Capítulo 1
Elsa estaba mirando por las ventanas de su palacio en
Arendelle, Miraba como los habitantes de su reino se divertían en la nieve.
Sonrió al ver como unos niños participaban en una guerra de bolas de nieve.
Suspiro y una sonrisa mayor se asomó en sus labios. Desde que
había vuelto de StoryBrooke, su vida había dado un giro de 360º. Y no es para
menos.
Tenía a su hermana ya casada y tan energética como siempre,
había introducido nuevas festividades en las cuales todo su reino participaba y
lo más importante, su reino prosperaba.
Pero Elsa no estaba tan contenta.
Echaba de menos a sus amigos de StoryBrooke, a Mary Margaret,
a David, pero sobre todo, a Emma.
Sonrió al recordar a la rubia Sheriff.
La echaba de menos. Recordó los días pasados en StoryBrooke,
cuando la ayudo en la búsqueda de su hermana, cuando derrotaron a Ingrid…
Suspiro al recordar todo aquello, pensando en ya había pasado
dos años de aquello y no había tenido todavía noticias de ella ni de los demás
habitantes de StoryBrooke.
Se dio la vuelta y se encamino hacia su trono, sentándose en
él. Hoy tocaba audiencia con los habitantes de su reino, escuchar los problemas
de sus súbditos e intentar solucionarlos.
Con un suspiro le hizo una señal con la cabeza a un mayordomo,
quien abrió las puertas de la sala del trono e hizo pasar a los primeros
habitantes.
Llevaba más de media mañana allí sentara escuchando los
problemas de los habitantes del reino y discutiendo soluciones para solucionarlos,
cuando sintió una mano en su hombro, alzo la mirada y vio a su hermana Anna que
se sentaba junto a ella, para poder acompañarla. Elsa le sonrió y volvió a
prestar atención a lo que el aldeano le decía.
Después de que Elsa le prometiera que buscaría una solución a
su problema, hizo una señal a su mayordomo y cerró las puertas, diciendo a los
habitantes que aún estaban fuera esperando su turno, que esperaran, que la
Reina necesitaba un descanso.
Elsa suspiró y cerró los ojos.
- Deberías descansar, Elsa… - dijo Anna con una sonrisa mientras le cogía la
mano.
Elsa le apretó cariñosamente la mano con una sonrisa y se
volvió para mirarla.
- Ya lo sé, Anna… - dijo mirándola – Pero debo preocuparme por
el pueblo… Además, tengo muchas ideas para que Arendelle prospere. – dijo con
una sonrisa.
- Yo también… - dijo Anna con entusiasmo. Se puso de pie
delante de su hermana con una sonrisa - ¿Qué te parece si te tomas un merecido descanso
y dejas esto para mañana y nos vamos a tomar un chocolate calentito?
Elsa sonrió ante el entusiasmo de su hermana y al final
acepto.
- Tienes razón, Anna… - dijo la Reina levantándose del treno
con una sonrisa en sus labios. – Vamos a por ese chocolate…
- Lo sabía… - dijo Anna con entusiasmo.
Elsa rio ante la alegría de Anna.
- James… - dijo llamando al mayordomo.
- Majestad… - dijo el hombre.
- Decirle a los aldeanos que quedan que mañana los atenderé…
El mayordomo se inclinó ligeramente ante la reina.
- Por supuesto majestad, así se ara…
Tras esto, Elsa y Anna se fueron entusiasmadas y con los
brazos entrelazados a buscar su ansiado chocolate.
- Bueno, dime… - empezó la Reina mientras iban de camino a las
cocinas a buscar ese chocolate - ¿Qué tal con Kristoff? – dijo con una media
sonrisa.
- La verdad es que muy bien… - dijo sonriendo Anna. – La vida
de casada no la noto diferente a cuando solo éramos novios…
Elsa sonrió. Y eso era verdad. Su hermana era tan
independiente y tan aventurera como lo era antes de casarse hace dos años. Y el
pobre Kristoff no decía nada, aguantaba a su hermana con paciencia y con amor.
