Después de que los
dioses se marcharan, nadie dijo nada. Emma se había autocastigado de tal forma,
que se había ido rápidamente a meter a Tormenta
en el establo.
Estaba cepillando
al caballo mientras le hablaba para poder despejarse un poco de los incidentes.
Suspiro al recordar otra vez el beso de Afrodita y la pasión con la que beso a
Ares. Se estremeció ante ese recuerdo.
- Creo que la he
cagado, chico… - dijo al caballo mientras lo cepillaba de espaldas a la puerta
del establo. – Pero es que… No sé qué me pasó, la verdad… - dijo Emma
resignada. – Primero el beso de Afrodita… - dijo con una media sonrisa. – Que
realmente se puede confirmar que besa muy bien… No es que me guste, pero es
que… Ag… - dijo dando una patada en el suelo. – Me gustan más los besos de
Regina… Y luego esa mirada de Ares… - dijo parando de cepillar al caballo. –
Era como si me atrapara. Como si estuviera en un hechizo. – suspiro. - ¿Sabes?
Temo que Regina este decepcionada conmigo. Por caer así de fácil ante un dios
de pacotilla… - Dijo con resignación. – Y encima que no creo en dios y ni en
dioses antiguos… Aunque me lo tenía que plantear… - dijo con una risa. –
Tampoco creía que los personajes de los cuentos que me contaban de pequeña
serian de verdad…
Cuando dijo esto
último no pudo reprimir una carcajada.
- No te
mortifiques…. – dijo una voz en la puerta del establo. Emma se dio la vuelta
para ver a Xena – Ella te ama. Esta molesta por lo que te hizo Ares, pero se le
pasara… - dijo mientras se acercaba a donde estaba la rubia con el caballo. – Y
por lo de Ares… Tampoco. Con el tiempo te acostumbrarás a resistirte… - dijo con
una sonrisa mientras pasaba al lado de la rubia y colocaba a Argo para poder cepillarla.
Tormenta se alteró un poco.
- Tranquilo chico…
- dijo Emma. – Ya… Es fácil decirlo…. – miro a la guerrera, que ya estaba
cepillando a su yegua. - Tengo miedo, ¿sabes? – dijo Emma. – Regina no es una
mujer fácil de tratar… Sufrió mucho y por eso se volvió malvada…
Xena la escuchaba
en silencio.
- Pero cambió,
¿no? – dijo mirando a la rubia.
- Si… - dijo Emma
con una sonrisa. – Es una mujer fantástica. Nunca he conocido a nadie como
ella.
Xena sonrió sin
mirar a la rubia.
- Eso me suena… -
dijo para sí misma. – Me recuerdas a mí misma antes de dejarme llevar por la
venganza y convertirme en La Destructora de Naciones y la Princesa Guerrera. –
dijo Xena con una sonrisa. – No se me dan bien las palabras, eso es más típico
de Gabrielle, pero me recuerdas a mí. – dijo mirándola a los ojos. – No te
desanimes, Emma. Eres una gran chica. – dijo sonriéndola y acariciándole el
brazo con cariño. – Te enseñare todo lo que se….
Emma sonrió. Le
caía bien Xena, eso tenía que admitirlo. Y esa pequeña charla se agradecía.
Ella tampoco se le daban bien las palabras. Miro como la guerrera cepillaba a
su yegua de color caramelo.
- Gracias… Por la
charla… - dijo Emma sinceramente. – Y por decidirte a enseñarme.
Xena la miro con
una sonrisa.
- De nada… Pero
seré dura ¿eh? – dijo con una sonrisa. – No llegue a ser una Señora de la
Guerra por mis métodos blandengues…
Emma sonrió ante
el comentario.
- Ok, ok… - dijo
Emma mirándola. – Por cierto, bonita yegua… - dijo señalándola con la cabeza.
Xena sonrió.
- Si… - dijo
sonriendo. – Siempre me ha acompañado… Me ha sido muy fiel… Se llama Argo… - dijo acariciando el cuello del
animal.
Emma sonrió.
- Hola Argo… Encantada de conocerte… - dijo
Emma acariciando al animal.
Xena miro
sorprendida a su yegua al ver como reaccionaba positivamente ante la caricia de
Emma.
- Le gustas… -
dijo Xena. – Y es raro… - dijo frunciendo el ceño. – Nunca muestra agrado hacia
otras personas. Incluso se mostró algo distante con Gabrielle al principio… -
dijo sonriendo.
Emma se rio con
ella.
- Bueno… - dijo
Emma encogiéndose de hombros. – Según los cuentos infantiles, mi madre podría
hablar con los animales. Así que seguro algo en los genes tendré…
Xena y Emma rieron
a la vez ante lo que había dicho la rubia.
