Se fueron a sentar
en una mesa y los habitantes del Bosque Encantado le ofrecieron vino y comida.
- Gracias de
verdad… - dijo por enésima vez Gabrielle ante las muestras de cariño de aquella
gente.
Xena se relajó al
ver como su hijo jugaba con los dos niños que había allí presentes. Pero no le
quitaba un ojo, así como Asteria y Ainia, quienes estaban pendientes de su
reina del pequeño príncipe.
- Bueno… ¿A quién
venís a buscar…? – dijo James más tranquilo sentado enfrente de Xena.
Las 4 mujeres se
miraron.
- Contadnos por qué
estáis aquí, Xena… - dijo Mulán.
Xena suspiro y
miro a Gabrielle, quien asintió y le dio la mano a su mujer. Xena miro a
aquellas personas que estaban sentadas delante de ellas. Por alguna razón,
aquellas personas inspiraban confianza. Suspiro y empezó a contar.
- Una noche hubo
un revuelo en la aldea donde vivimos. Los Centauros y las Amazonas se unieron
para defender nuestras respectivas tierras. Gabrielle y yo partimos a
defenderlas también. Dejamos a Eve al cuidado de la aldea, como Princesa
Amazona que es. Cuando se terminó, volvimos victoriosas, pero cuando llegamos,
las Amazonas de la aldea nos dijeron que unos soldados habían entrado en la
aldea, en silencio en plena noche y habían secuestrado a Eve… - Xena paro y
cerró los ojos. Le dolía. Eve era su sangre. Gabrielle apoyo a su pareja con un
apretón de manos. – Rápidamente comenzamos su búsqueda…. Y no la encontramos…
- Así que, fuimos
a un Oráculo que Xena conocía y nos dijo que teníamos que buscar ayuda… - acabó
Gabrielle.
- ¿Qué tipo de
ayuda…? – pregunto Mulán.
- Dijo que
teníamos que viajar lejos, muy lejos. – empezó Xena. – Más allá de las tierras
que conocíamos. En busca de una mujer, valiente, luchadora, nacida del más puro Amor Verdadero. Una mujer
que destruyo una maldición que una Bruja Malvada echó sobre toda una nación.
Apodada La Salvadora…. – dijo mirando a Mulán.
– También nos dijo
que esa mujer iría acompañada de su Amor Verdadero, - siguió Gabrielle. - que
era una Bruja de gran poder y que la magia de ambas lograría rescatar a nuestra
hija…
Los presentes se
quedaron callados y las miradas de Snow y James se pararon en Regina y Emma.
Emma tomo la
palabra.
- ¿Dijo como se
llamaban esas mujeres…?
- No… Solo dijo
que ambas eran de sangre real… - dijo Gabrielle mirando a Emma.
La rubia miro a
Regina, y la morena devolvió la mirada a su novia. Eran ellas.
Emma suspiro. Otra
vez que tendría que ayudar a salvar a alguien. Se levantó sin decir nada y noto
como todos los ojos estaban en ella.
- Ahora vuelvo… -
dijo saliendo a tomar el aire.
- Cariño… - dijo
Mary Margaret levantándose.
- Snow… - dijo
Regina. – Déjala…. Voy yo… - y se fue detrás de ella.
¿Por qué tenía que
ser siempre ella? ¿No había hecho ya suficiente? Siempre era ella. Ella la que
quitaría la maldición. Ella la que podría derrotar a cualquiera. Estaba
cansada. Cansada de ser siempre la Salvadora.
Ella quería vivir.
Vivir en paz, ahora que había encontrado una familia, un hogar donde poder
quedarse definitivamente…
- ¿Te escondes…? –
dijo Regina detrás de ella.
Emma no se volvió.
- Ojala pudiera… -
dijo en un suspiró. – Estoy segura que me encontrarías pronto…
Regina se sentó al
lado de ella y le cogió la mano.
- No quiero ir… -
dijo la rubia mirando a Regina. – No ahora que estamos bien. Que estamos en
paz… Que nos vamos a casar…
Regina miro a
Emma. Se le partía el alma al ver los ojos tristes de su novia.
