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martes, 24 de junio de 2014

La vida Continua Más Allá: Capítulo 1

Capítulo 1

Todo estaba tranquilo aquella mañana de sábado. Nada se movía ni dentro ni fuera de la habitación donde dos personas dormían abrazadas con una sonrisa en los labios.
En la habitación de enfrente, un niño salía en completo silencio camino a la habitación principal.
Abrió la puerta con cuidado y entro en ella. La habitación estaba en penumbras, pero aun así podía ver por donde iba.
Llego a la gran cama que estaba en mitad de la habitación y se fue por el lado donde se encontraba su madre. Sonrió al verla y arrodillándose a su lado, la llamó en silencio.
La morena se despertó al sentir la mano de Henry en su hombro. Abrió los ojos y sonrió al niño que la miraba con una sonrisa. Miró sobre su hombro a la rubia que la tenía abrazada y con cuidado se levantó de la cama, cogió la bata de seda y le dio la mano al niño, quien la agarro con una sonrisa. Y así los dos salieron de la habitación en silencio.
Cuando estuvieron fuera de la habitación, se rieron y bajaron a la cocina con prisa las escaleras.
- ¿Crees que le gustara la sorpresa, mamá? – dijo Henry al llegar a la cocina y ver a su madre preparar el desayuno.
La morena se dio la vuelta sonriendo a su hijo.
- Seguro… Pero ya sabes, nada de decirle que tu abuelo la va a armar caballero. Es su regalo de cumpleaños. Y si pregunta que por qué se tiene que ponerse la armadura, le decimos que es para la fiesta de disfraces por su cumpleaños, ¿entendido, cariño?
El niño sonrió a su madre.
- No te preocupes mamá… Guardare el secreto…
Regina sonrió a su hijo y dándose la vuelta empezó a preparar el desayuno.
Parece mentira que después de todo lo que habían sufrido los tres, ahora estuvieran planeando algo como aquello.
Sonrió al recordar como su hijo de 13 años le había propuesto ese regalo para el cumpleaños de su madre rubia…

“– Mama… Dentro de poco es el cumpleaños de Emma, ¿verdad? – dijo Henry sentándose delante de su madre en el despacho del ayuntamiento.
- Si… ¿Por qué lo dices, cariño? – dijo Regina levantando la mirada de los papeles que tenía encima de la mesa.
Henry la miro con preocupación. No sabía cómo se lo iba a tomar su madre la idea que tenía en mente y por la cual creía que a su otra madre, Emma, le iba a gustar.
- Veras… Es que… Quería pedirte un favor… - empezó el niño con la mirada baja.
- Henry, cariño… Sabes que me puedes decir cualquier cosa... – dijo con toda su atención dirigiéndola a su hijo.
- Te acuerdas cuando traje a Emma, ¿verdad? – dijo Henry mirándola. – Cuando dije que ella era la Salvadora, y también que ella era la Princesa Cisne y que ella era tu Caballero Blanco… - dijo con algo de vergüenza al recordar aquella época.
Regina lo miraba con una media sonrisa. Tenía la certeza de donde podría acabar esa petición, pero prefirió que su hijo acabara.
- Si… Me acuerdo cariño… Pero, ¿Qué me quieres decir con eso? – dijo curiosa mirando a su hijo.
- Bueno, ella ya es la Salvadora, y también una Princesa… Yo… Te quería pedir que si podrías armarla Caballero… Tu Caballero… - dijo bajando la mirada.
Regina lo miro a los ojos y le sonrió. Se acordaba de aquella época. Su hijo había insistido tanto en eso, que al final ella había creído también ella que Emma era su Caballero Blanco. Incluso, habían bromeado con ello los tres. Incluso con los padres de su novia.
- Cariño, ¿para qué quieres que haga eso? – dijo ella mirándole. – Ya no existe ningún peligro…
El niño la miro a los ojos avergonzado.
- No importa… - dijo él incómodo. - Solo pensaba que sería un bonito regalo para Emma… ¿Sabes que se ha estado entrenando con la espada? El abuelo la ha estado enseñando… Incluso ha montado a “Tormenta”… Y ya sabes que no es de montar a caballo… - dijo su hijo mientras se levantaba. – Me voy a buscar a Emma. Así nos iremos los tres juntos a casa… - y se dirigió hacia la puerta.
- Cariño… - lo llamo Regina antes de que saliera. Henry se dio la vuelta para ver a su madre – Ven cariño… - dijo la morena levantándose de su silla. Henry se acercó a su madre. Regina le acaricio la cara. - ¿Estás seguro de lo que me pides? – dijo mirándole a los ojos.
Henry la miro seriamente.
- Si mamá… A ella le gustara. Siempre me dice que ella está para protegernos a los tres. Y la mejor forma es que sea de verdad un Caballero. Tu Caballero Blanco…
Regina lo miro con una sonrisa. No le podía negar nada.
- Muy bien… Lo haremos. Pero existe un problema cariño… - dijo mirándole. Henry la miraba ansioso. – Yo no soy reina… Ya no… - dijo con tristeza.
Henry frunció el ceño.
- Si lo eres…. Eres la reina de nuestra casa… Eso dice Emma y yo la apoyo. Además, da igual que los abuelos sean los reyes, tú tienes más poder…
Regina le sonrió.
- Muy bien… Pero creo que le aria más ilusión que la armara caballero su padre… Al fin y al cabo son los reyes reinantes ahora… - dijo Regina mientras recogía los papeles de su escritorio y los ordenaba en carpetas.
- Entonces…. ¿Es un sí? -. Dijo Henry mirando a su madre con una sonrisa.
Regina sonrió.
- Es un sí de mi parte… Ahora hace falta convencer a tus abuelos… - dijo mientras caminaba hacia la puerta con una mano en el hombro de su hijo. – Creo que a tu abuelo le gustara… Pero a tu abuela… Creo que no le va a gustar nada… - dijo con una sonrisa en los labios mientras salían por la puerta del ayuntamiento y se dirigían al coche de la morena.
- Yo pienso igual… - dijo riéndose.
Se montaron en el coche riéndose y se dirigieron a la comisaria en busca de la rubia…”