- Eso será… - dijo
Xena. – Por cierto, bonito caballo… Un gran semental…
- Si… Se llama Tormenta… y es un chico muy bueno… -
dijo Emma acariciando con adoración al caballo. – A que si chico… - el caballo
relincho. – Vamos, acaríciale. No es tan malo como dicen…
Xena se acercó al
caballo. Alargo la mano y lo acarició.
- Hola chico…
Encantada de conocerte… - dijo Xena fascinada. – es un magnifico animal Emma…
- Si… Cuando
quieras, puedes montarlo… - dijo Emma y Xena asintió. - Jejeje, creo que tu
yegua esta celosa…. – dijo Emma al ver como Argo
relinchaba llamando la atención de la guerrera.
- Oh vamos chica,
déjame saludar a Tormenta… - dijo
Xena a la yegua. – Sabes que tú eres mi preferida…
Emma se rio ante
aquellas palabras y Xena se le unió en las risas.
- Vaya…. Os estáis
divirtiendo y no nos llamáis… - dijo una voz en la puerta. Emma y Xena se
dieron la vuelta y encontraron a Gabrielle y a Regina. – ¿Que pasa Argo…? ¿Xena te a cambiando por un
chico?- dijo Gabrielle acercándose a donde estaban la rubia y la morena de ojos
azules.
El caballo
relinchó.
- Eso no es
cierto. Solo estaba saludando al caballo de Emma. – dijo Xena mirando a
Gabrielle. – Y se puso celosa…
- Ya… - dijo
Gabrielle acariciando a la yegua. – Tranquila chica, Eve, Paris y yo te
seguimos prefiriendo…
Xena entrecerró
los ojos mirando a la rubia bardo.
Mientras, Regina
miraba a Emma de reojo mientras cogía un cepillo y se acercaba a Tormenta.
Emma se había dado
la vuelta cuando se acercó Regina hacia el caballo. No quería mirarla. Se
sentía avergonzada por lo que pasó.
- Hola Tormenta… -
dijo mientras acariciaba al caballo. – Y hola… - dijo a Emma.
- hola… - dijo
Emma nerviosa. Suspiró y decidió afrontar lo que había pasado esa mañana. –
Regina yo… Yo no tenía intención de que pasara lo que pasó esta mañana. Sabes
que estoy muy enamorada de ti...
Regina la miro a
los ojos.
- Emma…
- Sabes que te
quiero un montón…
- Emma… - decía
Regina.
- Regina, yo no
quería besarla, yo…
- ¡Emma! – dijo
Regina levantando la voz, cosa que hizo que Xena y Gabrielle junto con los
caballos se asustaran. – Emma ya… Mira, se lo que pasó. Gabrielle me lo contó…
Ya eso es pasado, ¿ok? Ahora vamos a comer…
Emma suspiro y
asintió.
- Ok… - dijo Emma
sonriendo. – Vamos.
Se dieron la
vuelta y se encaminaron hacia la puerta de entrada a los establos, donde loas
esperaban Xena y Gabrielle.
- ¿Todo bien? –
dijo Gabrielle mirando a Emma con una sonrisa. Emma asintió. – Me alegro…
- Vamos a comer a donde
la Abuelita… - dijo Emma mirando a las 3 mujeres. Regina asintió. – Me muero de
hambre.
- Mmmm… Esto
estaba buenísimo… - dijo la bardo echándose hacia atrás en la silla del
restaurante de la Abuelita, donde habían ido a comer Gabrielle, Xena, Emma.
Regina y los dos niños. Asteria y Ainia habían vuelto a la aldea Amazona. –
Estoy llena…
Emma hizo el mismo
movimiento que la rubia Amazona.
- Te comprendo… -
dijo. – Yo también lo estoy…
Emma y Gabrielle
se miraron, ya que estaban una enfrente de la otra, y se echaron a reír. Xena y
Regina, ambas al lado de sus parejas y enfrente una de la otra, miraron a sus
parejas con una ceja levantada.
- Sois tal para
cual… - dijo Xena mirando a la bardo y a Emma. – No sé dónde os metéis todo lo
que coméis…
Emma y Gabrielle
se rieron más fuerte.
- Bueno… Yo lo
quemo todo cuando llego a casa… - dijo Emma con una sonrisa pícara mirando a
Regina, que se puso roja ante el comentario.
La guerrera y la
bardo se rieron ante ese comentario.
Los niños ni se
enteraban, estaban entretenidos jugando con Ruby.
