¿Se lo preguntamos?- Dijo Emma mirando a su hermano que asentía. – Paris, ¿quieres jugar luego con nosotros? – dijo al niño que estaba junto a sus madres.
El niño miro primero a una y luego a otra. Ambas asintieron.
- Vale… - dijo con una sonrisa.
- Ya tenemos a otro caballero, - dijo la rubia mirando a su hijo y a Paris con una sonrisa. - Pero necesitamos a una princesa. – dijo Emma mirando al niño que tenía en brazos.
- E vedad… - dijo el niño mirándola. – Pues Gina es la pincesa… - dijo mirando a Regina quien sonrió ante el comentario del niño.
- Dani, ella no puede ser una princesa… - dijo Emma.
- Porque… - dijo con interés el niño.
- Porque ella es una Reina… - dijo Emma mirando a su novia con una sonrisa y guiñándole el ojo a la morena, que se sonrojo.
- E vedad… ¿Pues entonces quién es? – dijo el niño mirando a su hermana.
- No lo sé enano…
- ¿Y si todos lucháis contra mí? – dijo David acercándose a ellos.
Emma y Daniel se miraron.
- Vae… - dijo su hijo con una sonrisa. – Te venceremos papi…
Todos se echaron a reír ante el comentario del niño. Emma lo dejo en el suelo y se acercó donde estaba su novia con una sonrisa.
- Hola… - dijo cuando estaba enfrente de ella.
- Hola…  Regina sonrió. – Creo que te tengo que felicitar… me ha impresionado señorita Swan, monta muy bien a caballo… -dijo mientras pasaba su mano por la armadura.
Emma sonrió y se acercó, besándola con pasión.
- Quería que estuvieras orgullosa de mí… - dijo entre sus labios.
- Oh, querida… Realmente lo estoy… - dijo besándola otra vez con más pasión y haciendo un movimiento con la mano, hizo desaparecer la armadura que la rubia llevaba puesta. – Así mucho mejor… - dijo Regina cuando se separó y vio la ropa casual que llevaba Emma. Emma se acercó y la beso.

Mientras, cerca de allí, Xena y Gabrielle hablaban mientras miraban como Asteria y Ainia daban una vuelta con su hijo.
- Emma monta muy  bien a caballo. – dijo Xena. – Tiene un gran porte, como si fuera una antigua Señora de la Guerra, como yo.
- Si… Eso es verdad…. – sonrió Gabrielle. – Me recordó a ti, cuando te seguía en los primeros años…
Xena sonrió. Cogió la mano de Gabrielle y se la estrecho con un poco más de fuerza.
- Espero que se le dé tan bien como se le da montar a caballo, la espada… - dijo Xena.
- Eso espero… - Gabrielle apretó la mano de la morena. - Ella nos ayudara a salvar a Eve… Estoy rezando a Artemisa para que la cuide…
Xena le sonrió.
- Sabes que no soy muy partidaria a eso, Gabrielle… - dijo resoplando Xena.
- Lo se Xena, pero ella es la diosa de las Amazonas. Soy Amazona. Soy su Elegida… Es mi deber como Reina Amazona…
Xena suspiro ante eso. Miro a Gabrielle de lado mientras seguían andando.
- Lo sé, lo se… - dijo Xena con un suspiro. – Hazlo si es lo que deseas… Sabes que yo no quiero impedirte nada, solo quiero protegerte. Tenerte a salvo.
Gabrielle sonrió ante esas palabras.
- Sé que me proteges siempre. Y sabes que te lo agradezco… - dijo Gabrielle haciendo parar a Xena. Se puso delante de ella y la besó.
Gabrielle, mientras besaba a la morena de ojos azules, invocó mentalmente a Artemisa. Rogándole ayuda y protección para la hija de Xena, para su hija, para la hija de ambas.
- Creo que debería haber venido en otro momento… - Dijo una voz a su lado haciendo que se sobresaltaran.
- Artemisa… - dijeron las dos a la vez.
– No quería interrumpir, pero sentí la llamada desesperada de mi Elegida… - dijo mirando a Gabrielle con una sonrisa.
Xena alzo una ceja mirando a Gabrielle quien sonrió inocentemente.

Ante el fogonazo que atravesó el cielo por la aparición de la diosa griega, Regina, Emma, las dos Amazonas y los demás se acercaron dónde estaban Xena, Gabrielle y aquella mujer que había aparecido de la nada, dispuestas a defenderlas.
- Artemisa… - dijeron las Amazonas y enseguida se pusieron de rodillas ante la diosa de las Amazonas.
Paris fue corriendo a los brazos de sus madres, mientras que los demás miraban la escena atónitos.

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