Capítulo 25
15 días después…
Dos cuerpos sudorosos danzaban
en una sincronización perfecta. Parecía que las dos personas que se enfrentaban
sudorosas con espada en mano, danzaban una alrededor de la otra.
Emma esquivo con maestría una
estocada que iba directamente hacia su corazón con una media vuelta. Se quedó
por un segundo mirando al Dios de la Guerra a los ojos. La cara de ambos no
mostraba reacción alguna.
Ares esquivo otra estocada de
la rubia con una sonrisa y contraataco con todas sus fuerzas con un grito.
Emma esquivo por milímetros la
espada que iba directamente hacia su cuello, agachándose y alzando la espada
para interceptar la estocada de Ares. Pero ella no se quedó atrás, cuando se
irguió delante del dios, Emma le ataco con todas sus fuerzas, consiguiendo
desestabilizar un momento al dios.
Mientras tanto, 3 mujeres veían
como la pareja entrenaba.
- Me gusta como lucha. – dijo
Artemisa mirando como luchaban su hermano y Emma.
- Le viene de familia… - dijo
Regina con una sonrisa. – Su padre mató a un dragón y luego ella, 28 años
después, mató a otro con la misma espada de su padre…
- Ella es magnífica… - dijo
Afrodita observando el cuerpo de Emma. – Tiene un cuerpo magnifico… - dijo con
un tono de lujuria en la voz.
- Lo se… - dijo Regina
sonriendo de lado sin dejar de mirar a la rubia y la poca ropa que tenía para
entrenar.
Emma llevaba una armadura de
cuero negro que solo le cubría el pecho, dejándole los brazos libres. Se ceñía
a su cuerpo y terminaba en una falda con tiras de cuero del mismo color. Tenía
el pelo recogido en una trenza, que dejaba suelta por su espalda.
Emma se movía con destreza y a
un ritmo sorprendente. Paraba estocadas que el Dios de la Guerra acometía
contra ella sin piedad ninguna y atacaba al dios sin amedrentarse.
Por culpa del entrenamiento, el
cuerpo de Emma había sufrido ligeros cambios que se apreciaban. Había
desarrollado más músculos y sus reflejos habían aumentado.
- Oh soy yo, oh ese traje se
parece mucho al que lleva Xena… - dijo
Afrodita mientras admiraba como se movía la rubia.
- Tienes razón… - dijo Regina
mirando atentamente a Emma que en ese momento se coloca cerca de donde estaban
sentadas las 3 mujeres.
- Es verdad… Sera cosa de mi
hermano… - dijo la diosa de la caza mirando el combate. - Pero le sienta muy
bien… - dijo sonriendo.
En ese momento, Ares con una
finta, le quito el arma de las manos y la apunto en el cuello.
Regina ahogó un jadeo.
- Ríndete, Emma… - dijo Ares
con una sonrisa. – Sabes luchar, te he entrenado bien… Pero te he ganado…
Emma miro el filo de la espada
que tenía en el cuello y luego miro al dios. Sonrió de lado y sin decir nada,
se movió rápidamente hacia un lado mientras sacaba del cinturón del dios de la
Guerra una daga, y poniéndose detrás de él, se la puso en el cuello.
- Ríndete, Ares… - dijo Emma
con una sonrisa. – Te superé en la lucha…
El dios de la Guerra sonrió y
bajo la espada. Lentamente se dio la vuelta y encaro a la rubia con una
sonrisa.
- Te felicito, Emma… - sonrió.
Se inclinó ligeramente ante la rubia. – Luchas espléndidamente…
Emma sonrió al dios y a las
mujeres que los estaban mirando, que aplaudían con una sonrisa en los labios.
- Así se hace, Emma… - decía
Afrodita toda entusiasmada.
Emma se dirigió hacia las
mujeres con una sonrisa. Se puso delante de Regina y levanto una ceja.
- ¿Qué te ha parecido? –
pregunto la rubia a la morena.