- Iré contigo… -
dijo Regina mirándola. – Iremos juntas, la salvaremos y cuando lleguemos nos
casamos… - dijo Regina con una sonrisa.
Emma miro a la
morena y sonrió ante sus palabras. La amaba por eso. Por saber que palabras
utilizar. Por apoyarla.
Se inclinó y
capturo los labios de la morena con los suyos en un beso lento y suave.
- No sé si aceptar
todavía… - dijo después de besarla. – Y queda saber dónde la tienen. Y quien la
secuestro…
- Y el por qué… -
dijo Regina con una sonrisa.
Mientras en el
salón.
- ¿Dije algo que
la enfado? – dijo Gabrielle nerviosa.
- Tranquila… -
dijo Snow mirándola con una sonrisa. – Esas mujeres a las que os referís, esas
de las que habláis, son ellas. Mi hija y Regina…. – suspiro mirando por donde
se habían ido las dos mujeres. – Han pasado por mucho. Y creían que ya le
tocaba vivir su final feliz juntas…
- Lo sentimos… -
dijo Xena.
Snow la miro con
una sonrisa.
- Tranquilas… -
dijo sonriendo. – Ella solo necesita tiempo… Es como su padre. – dijo mirando a
su esposo con una sonrisa. – Es un poco cabezota…
Las Amazonas
rieron ante el comentario de Snow.
Al poco tiempo,
Regina y Emma llegaron cogidas de la mano. Las Amazonas, Snow, James y Mulán las
miraban.
- ¿Estas bien…? –
dijo Snow mientras Emma se sentaba y atraía a Regina hasta su regazo para que
se sentara en él.
- Si… - dijo en un
suspiro.
- Emma… - empezó
Gabrielle. – Lo siento de verdad…
- No… - dijo Emma
mirándola. – No importa… Solo me lo tengo que pensar, ¿vale?
Gabrielle asintió
con una sonrisa.
- Os lo dije… -
dijo Ainia detrás de ellas levantándose. – Hemos perdido un tiempo precioso…
Ahora mismo podríamos estar ya cerca de donde Eve esta…
- Ainia… - dijo
Gabrielle.
Emma y el resto se
tensaron ante esas palabras.
- No Gabrielle… -
dijo Ainia. – Eres mi Reina y lo respeto. Pero dije que era una tontería.
Sabemos que algún Señor de la Guerra en venganza a Xena la haya secuestrado… -
dijo mirando a Xena.
- Ainia… Eso no lo
sabemos… - dijo Asteria poniéndose delante de ella. – Si estuviéramos seguras
de que fuera eso, el Oráculo nos lo habría dicho…. Pero no nos lo dijo. Dijo
que la tenían en el Norte…. Y al norte estamos nosotras…
- Me da igual lo
que haya dicho el Oráculo de Xena, Asteria… - dijo enfrentándose a la Amazona.
– Xena no es mi Reina. Ella no es nada mío. Gabrielle si y daría mi vida por
ella y por Eve… Eve es una Amazona, la criamos nosotras. Es nuestra princesa
Amazona…. Nosotras la entrenamos. – dijo mientras miraba con furia a Asteria.
- Es hija de Xena…
- defendió Asteria. – Y aunque no lo reconozca, Xena también es una Amazona,
Ainia… Y además es la pareja de Nuestra Reina… Y tienes que respetarla igual
que a Gabrielle… - dijo con furia.
Emma se había
levantado, igual que todos los allí presentes e intentaban separarlas.
- Asteria, Ainia…
- dijo Gabrielle duramente. – Ya basta… Sé que no te ha gustado la decisión de
venir, Ainia, pero pedí dos voluntarias y recuerdo perfectamente que tú te
ofreciste. Asique estamos aquí, porque Eve es tan hija de Xena como lo es mía,
y a Xena la respetas… - dijo con furia mirando a la Amazona. - Ella también es
tu Reina...
Ainia miro a
Gabrielle a los ojos, pero se calló ante las palabras de la rubia.
- Lo siento, mi
Reina…. – dijo en un suspiro.
Gabrielle asintió
a la morena y le acaricio el brazo.