- Ya han pasado dos años… - suspiro Elsa.
- Si… Y aun así estoy muy feliz, Elsa… - dijo Anna con una
sonrisa que le iluminaba el rostro.
Elsa sonrió de vuelta, pero s sonrisa no le llego a los ojos.
Otra vez había recordado a cierta Sheriff rubia que le había robado el corazón
con solo una sonrisa y su bondad.
Entraron en la cocina y las cocineras al verlas, sonrieron.
Prepararon enseguida la mesa que se encontraba allí, con dulces y pastas y se
encargaron de calentar el chocolate. Las hermanas se sentaron en la mesa entre
risas y las miradas cariñosas de las cocineras.
Hay que decir que todos los habitantes del castillo estaban
felices desde el regreso de Elsa. Y es que Arendelle había prosperado desde que
su reina había llegado de ese viaje desde ese otro reino lejano. Las cocineras
pusieron delante de las hermanas las dos tazas de chocolate caliente. Elsa y
Anna sonrieron cerrando los ojos mientras olían la bebida.
- ¡Mmmm… Chocolate…! – dijeron las dos a la vez y estallaron
en risas.
Cogieron las tazas y bebieron un poco.
- Esto esta riquísimo… - dijo Anna con una sonrisa.
- Es cierto… - afirmo la rubia. – Aunque le falta algo para mi
gusto… - dijo mirando su chocolate, en eso una cocinera le puso en frente un
tarrito con nata y otro con canela. Elsa sonrió mientras se lo echaba en el
chocolate. – Eso está mejor…
Anna sonrió. Estaba claro que esa nueva forma de tomar el
chocolate era una forma de recordar a Emma Swan, la mujer que había robado el
corazón de la Reina de Hielo.
- Ya veo que eso está mejor… - dijo Anna mientras tomaba de su
chocolate. – La extrañas, verdad…
Elsa suspiro.
- Ella esta con su familia, yo estoy con mi familia… - dijo
tristemente.
- Pero tú estás triste, Elsa… - dijo Anna. – Tú también te
mereces ser feliz.
Elsa alzo la mirada hacia su hermana. Tenía razón, ella se
merecía ser feliz. Pero con la única persona que podría ser feliz estaba en
otro mundo, saliendo con un pirata.
Lejos de allí, en StoryBrooke, una rubia con vaqueros,
camiseta blanca y chaqueta de cuero roja, patrullaba por la noche.
Había sido un día horrible, había terminado definitivamente su
relación o lo que tenía con Hook.
La verdad es que se sentía liberada. Paro el coche en un lado
de la calle y cerró los ojos. Últimamente se sentía que iba a explotar. Por un
lado estaban sus padres, preguntándole por qué había roto con el pirata, por
otro lado, las hadas estaban entusiasmadas con el hecho de que querían colmarla
de regalos por ser la heredera del trono de sus padres, por otro otra vez sus
padres, que a cada poco le dejaban a su pequeño hermano para pasar ellos una
noche a solas, y no le molestaba, al contrario, pero ella también necesitaba
noches a solas.
Y por último, estaba Hook… Desde que habían hablado y decidido
que lo que tenían no llegaba a nada, perseguía a Emma por todo StoryBrooke
pidiendo una segunda oportunidad.
Lo único que la calmaba y la relajaba era pasar tiempo con
Regina y Henry. Y pensar en cierta Reina de Hielo rubia que se había marchado
hacía ya dos años.
Y es que Emma no podía dejar de pensar en Elsa. Al principio
pensaba que era un sentimiento de amistad lo que le unía a la rubia, un
sentimiento como el que sentía hacia Regina, pero con el tiempo, ese
sentimiento se fue aclarando con el paso del tiempo y se transformó en amor.
Ahora se arrepentía de no haberle confesado a la rubia sus
sentimientos, esos sentimientos que creía que eran de amistad.
