Suspiro acariciando
distraídamente el cuello de Tormenta.
Miro la crin negra del caballo.
- Tormenta… - dijo mirando al caballo. –
No sé si podré hacerlo… Esto me supera. Además, esta Regina… - el caballo
relincho. – Si, lo sé. Pero ella sabe montar a caballo. Ha visto a muchas
personas montadas. Y qué decir de amantes… - dijo ella rodando los ojos.
Suspiro. – No puedo hacerlo. – dijo resignada. Intentó hacer que el caballo
anduviera para atrás. – Vamos Tormenta…
- el caballo no se movió de su sitio. – No seas cabezota, hombre… - dijo al
caballo. – No saldré… - el caballo relincho y cabeceo. – Esta bien… Pero como
me digan algo, oh se rían de mí, te juro que… Que… Ya veré… - le dijo al
caballo.
Espoleo al caballo
y salió con nerviosismo por la puerta del establo.
Cuando salió, un
rayo de luz le dio a los ojos y los cerró, pero aun así, no detuvo al caballo
que se dirigió hacia donde estaba su familia.
Abrió los ojos y
pudo ver las caras de sorpresa que tenían. Snow tenía una gran sonrisa en la
cara, Henry sonreía y pasaba su mirada de Emma a Regina, el pequeño Daniel aplaudía
a su hermana y Regina… Regina miraba muy impresionada a Emma. No se podría
creer que ella pudiera montar tan bien a caballo. La admiro. Se impresionaba al
notar el porte de la rubia. Aunque no era de extrañar por los genes que tenía,
pero aun así, Regina miraba a Emma con admiración y lujuria. Porque, ella debía
admitir que, ver a Emma vestida con la armadura y montada a caballo, la
excitaba.
Emma se acercó
poco a poco a donde estaban ellas, hizo parar al caballo y sonrió.
- Hola… - dijo
sonriendo y sin apartar la vista de Regina, que miraba a la rubia con ojos
excitados.
- Hola… - susurró
Regina.
- Ema, ¿me subes?
– dijo Daniel mirando a su hermana.
- Claro enano, ven
aquí… - dijo acercándose a su padre y cogiendo a su hermano.
- Emma, cariño. Lo
haces muy bien… - dijo Snow con una sonrisa. Emma rodo los ojos ante ese
comentario.
- ¿A caso lo dudas
Snow? – dijo David con una sonrisa. – Ha tenido un buen maestro…
Todos allí
presentes se rieron.
- Yo le hubiera
enseñado mejor… - dijo Regina con una media sonrisa a David. – Pero aun así… Me
alegra que no te caigas….
- Ja, ja… Muy
graciosa, Regina… - dijo la rubia.
- Ema, ¿me das una
vueta como el oto día? – dijo Daniel a su hermana.
- Claro chico… -
sonrió al niño que estaba entre sus brazos. – Vamos Tormenta, demos una vuelta con Daniel. - Tiro de las riendas del
caballo y se marchó a dar una vuelta con su hermano. El caballo relinchó.
- ¿Tormenta…? – dijo Regina con
preocupación y volviéndose a David.
Snow abrió los
ojos al escuchar el nombre del caballo.
- David…. – dijo
junto a Regina.
El hombre miro a
las dos mujeres.
- Que… - dijo
desconcertado. - La primera vez que la traje, le di a Azahar, pero Tormenta
estaba inquieto, y uno de los mozos intentaba calmarle, pero no lo conseguía.
Emma se fue directa a él sin hacerme caso, aparto al mozo y le empezó a hablar
y hasta ahora… - dijo mirando como Emma reía ante las risas de su hermano
pequeño mientras iban a medio galope.
- Bueno… No sé por
qué me extraña… - dijo Regina viendo a su novia pasear con el caballo. – Su
madre habla con los bichos, no me extraña que ella heredara eso…
Snow la miro con
una ceja levantada.