- Ella dijo solo
que lo pensaría… - dijo en un susurro la rubia. – Todavía existe esperanza…
Las Amazonas
asistieron.
- Sé que no es el
momento para preguntar esto, pero… - dijo Emma mirando a las Amazonas. - ¿Por
qué necesitáis a Regina?
Las mujeres
miraron a la rubia y Gabrielle con un suspiro empezó a hablar.
- Dice que podrá
hacer un conjuro para saber dónde estará nuestra hija… - dijo mirando a Emma.
Emma miro a Regina
y la morena a la rubia.
- Lo are… Pero no
hoy… - dijo Regina sin apartar la mano de Emma. – Es tarde, y los niños tienen
que descansar…
Las 4 mujeres
asintieron.
- Muy bien… - dijo
Xena tomando la palabra. – Gabrielle, coge a Paris… - Gabrielle sonrió y
asintió. – Acamparemos en el límite del bosque…
Regina miro a Emma
y rápidamente la rubia supo lo que estaba pensando la morena. No podía permitir
que un niño tan pequeño durmiera al aire libre.
- Esperad… - dijo
Emma antes de que se marcharan. – En nuestra casa tenemos habitaciones de
invitados de sobra… Venid con nosotras…
Las Amazonas se
miraron.
- Emma, no
importa…. – dijo Gabrielle con una sonrisa. – Estamos acostumbradas a dormir a
la intemperie…
- Yo insisto… -
dijo Regina. – Un niño de su edad no puede dormir fuera…
Las Amazonas
miraron a las dos mujeres a la cara y Xena y Gabrielle se miraron. Tenía razón.
A pesar de que ya habían dormido así muchas veces, no era conveniente.
- Xena, Gabrielle…
- dijo Mulán. – Daria mi vida por ellas… Son de confianza…
Ante aquellas palabras,
Xena asintió.
- Muy bien… - dijo
con una sonrisa. – Aceptamos….
Y las 6 mujeres y
los dos niños se fueron hacia el 108 mifflin Street.
- ¿Tú crees que
aceptara, Xena…? – dijo Gabrielle mientras se quitaba la ropa bajo la atenta
mirada de Xena, que ya estaba echada en la cama, desnuda y esperaba a que la
rubia la acompañara.
- Si… - dijo sin
vacilar. – La he observado toda la noche. Y se ha puesto en nuestra situación…
Va a aceptar… - dijo mientras le hacía un sitio en la cama a Gabrielle, quien
se abrazó a la morena con un suspiro.
- Me caen bien… -
dijo mientras acariciaba distraídamente la piel de la morena con una sonrisa. –
Me recuerdan a nosotras…
Alzo la mirada
para ver la cara de Xena.
- ¿A si? – dijo la
Guerrera con una sonrisa.
- Aja… - dijo mientras
acariciaba el cuello de Xena.
Xena la miro con
una sonrisa, y sin darle tiempo a decir nada a Gabrielle, se puso encima de la
rubia y la beso con pasión.
En la otra
habitación, las dos Amazonas estaban mirando el techo echadas sobre la cama.
- Te pasaste
Ainia… - dijo Asteria. – Xena es nuestra amiga… Y es la pareja de Gabrielle,
nuestra Reina…
Ainia suspiro.
Asteria tenía razón. Miro hacia la Amazona rubia que estaba a su lado, y que la
estaba mirando a los ojos.
- Lo se… - dijo
Ainia con un suspiro sin apartar la mirada. – Me deje llevar por la
desesperación… Quiero encontrar a Eve
Asteria sonrió.
Ella se sentía igual. Querían a esa muchacha como a una hermana. Era la
princesa, su princesa Amazona. Suspiro y alargo la mano hacia la Amazona morena
con una sonrisa.
- La
encontraremos…. – dijo con seguridad. – Emma aceptara, y entonces iremos a
buscarla…
Las dos Amazonas
sonrieron.
- Recemos a los
dioses que sea así… - dijo Ainia con una sonrisa.