Suspiro al recordar el intento de olvidar a la rubia con el
pirata. ¿El resultado? Cada día se odiaba más por no poder olvidarla. Hasta que
después de dos años de estar saliendo, no saliendo con el pirata, cogió el toro
por los cuernos y corto la inexistente relación con Hook.
Sonrió al darse cuenta que en ese tiempo no se había acostado
con el pirata y en los desafortunados intentos del pirata en llevarla a la
cama.
Menos mal que siempre estaban allí Henry o la propia Regina
para salvarla.
Y eso Regina y ella se habían hecho tan amigas, que habían
confesado que una seguía enamorada del ladrón y que la otra se había enamorado
de la Reina de Arendelle.
Emma suspiro y miro la calle vacía desde el asiento del coche
patrulla. La verdad es que no hacía falta ninguna que estuviera de patrulla,
pero era mejor estar allí que estar ahora mismo en casa de sus padres
aguantando la charla de su madre de que con Hook hacia buena pareja.
Unos golpes en el cristal la sacaron de sus pensamientos
produciéndole un pequeño salto en el asiento. Alzo la mirada para ver quien la
había asustado y se encontró con el rostro de la Alcaldesa.
Emma sonrió y bajo la ventanilla.
- Hola Regina… - dijo la rubia con una sonrisa.- ¿Qué haces
aquí?
- Eso te iba a preguntar… - dijo Regina cruzándose de brazos
por el frio. – Salí a tirar la basura y te vi…
Emma se le quedo mirando y vio que efectivamente estaba con
ropa de andar por casa sonrió.
- Entra o te congelaras… - dijo la rubia al ver que la morena
se estremecía de frio.
- Mejor entra en casa y tomamos una copa, ¿te apetece?
- Claro… - dijo Emma bajándose del coche con una sonrisa y fue
con Regina a su casa.
- ¿Te pasa algo Emma? – dijo Regina al notar lo silenciosa que
estaba la rubia.
- No es nada… - dijo Emma cogiendo la copa que le daba Regina,
mientras que la morena se sienta a su lado.
- ¿De verdad, querida…? – dijo la morena alzando una ceja.
Emma suspiro y se puso cómoda.
- Es por mi madre… - dijo pesadamente Emma con una mueca.
Regina puso los ojos en blanco. – Esta pesada desde que le dije que Hook y yo
no teníamos nada ya…
- Típico de tu madre en meterse en la vida de los demás… -
dijo como si nada Regina mientras bebía de su copa.
- Ya te digo… - dijo Emma acabando su copa de un trago y echándose
mas. - Estoy cansada de lo mismo todo el rato…
Regina sonrió de lado.
- Solo quiere lo mejor para ti…
- ¿Estas de su parte…? – dijo incrédula Emma mirando a la morena.
- Eso nunca… - dijo entrecerrando los ojos Regina. – Pero compréndela…
Quiere ser la madre del año…
- En una competición en la que solo participa ella no es muy
difícil que gane… - sonrió Emma.
Ambas mujeres rieron ante aquella frase. Después se quedaron
en silencio.
- Por cierto… - dijo Regina con una sonrisa. – Tengo una
noticia importante….
Emma la miro a los ojos.
- ¿Qué noticia?
- Te acuerdas que quedamos en investigar eso de los portales,
¿cierto? – pregunto Regina.
- Sí, claro… - dijo Emma al recordar las tardes en las que
Bella, Henry, Regina y ella habían pasado en la biblioteca buscando el cómo
crear portales permanentes y nada peligrosos para ir a otros mundos. – Si me
acuerdo… ¿Qué pasa? ¿Encontrarte algo?
- Si, señorita Swan… - dijo Regina con una sonrisa. – Encontré
la clave… Solo necesito de tu magia y todo listo…
Emma sonrió ante esas palabras. Podrían abrir un portal.
Podrían viajar a otros reinos. A Arendelle, por ejemplo. Alzo la copa y la
choco con la de Regina.
- Celebro eso… - dijo con una sonrisa la rubia.
Tras esto, Emma y Regina sonrieron y bebieron de sus copas.