- Vuestro hijo es
muy bueno… - dijo Gabrielle mirando donde estaban con Ruby.
Emma y Regina
miraron en aquella dirección. Sonrieron al ver como los dos niños reían por las
tonterías que Ruby les hacía para poderles entretener.
- Es un buen
muchacho… - dijo Emma. – Se nota que lo criaron bien… - dijo mirando a Regina,
quien le sonrió.
- Si, lo es… Por él
cambié… - dijo Regina sonriendo mirando a Henry que estaba enseñándole algo a
Paris.
Xena y Gabrielle
miraron aquellas dos mujeres que miraban con adoración al muchacho y sonrieron.
- ¿Cuántos años
tiene? – dijo Gabrielle.
- 13 años… -
contesto Regina viendo como Emma se levantaba e iba donde se encontraban los
niños y empezaba a comportarse como una adolescente. – Y esa rubia, ahora
mismo, ha vuelto a tener exactamente esa edad… - dijo levantando una ceja
mientras Xena y Gabrielle reían.
- Te oí, Regina… -
dijo Emma sin volverse.
Las tres mujeres
rieron más.
Después de la
comida, las mujeres y los niños fueron al castillo de la playa, donde ya
estaban Mary Margaret y David con el pequeño hermano de Emma.
- Ema – dijo
Daniel corriendo hacia su hermana.
- Enano… - dijo
cogiéndole. – Uf, mamá te ha dado mucho de comer, oh as crecido desde que te vi
esta mañana…
El niño se echó a
reír y se abrazó a su hermana
- Te quero… - Dijo
dándole un beso.
- Yo también,
hermanito… - dijo Emma con una sonrisa.
- Gina… - dijo el
niño viendo a la morena que estaba detrás de Emma y a la que le tendía los
brazos. Emma al darse cuenta se separó corriendo. – Ema, jo… quiero ir con
Gina... – dijo protestando.
- No… - dijo Emma
corriendo con el niño. – Tú te vienes conmigo. Te voy a secuestrar… - se subió
a lo alto del castillo. – Ahora te tienen que rescatar de mí…
- Gina, ayuda… -
grito el niño medio riendo ya que Emma le hacia cosquiñas.
- Cariño, no
puedo… - dijo Regina desde abajo. – Pero te mando a Henry para que te salve de
las garras de la malvada Emma. – Daniel sonrió.
- Ei… Eso no vale…
- dijo Emma. – Tienes que venir tú…
- Querida, soy
Reina… - dijo cruzándose de brazos y levantando una ceja con media sonrisa en
la cara. – El rescate es asunto de caballeros…
- Ya… Te recuerdo
que juntas fuimos a buscar a Henry… - dijo Emma asomándose en el castillo de
madera.
- Entonces no
había caballeros, señorita Swan… - dijo con una sonrisa.
- ¿En serio? ¿Otra
vez con el “señorita Swan”? – dijo haciendo comillas con los dedos mientras
pronunciaba el señorita Swan.
Sin que se diera
cuenta, Henry estaba subiendo por detrás del castillo, bajando a su pequeño tío
y acercándose en silencio a Emma.
Xena, Gabrielle y
los demás estaban pendientes de lo que hacía el niño con gran interés.
De repente, sin
previo aviso Emma se da la vuelta, asustando a Henry.
- Bu… - dijo Emma.
- Ag… - dijo
asustado Henry cayéndose de culo. – Me asustaste ma…
Emma se rio y
ayudo a levantándose a su hijo.
- Lo siento… Te he
odio, chico… - dijo Emma limpiando al niño. – Tienes que aprender a ser más
silencioso si quieres salir en un futuro de casa sin que lo sepamos…
- ¿Me das unas
clases? – dijo Henry con un giño.
-
Claro… Pero que no se entere tu madre.
Abajo, Xena y
Gabrielle estaban impresionadas por lo que acababa de hacer la rubia. Era
verdad que el muchacho se había acercado silenciosamente y, para una persona
sin entrenar, era que difícilmente se hubiera enterado.
Emma y Henry
miraron al resto desde encima del castillo de madera.
- Bueno… - dijo
Henry. – Creo que ma me ha vencido… Lo siento mamá…
Regina suspiro.
- Tranquila
Regina… - dijo David andando hacia el castillo. – Yo salvare a mi nieto… Si me
prestas una espada…
- Gracias David… -
dijo Regina y con un movimiento de la mano le apareció una espada en la mano de
David.
- Ni te atrevas
David… - dijo Emma viendo cómo se acercaba su padre con la espada y una
sonrisa. – No tengo ganas de entrenar… - dijo suspirando. – Es domingo…
- Emma, cariño… -
dijo David mientras subía al castillo. – El peligro no descansa. Deberías
saberlo ya…
Emma suspiro.
