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domingo, 14 de diciembre de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 24

Capítulo 24

Al día siguiente, todo estaba en calma. Ruby y Asteria no habían preguntado nada de lo que había ocurrido en el camerino para poder calmar los ánimos de Regina y Emma. Solo sabían que, cuando salieron las 4, estaban muy sonrientes.
Pero como siempre, los instintos de la loba y sus aguzados sentidos descubrieron lo que hacían ellas 4 dentro del camarote.
Emma estaba atando un cabo cuando un resplandor la sobresalto.
- Hola, Emma… - dijo la diosa de la caza.
Emma se dio la vuelta y le sonrió.
- Hola Artemisa… - dijo Emma con una sonrisa y mirándola por encima del hombro mientras terminaba de atar el cabo. – Xena y Gabrielle están en popa, en el puente de mando, manejado el barco… - dijo mientras se daba la vuelta y la miraba.
- No vengo a verlas a ellas… Vengo a verte a ti… - dijo Artemisa mirando a la rubia.
Emma entrecerró los ojos.
- ¿A mí? – dijo incrédula. - ¿Para qué?
- Si… - dijo la diosa caminando alrededor de la rubia. –Te he observado. Luchas bien, Emma. Pero debes perfeccionar tu técnica… - dijo mirándola a los ojos. – Te propongo un trato…
Emma miro desconfiada a los ojos.
- ¿Qué trato? – pregunto la rubia cruzándose de brazos y apoyándose en el borde del barco.
- Te llevare al Olimpo… - dijo Artemisa mirándola con una sonrisa. – Y allí perfeccionaras tu técnica…
- ¿Al Olimpo? ¿En serio? – dijo Emma levantando una ceja.
- ¿Qué ocurre aquí? – dijo Xena acercándose.
La diosa y la rubia se dieron la vuelta para ver como Xena, Gabrielle y el resto de mujeres se acercaba.
- Artemisa me decía que quiere llevarme al Olimpo… - dijo Emma mirando a la morena de ojos azules.
Xena alzo una ceja y miro a la diosa.
- ¿Al Olimpo…? – dijo Gabrielle mirando a la diosa.
- Allí podrá perfeccionar esa técnica… - dijo Artemisa mirando a su Elegida con una sonrisa y desviando la mirada hacia Emma con una sonrisa.
Regina miraba la conversación junto con Ruby y Asteria en silencio. Pero no se le escapo la mirada de deseo que la diosa Artemisa le hecho a Emma.
- Si Emma va, yo quiero ir con ella… - dijo Regina mirando seriamente a Artemisa.
La diosa se dio rápidamente la vuelta para mirarla.
- Ella necesita concentración… - dijo Artemisa mirando de arriba abajo a la morena con una ceja levantada. – Además… Necesita concentración…
Regina iba a protestar cuando Emma la interrumpió.
- Si Regina no va, yo tampoco, Artemisa… - dijo Emma con mirada desafiante.
- Muy bien…. – dijo la diosa con un suspiro.
- ¿Por cuánto tiempo? – dijo Emma.
– Aquí será como si pasara un día, pero en el Olimpo será como un mes… - dijo Artemisa con una sonrisa. Emma miro al resto de mujeres y luego a la diosa.
- Ok… - dijo con un suspiro. Junto con Regina, se encaminaron hacia el camarote a coger lo necesario.
Mientras, las otras mujeres se quedaron hablando con la diosa.
- ¿No va a ser peligroso? – dio Ruby mirando a la diosa con preocupación.
- Tranquila… - dijo con una sonrisa. – Tu preocupación es solo de amiga… - dijo sonriendo la diosa.
- No quiero que le pase nada a ninguna de mis amigas… - dijo seriamente Ruby mirando a la diosa y señalando con la mano a Emma y a Regina.
- Tienes mi palabra, Ruby… - dijo Artemisa seriamente.
Ruby asintió y se fue con Asteria.
Xena y Gabrielle miraron como se fueron y cuando estaban alejadas, se volvieron hacia la diosa.
- Te he visto como la miras, Artemisa… - dijo Xena a la diosa.