- Mmmm… - dijo Regina mientras
atraía a Emma hacia ella. – As luchado muy bien, querida… - dijo sonriendo.
- ¿Tendré premio más tarde? –
pregunto con una sonrisa pícara Emma mientras se acercaba más a la morena.
- Por supuesto, señorita Swan…
- dijo Regina terminando la distancia que había entre las dos.
- Que bonito es el amor… -
exclamo Afrodita mientras miraba como la pareja se besaba.
- Si… Muy bonito… - dijo
Artemisa mirando también a la pareja. – Oye… Emma… ¿Te apetece jugar a atrapar
la bandera...?
Emma se separó y miro a la
diosa.
- Por mi si… - dijo
encogiéndose de hombros. – Pero existe un problema…
- Cual… - pregunto la diosa de
la caza.
- Que no tengo ejército… Y solo
estamos nosotros… - dijo señalándolos.
- Ese no es ningún problema,
Emma. – dijo Ares con una sonrisa. – Un ejército se crea… - dijo sonriendo y
con un movimiento de muñeca, aparecieron un centenar de soldados, con armaduras
y todo lo necesario para el combate.
- Vaya… - dijo impresionada
Emma. – Pero no me voy a presentar sola a un ejército… - dijo en tono preocupado.
- Tranquila Emma… - dijo
Artemisa con una sonrisa y con un movimiento de la mano, apareció otro ejercito
al lado del de Ares.
- Vaya… - dijo impresionada
Emma.
- Elije… - dijo Artemisa.
- ¿Cómo?
- Que elijas con que ejercito
deseas dirigir… - dijo con una sonrisa.
Emma miro a ambos ejércitos y
ambos estaban equipados con lo necesario para la lucha. El ejército de Ares era
el rojo y el de Artemisa el Azul. Emma paseo entre los soldados y de vez en
cuando se pasaba para poder medirse con ellos, luchando cuerpo a cuerpo.
Cuando ya hubo inspeccionado a
todos los soldados por igual, volvió donde estaban los dioses y Regina, que la
miraban atentamente.
- ¿Y bien? – dijo Ares mirando
a la rubia.
- Me quedo con el de Artemisa…
- dijo mirándolos. La diosa de las Amazonas sonrió.
- Tú sabrás… - dijo Ares
mirándola de arriba abajo. – Pero mi ejercito es el mejor….
- No lo dudo, Ares… - dijo Emma
con una sonrisa mientras miraba al dios.
- Entonces… ¿Por qué no lo
escogiste…? – pregunto entrecerrando los ojos.
Emma sonrió al dios y se
encogió los hombros.
- Mi color favorito es el azul…
- dijo sonriendo.
Artemisa, Regina y Afrodita de
echaron a reír.
- Bien… - dijo Artemisa. -
Mañana se llevara a cabo el combate… - dijo levantándose. – Ahora… A descansar…
- dijo mirando a Emma con una sonrisa.
Emma se volvió hacia Regina con
una sonrisa en los labios, sonrisa que la morena le devolvió.
Al día siguiente, Emma estaba
vistiéndose con la armadura de General del equipo azul en los aposentos que
compartía con Regina, mientras era
observada por la morena.
Se acabó de poner la armadura
de cuero rojo que llevaría debajo de la armadura de plata y oro. Se miró al
espejo y movió los brazos para acomodarse.
- ¿Te ayudo? – dijo Regina
levantándose de la cama.
Emma miro a la morena a través
del espejo con una sonrisa.
- Claro… - dijo sonriendo la
rubia mientras veía como Regina iba hacia la percha donde estaba colocada la
armadura. – Si no te importa…
Regina sonrió.
- No me importa… - dijo
mientras cogía la armadura. – Que sea Reina no significa que no pueda ayudar a
la persona que amo con esto…
Emma sonrió ante ese
comentario.
- Muy bien… - dijo Emma a la
morena a través del espejo mientras se dejaba poner la armadura completa.