- ¿En serio tengo
que entrenar ahora? – dijo Emma mirando a su padre.
- Míralo de esta
manera, hija. Regina podrá ver todo lo que has aprendido.
- Esta bien… -
dijo Emma y con otro movimiento de mano hizo aparecer la espada de Regina le
regalo.
Ambos se pusieron
en modo de defensa. Se estudiaban. Emma recordaba todo lo que su padre le había
dicho. Miraba a su atacante a los ojos, sin perder de vista el movimiento de la
espada. Giraron alrededor del otro. En calma.
David ataco
primero. Arriba, abajo y luego alargo la mano. Pero Emma desvió todas las
estocadas que su padre le daba.
- ¿Estas bien
papá? – dijo Emma al ver que su padre hacia un gesto de dolor.
- Si, tranquila… -
dijo David con una sonrisa. – Ahora ataca tú…
Emma asintió. Se
preparó y ataco a su padre. Arriba, abajo y luego otra vez arriba. Dio una
vuelta y ataco de lado.
David saltó de la
tarima del castillo y Emma se lanzó hacia saltando delante, cortándole el paso,
atacándole con un grito
Regina y los
demás, se separaron al ver lo cerca que estaban de ellos.
Emma estaba seria,
al final se había tomado en serio eso de demostrarle a Regina que sabía
defenderse con espada. Atacó esta vez con más fuerza y con un movimiento,
pillando desprevenido a su padre, le arrebato la espada de la mano, saliendo ésta
volando y clavándose a los pies de Xena, que miraba el combate con los brazos
cruzados, la mano de Gabrielle en los brazos de la morena de ojos azules y con cierto interés.
- Vaya… - dijo
David mirando a su hija. – Muy bien Emma… Veo que aprendiste lo que te enseño
tu madre.
Emma sonrió a su
padre.
- Gracias papá… -
dijo tendiéndole una mano para que se levantara.
Xena cogió la
espada y la sopeso en la mano dándole vueltas.
- ¿Quieres luchar
contra ella? – dijo Gabrielle en voz baja mirando a Xena.
Xena sonrió y asintió.
- Quiero probarla
contra mí... – dijo mirando a la bardo. – Se mueve bien. Tiene técnica de
combate… - miro a Emma que estaba con su padre. – Te prometo que no seré dura… -
dijo con una sonrisa.
- Mas te vale… -
dijo Gabrielle. – Tiene que ayudarnos a rescatar a Eve…
Xena sonrió y se
volvió hacia Regina.
- Regina… - dijo
mirando a la morena. - ¿Puedo entrenar con Emma? Prometo no ser dura ahora con
ella. Solo es para probarla….
Regina miro a la
guerrera y asintió.
- Por mí no hay
problema… Si eso ayuda a su entrenamiento…
Xena asintió.
- Emma… - dijo
Xena llamando a la rubia. Esta la miro. – Enfréntate a mi… - dijo con una
sonrisa.
Emma abrió los
ojos.
- ¿¡Que!? – dijo
sin creérselo.
- Vamos… - tarde o
temprano tengo que probarte para saber lo que hace falta para que entrenemos
más… - dijo adelantándose y poniéndose delante de ella. – Prometo no ser muy
dura…. – dijo sacando la espada que tenía en la espalda.
- Muy bien… - dijo
la rubia. – Pero ten cuidado…
Xena sonrió y sin
darle tiempo a que la rubia se preparara, ataco con fuerza desde arriba. Emma
paró el golpe con algo de dificultad, pero con decisión.
Emma atacó, paró e
incluso corrió detrás de la guerrera. Xena atacaba, pero sus golpes eran
parados por una Emma que poco a poco se notaba cansada, pero que aun así, daba
lo mejor de sí.
Así pasaron un
cuarto de hora, sin que hubiera ni ganador ni perdedor. Tras un giro de Xena y
una estocada, le quitó la espada de las manos a Emma, que tropezó y cayó en el
suelo.
- Me rindo… - dijo
Emma desde el suelo.
Xena sonrió y
retiro la espada del cuello de la rubia. Le tendió la mano para que se
levantara.
- Muy bien hecho…
- dijo Xena dándole una palmada en la espalda con una sonrisa. - ¿Estas bien? –
dijo al ver el gesto de dolor de la rubia.
- Si tranquila… -
dijo poniéndose derecha. Miro hacia donde Regina que la miraba con una sonrisa
y orgullo en los ojos. – Creo que mañana no voy a trabajar…
Todos rieron ante
ese comentario de la rubia.