- ¡Xena! – dijo Gabrielle.
- ¿Y cómo la miro? – dijo la diosa mirando a Xena.
– La quieres… Quieres besarla y llevártela a la cama… No hagas nada estúpido como intentar besarla…
Artemisa miro a la guerrera.
- No sé a qué te refieres… - dijo la diosa de la caza.
- Yo también lo vi, Artemisa… - dijo Gabrielle. – Ella es feliz con Regina…
La diosa suspiro.
- Ella es diferente… - dijo con una sonrisa la diosa pensando en Emma.
Xena y Gabrielle se miraron sonriendo.
- Lo sabemos… - dijo Gabrielle mirando a Artemisa.
En ese momento llegaron Emma, Regina, Ruby y Asteria sonriendo.
- Bueno… - dijo Emma cuando llegaron. – Ya estamos…
- Muy bien. – dijo Artemisa sonriendo. – Entonces vámonos…
Se despidieron con una sonrisa y tras dar la mano a Artemisa, desaparecieron en un fogonazo de luz.

Aparecieron en la sala de un palacio de estilo griego con columnas y decorado de mármol y oro.
Regina y Emma se quedaron asombradas por la belleza de aquel sitio.
- Bienvenidas al Olimpo de los Dioses Griegos… - dijo Artemisa con una sonrisa.
- Vaya… - dijo Emma mirando a su alrededor. – Esto es asombroso…
Se acercó al balcón y miro hacia afuera. Desde allí podía ver como estaba todo rodeado de nubes que parecían de algodón. Podrían verse más palacios que se erigían desde un punto donde las nubes no dejaba ver, parecía que flotaban.
Regina miraba también asombrada el paisaje que se presentaba ante sus ojos. Aquel paisaje no se parecía a nada que hubiera visto antes en ningún lado. Ambas mujeres estaban asombradas ante el espectáculo de colorido dorado que había allí. Admiraban cada palacio y cada cascada que había en el Olimpo.
- Tienes razón Emma… - dijo Regina mirando todo.
- Hay muchos palacios… - dijo Emma mirando a la diosa de la caza.
- Cada uno es de un dios… - dijo Artemisa con una sonrisa acercándose donde estaban las dos mujeres. - Allí está el Palacio de Afrodita, junto al Palacio de Apolo, - explico Artemisa señalando hacia un lado. – Allí arriba, se encuentra el Palacio de Zeus y el de Hera… - dijo señalando un palacio que se elevaba por encima de todos. – Ese de allí, es el Palacio de Atenea, donde se encuentran los grandes archivos de la Diosa de la Sabiduría, coronados por el gran Jardín de Atenea. – siguió la diosa de la caza. – Ese de allí, el que está al sur de todos, es Palacio de Ares, ese del centro el Palacio de Hefestos… - señalo hacia el otro lado. – Ese de allí es el Palacio de Poseidón, Señor de los Mares, el Palacio de Dionisos es ese de allí, y el que está al otro lado es el Palacio de Deméter… - dijo con una sonrisa mirando a las mujeres. – Ese de allí, el que está justo debajo del Palacio de Zeus, es el de Hermes. Esa cueva, va a dar con el Palacio de Hades, dios del inframundo. El que está al lado de Afrodita, es el de Eros, su hijo… Y ese de allí, - dijo señalando un Palacio que estaba un poco más elevado que los demás, per más bajo que el de Zeus. – Es mi Palacio…
Ambas mujeres miraban hacia donde Artemisa señalaba, admirando la belleza de cada palacio, que estaba decorado dependiendo de cada dios.
En centro, había un gran Jardín donde las cascadas llevaban agua y donde había un lago donde nadaban cisnes. A su lado, había una extensión de tierra con varios edificios.
- Artemisa… ¿Qué es eso de allí? – pregunto Emma señalando el campo de entrenamiento.
- Es el Campo de Entrenamiento de Ares… - dijo con una sonrisa. – Aunque lo usamos todos los dioses para entrenarnos. – sonrió Artemisa. – Vamos, os enseñare donde os alojareis… - dijo mirando a  las mujeres.