- Que sepas
Regina, que los animales son nobles… - dijo Snow con una sonrisa.
- Eso no lo dudo nunca,
mi querida Snow… - dijo con una sonrisa a su hijastra.
- No lo hace mal…
- dijo Xena mirando a la rubia con una sonrisa. - Se le da muy bien montar….
¿Nunca lo hizo antes?
- No que yo sepa…
- dijo Snow mirando a su hija con una sonrisa.
Gabrielle y Xena
la miraron extrañadas.
- Es que mi madre
Regina es la Reina Malvada del cuento de Blancanieves. – dijo Henry a las
Amazonas. – Y después de dar a luz a Emma, Snow la metió en un armario para que
se salvara de la maldición que mamá hizo a todo el bosque encantado, para así,
28 años después, Emma volviera y quitara la maldición. Luego Emma me tuvo y la
encontré. Y no veas lo que me costó convencerla de que ella era hija de ellos.
– dijo señalando a Snow y James. – Pero luego me secuestro Peter Pan y mi madre
y Emma se unieron para salvarme y en un momento del viaje, o eso me dijeron, se
enamoraron, la hija de Snow y la Evil Queen… - dijo con una sonrisa mirando a
Regina, que le sonrió. – Vencieron a Pan y me rescataron. Y hasta ahora…
Las 4 Amazonas se
quedaron con la boca abierta ante la historia que contaba el muchacho.
- Así que Emma se
crio en un orfanato… - dijo Gabrielle mirando a la rubia que paseaba con el
caballo.
- Exacto… - dijo
Henry.
- Pues monta muy
Bien… - dijo Xena mirando a Emma con otros ojos.
Después de un rato
cabalgando, Emma y Daniel volvieron a donde estaban las Amazonas y su familia.
- Ema jo… - dijo
Daniel enfurruñado. – Yo quiero más…
- Enano, es hora
de comer… - dijo mientras se acercaban.
El niño se
enfurruño más y cruzo sus pequeños brazos sobre su pecho.
- No quero… - dijo
entrecerrando los ojos mientras paraban donde estaban sus padres y los demás.
- Daniel, ¿hacemos
un trato? – dijo su hermana mientras se bajaba y sujetaba al niño que seguía
montado en Tormenta.
- Que tato… - dijo
mirándola.
Mientras los dos
hermanos hablaban, los demás miraban con una sonrisa la discusión.
- Vamos a comer y
luego a la tarde vamos a jugar donde tú quieras. – dijo Emma con una sonrisa
mirando al niño. - ¿Qué me dices?
- ¿Asemos lo que
yo quiera? – dijo el niño. Emma asintió. – Vae… Luego vamos al castillo de la
playa y jugamos a los caballeros. Y tú serás un caballero y Enry también y yo
también… - dijo con una sonrisa el niño.
Emma sonrió.
- Lo que tú
quieras campeón. – dijo Emma con una sonrisa mientras lo cogía. – Oye, tienes
que incluir a Paris… - dijo Emma mirando al niño.
- Vae, si el
quiere jugar… - dijo el niño.
- ¿Se lo
preguntamos?- Dijo Emma mirando a su hermano que asentía. – Paris, ¿quieres
jugar luego con nosotros? – dijo al niño que estaba junto a sus madres.
El niño miro
primero a una y luego a otra. Ambas asintieron.
- Vale… - dijo con
una sonrisa.
- Ya tenemos a
otro caballero, - dijo la rubia mirando a su hijo y a Paris con una sonrisa. - Pero
necesitamos a una princesa. – dijo Emma mirando al niño que tenía en brazos.
- E vedad… - dijo
el niño mirándola. – Pues Gina es la pincesa… - dijo mirando a Regina quien
sonrió ante el comentario del niño.
- Dani, ella no
puede ser una princesa… - dijo Emma.
- Porque… - dijo
con interés el niño.
- Porque ella es
una Reina… - dijo Emma mirando a su novia con una sonrisa y guiñándole el ojo a
la morena, que se sonrojo.