Una vez que Emma estaba con la
armadura, se dio la vuelta para encarar a la morena, que la miraba a los ojos
con un brillo especial en ellos,
- Espero que tengas cuidado,
Emma… - dijo Regina mientras acariciaba los brazos desnudos de Emma.
Emma llevaba una armadura de
color plata y adornos dorados que le protegía el pecho, dejándole los brazos
libres para que los pudiera mover libremente. Tenía a la altura del hombro, un
brazalete azul, que la distinguía como General del ejército. Llevaba también
unos brazaletes de plata y oro que hacían juego con la armadura y que le
protegían los antebrazos y las muñecas.
- Es solo un juego, Regina… -
dijo la rubia mirando con amor a la morena.
- Sé que es solo un juego, pero
es un juego de Guerra, Emma… - dijo preocupada Regina. – Por favor… Cuídate…
Emma sonrió ante la preocupación
de la Reina Malvada.
- Lo tendré nena… - dijo Emma
sonriendo a Regina. – Te lo prometo…
Regina sonrió y posó sus labios
con los de la rubia, en un beso que al principio fue despacio y dulce y que
luego se transformó en uno con más pasión, intentando decir en un solo beso
todo el amor que se procesaban las dos mujeres.
- Siento interrumpir… - dijo
Afrodita que había aparecido en la habitación. – Pero dentro de poco es la hora
y me imaginó que queras ir a ver a tus soldados, Emma…
Emma y Regina se separaron y
miraron a la diosa del Amor. Emma asintió ante el comentario de la rubia.
- Si… -. Dijo separándose de
Regina un poco. – Dame suerte, nena… - dijo mirando a la morena, quien sonrió.
- Suerte, señorita Swan… - dijo
con una sonrisa de lado mientras la miraba a los ojos.
Emma correspondió a la sonrisa
con un casto beso en los labios de la morena, la cual se quedó un poco
sorprendida. Emma, después del beso, se marchó de la habitación dejando a solas
a Afrodita y a Regina.
Emma se dirigió a la explanada
donde estaban los soldados esperando para que diera comienzo el juego de
guerra. Cuando vieron a Emma, los soldados rápidamente se cuadraron y la
saludaron. Emma se dirigió hacia la carpa desde donde planearía el ataque.
Cuando entro, los capitanes que había allí la saludaron y le dieron los últimos
informes.
Una vez con la estrategia
aprendida, Emma se alejó un poco del bullicio del ejército y se encontró en un
lago. Respiró hondo y miro todo a su alrededor. Era un entorno verde y calmado
junto a un lago.
Se quitó la espada, el Chakram
y el casco. Para lo que quería hacer, debía estar ligera y relajada.
Cerró los ojos y puso la mente
en blanco, como Lao Ma le había enseñado. Inspiro despacio por la nariz y poco
a poco lo expulsó por la boca. Así lo hizo un par de veces más, y poco a poco
se fue moviendo con los movimientos típicos del Thai Chi, que Lao Ma le enseño.
No sabe cuánto tiempo estuvo
así, pero a cada segundo que pasaba, Emma iba apreciando hasta el más mínimo
sonido.
Oyó también que alguien estaba
detrás de ella y sin dejar de moverse y sin abrir los ojos, sonrió y hablo.
- Hola Lao Ma… - dijo Emma
mientras seguía con el método de relajación.
Lao Ma sonrió y se acercó más a
la rubia.
- Veo que has perfeccionado lo
que te enseñe… - dijo acercándose a Emma y mirándola con una sonrisa.
Emma termino y saludo a su
maestra con una inclinación.
- Todo es gracias a ti… - dijo
con una sonrisa. - ¿Vienes a ver la batalla? – dijo mientras se sentaba al lado
de Lao Ma.
Lao Ma contemplo en silencio el
paisaje y luego volvió su cara hacia la rubia que también estaba observando el
paisaje.