Unos pasos que bajaban por las escaleras la sacaron de sus pensamientos. Y al momento la voz de su novia interrumpió en la cocina.
- Hola chico… Buenos días… - dijo Emma revolviéndole el cabello del chico y dándole un beso en la sien.
- Hola ma… Buenos días…. – dijo Henry sonriéndola. – Y feliz cumpleaños… - dijo abrazándola y dándole un beso.
Emma sonrió y abrazo a su hijo. Justo en ese momento, Regina se dio la vuelta con las tortitas y una sonrisa en los labios.
Emma se separó de su hijo y con una sonrisa se acercó a la morena.
- Mmm… Buenos días… - dijo mientras la abrazaba por detrás y le besaba la nuca.
Regina sonrió y dejando el plato de las tortitas en la mesa, acaricio las manos de Emma, las cuales estaban apoyadas en su estómago.
- Buenos días… - dijo echando la cabeza hacia atrás. Cerrando los ojos. Se dio la vuelta en los brazos de la rubia para mirar esos ojos verdes azulados que tanto le gustaban. – Feliz cumpleaños, querida. – dijo con media sonrisa mientras se acercaba a besar esos labios.
Emma sonrió y beso a su novia mientras la abrazaba bajo la atenta mirada de su hijo.
No sabían cuánto tiempo llevaban allí besándose, perdiéndose en los besos de la otra, hasta que Henry las interrumpió.
- No es por nada, me gusta que os queráis y todo eso pero, yo he quedado con el abuelo y tengo hambre…. – dijo su hijo con una sonrisa.
Ambas se separaron con una sonrisa en los labios.
- Ok chico… - dijo Emma sentándose a su lado y quitándole un trozo del plato de frutas que tenía en frente de él.
- Hey… Esas son mías… Pícate tú unas. Esas me las pico mamá para mi… - dijo Henry mirando con los ojos entrecerrados a Emma mientras esta le sonreía comiendo el trozo de manzana.
Regina los miraba con una sonrisa mientras picaba los trozos de fruta para el desayuno. Los dejo en un bol cerca de la rubia y se fue a coger el café de la cafetera.
Mientras, Emma miraba con una media sonrisa como la morena se desenvolvía en la cocida. Le guiño un ojo cuando le dejo en frente de ella la taza del café. Regina al ver el guiño que la rubia le había dado, sonrió un poco más y se sentó en frente de su hijo que, para o variar, estaba sumergido en la lectura de uno de sus comics, que con la presencia de la rubia en casa, se había hecho más que presentes. Y es que a veces, Emma parecía otra adolescente más discutiendo con Henry, compartiendo con él sus comics y el merchandising que los dos tenían.
Regina sonrió al verles cuando Henry le estaba hablando sobre una nueva camiseta que había salido. Eran tal para cual…
Cuando estaban recogiendo el desayuno, el timbre de la puerta sonó.
- Ese debe de ser el abuelo… - dijo Henry saliendo corriendo de la cocina para poder abrir la puerta.
En ese momento, Emma deja lo que estaba haciendo y se acercó a Regina que estaba lavando las cosas del desayuno. La agarró de la cintura y pasando sus manos por ella, se apretó a la espalda de la morena besándole el cuello. Regina cerró los ojos al sentir los labios de Emma sobre su cuello y lo hecho hacia un lado para darle más espacio,
- Mmmm…. ¿Cuándo tendré mi regalo de cumpleaños? – dijo mientras pasaba la lengua por el cuello.
Regina se estremeció ante aquello dejando salir un suspiro de su boca. Dejo los platos y se secó las manos. Se dio la vuelta y miro a Emma a los ojos. Con una sonrisa se acercó a los labios de la rubia y la besó lentamente. La rubia gimió en los labios de la morena mientras esta acariciaba el cuello de Emma y Emma acariciaba la cintura de Regina.
Regina se separó de Emma.
- Tu regalo, Señorita Swan, se lo daré esta noche… En privado… - dijo Regina mirándola a los ojos con una pícara sonrisa.
Emma alzo una ceja sonriendo de lado y se inclinó a besarla cuando unas voces las interrumpieron en mitad del beso.
- ¡¡¡Felicidades Cariño…!!! – dijeron Mary Margaret y David entrando a la cocina llevando en brazos al pequeño hermano de la rubia y detrás de ellos, Henry.

1 comentario:

  1. Mas!! Por dios!!!Un buen comienzo para una gran historia y se que nos espera muchas sorpresa y mucha intrigas!!

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