- E vedad… ¿Pues
entonces quién es? – dijo el niño mirando a su hermana.
- No lo sé enano…
- ¿Y si todos
lucháis contra mí? – dijo David acercándose a ellos.
Emma y Daniel se
miraron.
- Vae… - dijo su
hijo con una sonrisa. – Te venceremos papi…
Todos se echaron a
reír ante el comentario del niño. Emma lo dejo en el suelo y se acercó donde
estaba su novia con una sonrisa.
- Hola… - dijo
cuando estaba enfrente de ella.
- Hola… Regina sonrió. – Creo que te tengo que
felicitar… me ha impresionado señorita Swan, monta muy bien a caballo… -dijo
mientras pasaba su mano por la armadura.
Emma sonrió y se acercó,
besándola con pasión.
- Quería que
estuvieras orgullosa de mí… - dijo entre sus labios.
- Oh, querida…
Realmente lo estoy… - dijo besándola otra vez con más pasión y haciendo un
movimiento con la mano, hizo desaparecer la armadura que la rubia llevaba
puesta. – Así mucho mejor… - dijo Regina cuando se separó y vio la ropa casual
que llevaba Emma. Emma se acercó y la beso.
Mientras, cerca de
allí, Xena y Gabrielle hablaban mientras miraban como Asteria y Ainia daban una
vuelta con su hijo.
- Emma monta
muy bien a caballo. – dijo Xena. – Tiene
un gran porte, como si fuera una antigua Señora de la Guerra, como yo.
- Si… Eso es
verdad…. – sonrió Gabrielle. – Me recordó a ti, cuando te seguía en los
primeros años…
Xena sonrió. Cogió
la mano de Gabrielle y se la estrecho con un poco más de fuerza.
- Espero que se le
dé tan bien como se le da montar a caballo, la espada… - dijo Xena.
- Eso espero… -
Gabrielle apretó la mano de la morena. - Ella nos ayudara a salvar a Eve… Estoy
rezando a Artemisa para que la cuide…
Xena le sonrió.
- Sabes que no soy
muy partidaria a eso, Gabrielle… - dijo resoplando Xena.
- Lo se Xena, pero
ella es la diosa de las Amazonas. Soy Amazona. Soy su Elegida… Es mi deber como
Reina Amazona…
Xena suspiro ante
eso. Miro a Gabrielle de lado mientras seguían andando.
- Lo sé, lo se… -
dijo Xena con un suspiro. – Hazlo si es lo que deseas… Sabes que yo no quiero
impedirte nada, solo quiero protegerte. Tenerte a salvo.
Gabrielle sonrió
ante esas palabras.
- Sé que me
proteges siempre. Y sabes que te lo agradezco… - dijo Gabrielle haciendo parar
a Xena. Se puso delante de ella y la besó.
Gabrielle,
mientras besaba a la morena de ojos azules, invocó mentalmente a Artemisa.
Rogándole ayuda y protección para la hija de Xena, para su hija, para la hija
de ambas.
- Creo que debería
haber venido en otro momento… - Dijo una voz a su lado haciendo que se
sobresaltaran.
- Artemisa… -
dijeron las dos a la vez.
– No quería
interrumpir, pero sentí la llamada desesperada de mi Elegida… - dijo mirando a
Gabrielle con una sonrisa.
Xena alzo una ceja
mirando a Gabrielle quien sonrió inocentemente.
Ante el fogonazo
que atravesó el cielo por la aparición de la diosa griega, Regina, Emma, las
dos Amazonas y los demás se acercaron dónde estaban Xena, Gabrielle y aquella
mujer que había aparecido de la nada, dispuestas a defenderlas.
- Artemisa… -
dijeron las Amazonas y enseguida se pusieron de rodillas ante la diosa de las
Amazonas.
Paris fue
corriendo a los brazos de sus madres, mientras que los demás miraban la escena
atónitos.
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