- Recuerda, Emma… - dijo
mirándola Lao Ma. – Las batallas se ganan por la astucia. “El supremo arte de
la guerra es someter al enemigo sin luchar.” Y por último, “Si tus fuerzas
están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus
fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más
numerosos, puedes entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu
estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes
retirarte y buscar una salida.” – dijo mirando a la rubia. – Si comprendes eso
y lo llevas a la práctica, conseguirás lo que te propongas.
Emma asintió ante las palabras
de Lao Ma. Desde que la conoció, sentía en su alma, que debía seguir sus
consejos. Y poco a poco, Emma comprendió por qué. Ella transmitía una gran paz
interior que calmaban los nervios no solo de Emma, sino de Regina también.
Así, poco a poco, Emma y Regina
dejaron que Lao Ma les enseñara los secretos del Tao, y poco a poco se
complementaban más todavía.
- Seguiré tus consejos, Lao Ma…
- dijo Emma con una sonrisa.
Lao Ma sonrió y se puso de pie,
junto con Emma.
- Me tengo que ir… - dijo
mirándola. – Los juegos comenzaran dentro de poco. Te estaré viendo. – dijo
sonriendo. – Sé que lo aras bien… - dijo poniendo una mano encima de su
hombro.- Antes de irme, quisiera darte algo… - dijo sacando un colgante donde
había un pequeño Yin-Yang. – Quiero que lo lleves. Te dará fuerzas y suerte… -
dijo entregándoselo.
Emma lo cogió y con una sonrisa
se lo puso al cuello, junto a una pequeña llave que Regina le dio esa mañana
antes de vestirse.
- Muchas gracias, Lao Ma… -
dijo Emma inclinándose ligeramente hacia su maestra.
Regina estaba mirando el campo donde
el ejecito de Ares estaba ya preparado para comenzar con el juego.
Se había vestido con una túnica
estilo griego color marfil y con bordes de color dorado, plata y azul. Sonrió
al recordar la cara de Emma la primera vez que la vio vestida de esa manera y
la agradable y placentera sesión de caricias y besos que le dio en aquel
jardín.
Por el contrario Emma, había
adoptado un vestuario algo distinto. Siempre llevaba armaduras ligueras puestas
y solo de vez en cuando se ponía también alguna túnica.
Tan concentrada estaba en sus
pensamientos, que no oyó aproximarse a Ruby, Asteria, Xena y Gabrielle, que se
acercaban por detrás de ella.
- Vaya… - dijo Ruby mirando con
la boca abierta y con una sonrisa. – Estas estupenda…
Regina sonrió a la loba.
- Gracias Ruby… - dijo
sonriendo. - ¿Qué hacéis aquí? – dijo mirándolas a todas.
- Nos trajo Artemisa. Venimos a
ver los juegos… - dijo Asteria con una sonrisa.
- ¿Dónde está Emma? – pregunto
Ruby mirando a la antigua Evil Queen.
- Debe estar con su ejército… -
dijo señalando el campo de batalla.
- Me encantan estos juegos… -
dijo Xena mientras se sentaba en la grada para ver mejor.
- Lo que a ti te gustaría es
participar… - dijo Gabrielle con una sonrisa mientras se sentaba al lado de
Xena.
- Que bien me conoces, mi Reina….
- Xena sonrió a la Reina Amazona mientras se inclinaba hacia ella.
Se besaron con una sonrisa en
los labios.
- Veo que una parte de ti no ha
cambiado…. – dijo la voz de una mujer
detrás de ellas. – Pero veo que la otra parte de ti si ha cambiado, y eso me
alegra….
Las mujeres se dieron la vuelta
y se encontraron con una mujer asiática, con largos cabellos negros, vestida
con un kimono y miraba a las mujeres con una sonrisa.
- Lao Ma… - dijo Xena mirando a
la mujer con los ojos abiertos mientras se levantaba del sitio.
- Hola Xena… - dijo sonriendo.
– Me alegro de verte. Y me alegro de que por fin encontraras tu equilibrio… -
dijo sonriendo esto último mirando a Gabrielle que miraba a Lao Ma con una
mirada de celos.
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