- Por cierto
Ainia… - dijo Asteria con una sonrisa. – Tendrás que pedirle disculpas a Xena…
- sonrió. – Menos mal que solo te miro mal y que estaba Gabrielle, sino, te
hubiera pateado el culo… - dijo sonriendo a Ainia mientras miraba la cara de
pocos amigos que tenía la Amazona
En la habitación
de los niños, estaba en silencio. Ambos estaban echados en la cama de Henry.
En la última
habitación de la mansión de la alcaldesa y de la Sheriff, Emma estaba tumbada en
la bañera con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás.
Estaba esperando a
que Regina volviera de hacer su ronda por la casa, para cerrar puertas y
ventanas y renovar los hechizos de protección que siempre ponían ella o Emma a
la casa.
Estaba pensando en
lo que había pasado aquella noche, en como aquellas desconocidas habían entrado
en su fiesta de investidura y le habían pedido su ayuda para salvar la vida de
su hija.
Estiro el cuello
hacia atrás y abrió ligeramente la boca.
Regina acabo de
hacer su ronda por la casa y de hacer los hechizos protectores que siempre
hacían. Se encamino a su habitación y renovó el hechizo de insonorización de la
habitación.
Se dirigió al
baño, donde supuso encontraría a Emma, y allí estaba. Echada en la bañera,
llena de espuma. Sonrió. Se desvistió tranquilamente sin apartar la vista de su
prometida.
Se acercó despacio
a la bañera, desnuda y aprovechó que Emma estiraba el cuello para posar allí
sus labios rojos, haciendo que Emma suspirara.
- Mmmm…. – dijo
Emma al sentir los labios de Regina en su cuello. Abrió los ojos y a largo las
manos para hacer que Regina se metiera también en la bañera. – Mejor si estás
aquí conmigo… - dijo mientras ayudaba a que Regina se sentara sobre sus
piernas.
- Definitivamente
si, querida… - dijo Regina poniéndose cómoda en los brazos de la rubia. – Mmmm…
- dijo cerrando los ojos.
- Muchas gracias
por todo, nena… - dijo Emma abrazándola más a ella y besándole el cuello.
- De nada querida…
- dijo la morena sonriendo. – Muchas gracias por esto… - dijo sonriendo
levantando la mano donde tenía el anillo puesto.
- ¿Te gusto…? –
dijo mirando también la mano.
- Si… Es hermoso,
ya te lo dije… - sonrió Regina mirando el anillo. - ¿Por qué me lo preguntas
tanto? – dijo dándose la vuelta para mirarla.
- Te mereces todo
lo mejor, Regina… - dijo la rubia con cara triste mirándola a los ojos. – Sé
que tu primer matrimonio no fue algo que planeaste, que te casaste a la fuerza
con mi abuelo. – comenzó la rubia apartando la mirada de esos ojos que tanto la
hechizaban. – Y sé que con Daniel no pudiste casarte… - suspiro Emma mientras
jugaba con la espuma. – Por eso quiero que conmigo sea perfecto para ti. Que
sea la boda que siempre soñaste. Quiero que… - empezó Emma pero la boca de
Regina la callo.
Regina miraba a la
rubia a la cara. Cada palabra que decía. Y no pudo más que ir esbozando una
sonrisa poco a poco a cada palabra que pronunciaba Emma. Hasta que ya no pudo
más y la beso. Beso aquellos labios para que se callara. Para que dejara de
decir entre líneas que ella no era buena para Regina.
Se separó un poco
de la boca de Emma y la miro a los ojos.
- Nunca, escúchame
bien, - dijo mirándola seriamente a esos ojos verdes azulados de la rubia.-
nunca Emma, serás lo menos importante de mi vida. Tú y Henry sois las personas
que más amo en mi vida y por las cuales daría mi vida. Eres mi Final Feliz, mi
Amor Verdadero, Emma… Y siempre has sido tú… Y siempre serás tu… - dijo
acariciando la mejilla de la rubia.
Emma, ante
aquellas palabras de la morena, se inclinó con desesperación y le dio un beso
con fuerza, apretando con sus manos la cadera de la morena hacia ella.
Regina gimió ante
el beso de la rubia y pasó los brazos por el cuello de Emma, atrayéndola hacia
ella la cabeza para que el beso fuera más profundo.