Salieron de la sala donde estaban y fueron por un pasillo para salir fuera a la luz del día. Poco a poco se encaminaron hacia el Palacio de Artemisa y en el camino se encontraron con Afrodita.
- Hola hermana, ¿Qué haces? - dijo la diosa del amor a Artemisa. – Oh vaya… Traes invitadas… - dijo mirando a Regina y a Emma, especialmente a la rubia.
- Hola Afrodita… - dijo Artemisa. – Si… Se van a quedar aquí un tiempo, para que Emma mejore su técnica… - dijo con una sonrisa mientras caminaba al lado de la diosa del amor. - ¿Sabes dónde se encuentra nuestro querido hermano?
- Donde siempre, hermana… - dijo poniendo los ojos en blanco y mirando a su hermana. – En el pozo…
- ¿Otra vez allí? – dijo en tono cansado Artemisa. – Debe darse cuenta que ella no le ama… Además, ella es su hija, por el amor de Zeus…
- Lo sé, Artemisa… - dijo triste Afrodita. – Se lo dije como diosa del Amor y como hermana… Pero no me hizo caso. El sigue empeñado en que quiere estar con ella, que Gabrielle no la ama y todas esas cosas. También dice que no ayudo a traerla otra vez a la vida para que se fuera con ella…
- Pues debe comprender que ellas son almas gemelas… - dijo con cansancio Artemisa. – No voy a permitir que haga daño a mi Elegida… - dijo esto con furia dirigiéndose hacia el Pozo.
Emma y Regina habían estado calladas escuchando toda la conversación y se habían dirigido una mirada preguntándose de que iba aquella conversación.
Cuando llegaron al Pozo, vieron al Dios de la Guerra mirando por él, con una cara de anhelo y deseo.
- Hermano… - dijo Artemisa después de observarle un rato en silencio. – Déjalo ya… Ella no te ama… Además, es tu hija…
Ares aparto la mirada del Pozo donde se reflejaba la imagen de Xena y Gabrielle hablando con Ruby y Asteria.
- Me da igual, Artemisa… - dijo mirando otra vez al Pozo. – Ella es perfecta… Ella es hija de un dios, no la salve para que este con esa rubita…
- Esa rubita, como tú dices, es mi Elegida, Ares… - dijo Artemisa seriamente. – No permitiré que le hagas nada…
- Y yo protejo a las dos, Ares… - intervino Afrodita mirando a su hermano. – El amor que hay entre las dos es muy poderoso. Más que nosotros 3 juntos…
Ares alzo la mirada hacia la diosa del Amor.
- Lo sé, Afrodita… Pero me cuesta verla así… Ella tiene mi sangre, por Zeus… - dijo Ares con desesperación. – Ella podría ser la Reina de todo el mundo… La Gran Conquistadora… - se dio la vuelta y se dio cuenta de que Emma y Regina estaban allí. – ¿Qué hacen aquí? – dijo señalándolas.
Afrodita y Artemisa se dieron la vuelta para ver a las mujeres que estaban calladas observando.
- Las he traído yo… - dijo la diosa de la caza. – Quiero que la entrenes, Ares…
- ¿Entrenarla? – dijo mirando a su hermana. – No lo are… - dijo y se dispuso a marcharse.
- Ares… - dijo seriamente Artemisa. – Cuando la viste peleando contra el pirata, estabas emocionado. Nos dijiste que si tuvieras la oportunidad de entrenarla, arias de ella una Gran Guerrera… - dijo acercándose a su hermano. – Aquí esta, Ares… Entrénala…
Ares miro a su hermana. Tenía razón. Había visto la pelea que Emma tubo con el pirata y se había impresionado. Los movimientos que hacia la rubia le recordaban mucho a su querida Princesa Guerrera. Suspiro y miro a Emma, que en ese preciso momento estaba diciéndole algo a Regina al oído, la morena se sonrojo y sonrió ante el comentario de la rubia.
- Muy bien… La entrenare… y a la morena también… - dijo Ares con una sonrisa mirando a ambas mujeres y se marchó, no sin antes echarle un vistazo de nuevo al Pozo.

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